Los microbios de nuestro organismo merecen respeto
( Creces, 2011 )

Desde mediados del siglo XIX, después de Pasteur, se comenzó a atribuir las enfermedades y las pestes a microorganismos, los hemos estado viendo nuestros enemigos y les hemos declarado la guerra. Los hemos combatido con antibióticos, vacunas y estrictas normas sanitarias. Pero ahora ya los conocemos mejor y sabemos que hay buenos y malos. Debemos distinguir a aquellos que nos enferman, de aquellos otros que son sólo comensales, y que viven en nuestro organismo como en su hogar. Es a estos últimos que debemos proteger porque también ellos cuidan de nosotros.

En el año 2000 el premio Nobel Joshua Lederberg, advirtió que debíamos terminar con la guerra declarada a los microbios ya que no era cierto el eslogan que "nosotros éramos los buenos y ellos los malos". Tenemos que reconocer que aquellos que radican en nuestro organismo, son nuestros aliados. Más aún, "debemos pensar que formamos una gran unidad, constituyendo un superorganismo en que se suma nuestro genoma y el de ellos, con beneficio mutuo", dice Lederberg (Science 2000).

Durante esta última década, en la medida que hemos ido conociendo mejor la interacción, hemos ido cambiado nuestros conceptos respecto a los microbios y virus que están en nuestro organismo. Paulatinamente hemos ido desarrollando una aceptabilidad para con ellos, y es por buenas razones. Si los miramos como una unidad, es bueno considerar que 9 de cada 10 células que se suman en este superorganismo, son microbios. Sólo en el intestino hay unas 1000 especies de microbios y sus genomas poseen 100 veces más genes que los hay en nuestras células. Son unos pocos los microbios que nos enferman. La mayoría son comensales y para ellos nuestro organismo es su hogar. Es así como al conjunto de microbios que habitan nuestro organismo ahora lo llamamos "microbioma humano”. (El genoma de la flora microbiana intestinal (microbiana), también nos pertenece)

Así como los microbios, también hay virus que desde tiempos inmemoriales se han ido instalando en nuestras células, constituyendo un "viroma", cuyas influencia en la salud, la enfermedad y la evolución biológica, recién comenzamos a comprender y estudiar.

Son nuestros genes y los de ellos, los que se unen para constituir un "metagenoma", que en conjunto mantienen en funcionamiento nuestro organismo. Sólo en los últimos años hemos comenzado a entender por ejemplo, como los genes de los microbios afectan la cuantía calórica que cada día estamos absorbiendo en el intestino de los alimentos que estamos ingiriendo, y también como los microbios y los virus intervienen en nuestro sistema inmune. Esta visión global de componentes humanos, microbianos y virales, va adquiriendo ahora una gran importancia.

Esta conceptualización se ha ido consolidando gradualmente, en la medida que se han ido conociendo los roles clave que juegan los microbios, no sólo en nuestro organismo, sino en el mundo. El progreso y facilidad en la secuenciación del DNA está permitiendo conocer una enorme cantidad de especies microbiológicas desconocidas, que existen en el suelo, en el agua de mar y en muchos otros ambientes. Otras investigaciones genómicas han permitido conocer intimidades increíbles que se desarrollan entre microbios y sus huéspedes. Tal es el caso de la bacteria llamada Bushnera y los afides, dentro de los cuales ella vive. Ya son muchos los estudios de relaciones entre microorganismos y huéspedes, en que el genoma de unos suple lo que les falta a otros, hasta crear un metabolismo interdependiente.


Eran más los desconocidos que los conocidos

David Relman y sus colaboradores de la Universidad de Palo Alto, California, en el año 1999 al analizar y contabilizar las bacterias de las encías se encontraron con la sorpresa que habían subestimado en mucho su diversidad y número. Tomando muestras de las encías y de las deposiciones, pudieron identificar 395 tipos de bacterias diferentes, encontrando que dos tercios de ellas eran absolutamente desconocidas para la ciencia.

Steven Gill de la Universidad de Buffalo en Nueva York, y sus colegas, decidieron hacer un estudio de las bacterias del intestino, individualizando los genes que ellas poseían. Secuenciaron 78 millones de bases del DNA y encontraron que muchos de sus genes complementaban la función de nuestro genoma. Mientras algunos eran capaces de digerir en el intestino la fibra dietaria, los aminoácidos de las proteínas, o degradaban drogas, otros producían metano o vitaminas.

En el 2010, Jun Wang del BGI-Shenzhen en China y sus colaboradores han consolidado el concepto del "superorganismo humano-microbiano", que en conjunto se han armonizado en un vasto repertorio genético. Ahora, bajo el concepto de un superorganismo están realizando un amplio estudio genómico de la microflora humana, incluyendo la del intestino, la piel, la boca, nariz y también el tracto urogenital femenino (The Human Microbiome Proyect). Ya han secuenciado 500 genomas microbianos relevantes, y pretenden llegar a secuenciar a 3000.


Como nos ayudan los microorganismos

Algunos de estos microbios parecen jugar importantes roles en el proceso metabólico. En el año 2004, un equipo liderado por Jeffrey Gordon de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missoury, encontraron que lauchas libres de gérmenes subían de peso después que se les administraban bacterias intestinales. Con ello se evidenciaba que estas bacterias ayudaban al organismo a absorber más energía de los alimentos. Estudios posteriores mostraron que lauchas obesas y también personas, absorbían diferentes cantidades de calorías según fuese la composición de la microbiota intestinal. Tanto las lauchas como las personas obesas albergaban muy pocas bacterias de las especies Bacteroidetes, en relación a los Fermicutes y esa diferente proporción depende que se incrementen o mantenían los niveles de absorción calórica. En el largo plazo, el sobre peso o la esbeltez parecían depender de esta relación.

El microbioma también provee una colaboración importante en nuestra salud. El sistema inmunológico necesita de él para desarrollarse adecuadamente. Lo que es mas, para protegerse dentro del organismo, las bacterias comensales tienen que interactuar con los receptores de las células inmunológicas o incluso inducir la producción de ciertas células inmunológicas. Una bacteria intestinal abundante, Faecalibacterium prausnitzii, ha demostrado poseer una propiedad anti-inflamatoria y por su abundancia parece proteger de la recurrencia de enfermedad de Crohn. En el mismo sentido, Sarkis Mazmanian del Instituto Tecnológico de California, en Pasadena, demostró que el simbiótico Bacteroides fragilis, protege a lauchas de desarrollar colitis. Por otra parte, insertando a pacientes que sufrían de diarrea crónica producida por Clostridium difficile, restablecían la comunidad bacteriana normal y curaban la enfermedad.

Hervert Virgin y sus colaboradores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, encontraron un rol similar para el viroma. Así por ejemplo, encuentran que lauchas con herpevirus dormidos, despiertan el sistema inmune hasta hacerlas menos propensas a infecciones bacterianas.

Estos conceptos de microbioma y viroma no existían hace diez años. Ahora los investigadores han acumulado suficiente evidencias de su importancia y ya comienzan a manipular microbios y virus que habitan en nuestro organismo con el objeto de mejorar la salud y combatir las enfermedades. (Bacterias amigas pueden ser aun mas amigas).





Para mayor información: Elizabeth Pennisi. Body`s Hardworking Microbes Get Some Overdue Respect. Science, vol 330, pág. 1619, año 2010.



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