Más sobre las bacterias intestinales y la obesidad
( Creces, 2011 )

Hace cinco años Jeffrey Gordon y sus colaboradores de la Universidad de Washington, en San Louis, comprobaron algo sorprendente: la asociación de microbios que se anidaban en los intestinos de lauchas obesas y también en el de los humanos obesos, eran diferentes a la asociación de microbios que se encontraban en los intestinos de las lauchas delgadas y también en los humanos delgados. Pero mas curioso aun, era que cuando se instalaban en el intestino de lauchas ciertos tipos de microbios, estas engordaban ("La flora intestinal y la obesidad"). (Science, vol. 212, año 2006, pag. 1355).

(La flora intestinal y la obesidad)


La microflora que normalmente se encuentra en el intestino, tanto de ratas como de humanos, es muy variada, pero en general pertenecen a dos géneros bacterianos, los Fermicutes y los Bacteroidetes. Los Fermicutes constituyen la mayoría y en ellos existen alrededor de 200 géneros de bacterias diferentes, como Lactobacillus, Micoplasmas, Bacillus, Clostridium y otros. Los bacteroidetes son menos en número y se diversifican sólo en 20 géneros diferentes. En su conjunto, Fermicutes y Bateroidetes, constituyen el 99% de las bacterias intestinales, tanto en lauchas como en humanos. Lo que Gordon y sus asociados encontraron fue, que tanto en obesos humanos, como también lauchas obesas, las bacterias predominantes en el intestino, pertenecían al grupo de los Fermicutes, y que estos eran capaces de degradar mas polisacáridos complejos de la dieta haciéndolos mas absorbibles. Es decir, al predominar los fermicutes, se incrementaban las calorías disponibles para ser absorbidas por la mucosa intestinal. Este hallazgo llenó los titulares de los periódicos de la época, agregando comentarios que señalaban que podría llegarse a tratar obesos manipulando la composición de las bacterias intestinales.


Antibióticos para engordar

Martin Blaser, microbiólogo de la Universidad de Nueva York, ha estado estudiando como los ganaderos y criadores de animales, consiguen incrementar el crecimiento del ganado, agregando pequeñas dosis de antibióticos a la dieta. El ha observado que mientras más precozmente comience la adición de antibióticos, más significativo es el efecto. En base a estos resultados, ha comenzado a pensar en la posibilidad que la administración de algún antibiótico en el niño pudiese también lograr establecer una comunidad bacteriana intestinal, que eliminando aquellas bacterias que inducen obesidad, se pueda disminuir de peso.

Desde entonces han sido varios los grupos de investigadores que se han adherido a esta atractiva idea, pero también otros dudan de ella y piensan que es la obesidad la que induciría el cambio de la flora intestinal, y no el cambio de flora la que induciría la obesidad. Los resultados de estos y otros estudios, fueron presentados recientemente, en el Congreso Internacional de Microbioma celebrado en Vancouver 2011, en Canadá.



Aclarando el problema

Parece que después de ingerir un antibiótico por vía oral, se produce un cambio importante de la microbiota intestinal, pero al suspenderlo, rápidamente se restableciera el equilibrio anterior. Si esto es así, la disminución del peso que podría producirse como consecuencia del cambio de la microbiota, sería transitorio, ya que al restablecerse el equilibrio microbiano, volvería el peso a incrementarse.

Pero lo que hacen los ganaderos no es agregar altas dosis de antibióticos durante un corto periodo de tiempo, como prescriben los pediatras, sino por el contrario, agregan pequeñas dosis en forma precoz y mantenida, durante todo el periodo de crecimiento. Blaser, para tratar de elucidar esta alternativa, diseñó un trabajo experimental utilizando lauchas. Les administró bajas dosis de antibióticos durante largos periodos, como hacen los ganaderos, y luego comparó los resultados con un grupo control de lauchas a las que no les administró antibióticos. Al final de la experiencia comparó los cambios fisiológicos y microbiológicos producidos en ambos grupos. Observó que las lauchas que recibían antibióticos en pequeñas dosis y por largo tiempo, tenían un 15% más de grasa en sus depósitos, en comparación al grupo control que no recibía antibiótico. También observó que las que recibieron antibióticos, tenían un 25% más de grasas depositadas en el tejido hepático.

Al examinar la composición bacteriana de los intestinos, comprobó que las lauchas tratadas también tenían en su intestino una composición bacteriana diferente a las del grupo control. Al evaluar la actividad de los cientos de genes bacterianos de las lauchas tratadas con antibióticos (incluyendo aquellos relacionados con la producción de ácidos grasos), observaron una muy diversas actividades de sus genes. Algunos de ellos se presentaban como muy activos, mientras otros tenían actividad reducida, comparándolos con las actividades de los genes bacterianos del grupo control. "Es el antibiótico agregado a la dieta, el que maneja los genes bacterianos del microbioma", dice Fraser.


Estudios más directos en los genes bacterianos

En el mismo congreso, Dusko Ehrlich, que es parte del INRA Microbiology and Food Chain División, en Jouy-en-Josas, Francia, presentaron otro interesante trabajo, ya no con lauchas, sino en humanos. Estudiaban los cambios del microbioma de personas obesas, evaluando su obesidad mediante el índice de masa corporal. Encontraron que ciertos grupos de bacterias y también ciertos genes bacterianos, estaban en relación con los diferentes grados de obesidad y con la resistencia a la insulina.

Los investigadores secuenciaron los genes bacterianos que encontraban en las deposiciones de 177 daneses, donde 55 eran delgados y 122 tenían sobre peso o eran realmente obesos. Encontraron que en los participantes del estudio, cada uno tenía aproximadamente 600.000 mil genes bacterianos diferentes en sus deposiciones. Sin embargo, un tercio de los obesos tenían solo 360.000 genes bacterianos activos. Ehrlich, repitió el estudio en 36 obesos franceses, observando también en ellos, esa misma proporción de escases de genes de bacterias intestinales. Sin embargo los obesos no tenían una gran diversidad de bacterias. En este grupo, también encontró la particularidad que faltaba un microbio productor de metano, haciendo suponer a Ehrlich que el carbón que no salía del organismo como gas, podría estarse incorporando como grasa.

Cuando examinaron las historias médicas de los sujetos estudiados, Ehrlich y sus colaboradores encontraron que aquellas personas con menor cantidad de genes bacterianos, tenían una mayor propensión a ser insulino resistentes, en relación a los obesos con la totalidad de genes bacterianos. Estos obesos tenían también una mayor cantidad de leucocitos sanguíneos, lo que sugería la existencia en ellos de un proceso infeccioso no muy intenso. Ello coincide con lo observado por otros investigadores, que evidencian una relación entre inflamación y obesidad. (Science, 17 Diciembre 2010, p. 1621).

Eherlichy sus colaboradores también hicieron el ejercicio de hacer el diagnóstico de obesidad, basándose en el tipo de bacterias encontradas en sus intestinos. Usando seis meta especies bacterianas, pudieron predecir correctamente el diagnóstico de obesidad o delgadez en el 80% de los casos. Según esto, habría una coincidencia entre el tipo de bacterias intestinales característico para obesos o delgados, pero persistiría la duda si las diferencias de microbios intestinales encontrados en cada caso, son la causa o la consecuencia de su obesidad o delgadez.


Nuevas investigaciones en camino

Para llegar a establecer con precisión cual es el verdadero rol de las bacterias intestinales en la obesidad, Jeffrey Gordon está ahora desarrollando interesantes estudios, utilizando el intestino de lauchas libre de bacterias, como un biorreactor de microbios humanos. Lo que su grupo está haciendo, es utilizar lauchas libres de gérmenes, que desde el nacimiento han mantenido en un ambiente estéril y que por lo tanto tienen un intestino sin gérmenes. Posteriormente le instala bacterias provenientes del intestino humano. Cuando consiguen que esos microbios humanos ya se establezcan, comienzan a investigar en ellas el efecto de una variedad de dietas humanas. Usando estas lauchas el autor puede comenzar a observar como diferentes dietas afectan a la microflora intestinal humana.

Con todo, Gordon no afirma que las bacterias sean la única causa del incremento de la obesidad a nivel mundial. "Es muy simplista pensar que sólo cambiando el tipo de bacterias intestinales vamos a controlar la obesidad", afirma él. Pero otros piensan lo contrario. Liping Zhao de la Universidad Jiao Tong de Shanghai en China, está convencido que la composición microbiana intestinal es un factor importante en la obesidad. "Una sobre abundancia de malos genes, sumados a una disminución de los buenos en la microbiota intestinal bien puede ser la primera causa de la epidemia de obesidad", dice Zhao.


"Aún aceptando la creencia de Zhao, llegar a conocer las conexiones existentes entre el microbioma y el exceso de peso esta aun lejos de poderse establecer" señala Fraser-Ligget.

* Para saber más: ver artículo de Elizabeth Pennisi. Science, vol 332, Abril 2011. Pág. 32.



0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada