Educando los niños para el futuro
( Publicado en Revista Creces, Marzo 1998 )

Hasta hace apenas un siglo, el sistema educacional estaba diseñado básicamente para preparar a los niños para que más tarde pudieran insertarse en una sociedad simple, en la que preponderantemente iba a tener que realizar una labor física. Por esta realidad, la sociedad de aquella época podía progresar, aún cuando mucha de su gente joven no lograba desarrollar todas sus capacidades intelectuales. Pero ahora todo ha cambiado, y continuará cambiando, como consecuencia de la verdadera explosión de nuevos conocimientos y sus aplicaciones tecnológicas.

La sociedad de hoy se ha tecnificado, se ha hecho en extremo competitiva y con un alto grado de complejidad. Por ello, exige cada vez más capacidades intelectuales, más información y más sólidos principios morales, sí es que las personas pretenden incorporarse como elementos útiles a ella, y llegar a formar una familia y satisfacer sus legítimas aspiraciones.

Por otra parte, es evidente que hoy el progreso de la sociedad depende de las capacidades intelectuales alcanzadas por todos y cada uno de sus miembros. En adelante la sociedad ya no podrá progresar, si un porcentaje elevado de sus individuos no han podido desarrollar todas sus capacidades intelectuales. Por ello se hace indispensable que los estándares educacionales se eleven en toda la población, y no sólo en una tracción elitaria de ella. Ello es un requisito indispensable, no sólo para lograr una igualdad de oportunidades, sino también para que sea posible el progreso de la sociedad entera. El hecho real es que cada vez más, el trabajo intelectual está reemplazando al trabajo físico, y para esta realidad tendremos que preparar a nuestros niños.

Más aún, la sociedad para desenvolverse necesita de una democracia sólida y estable. Ella es sólo posible alcanzarla, si todos y cada uno de sus miembros están debidamente informados y educados. Ello pasa por la formación de individuos cultos, entendiendo por cultura, la suma de conocimientos que permita a las personas comprender toda la complejidad de la sociedad en que están inserto, con todas sus variables y sus interdependencias. Una sociedad ignorante, es presa fácil de los vendedores de utopias y de los buscadores de poder, lo que constituye un grave riesgo para su estabilidad y progreso.

Muchos son los factores que influyen en el desarrollo intelectual y la educación de los niños, entre los cuales la calidad del «educador» tiene una importancia fundamental: «su interés, sus valores, su vocación, su entusiasmo por enseñar, su responsabilidad, su compromiso y su propio nivel de información». En sus manos está lo que hemos llamado «educación formal», durante lo cual debe reforzarse el amor por aprender, junto a los principios morales solidarios.

Pero ello no es todo lo que se necesita para preparar al adulto del futuro. Bien sabemos hoy por ejemplo, la enorme plasticidad del niño durante los primeros años de vida y sus proyecciones futuras. La familia y el cumplimiento de los roles parentales, adquieren en esta etapa una importancia fundamental. Es sabido que los niños tienden a repetir la experiencia familiar que les tocó vivir, con sus virtudes y sus defectos. Más tarde será la influencia de sus pares y de otros factores que en la sociedad actual no se pueden desconocer. Tal es el caso, por ejemplo de la televisión. Un niño tipo, a los 18 años ha estado frente a la televisión más horas que todas las horas que ha asistido a clase en la escuela. Diversos estudios demuestran que aquellos muy televisados, tienden a desarrollar menor esfuerzo en la escuela, obtener menores calificaciones y tienen más dificultades en la lectura. Siendo de tan gran influencia la televisión, es fundamental preocuparse del contenido y objetivo de los programas. La preparación del niño del futuro, así lo requiere.

En nuestros tiempos, para la adecuada educación de los niños, hay que considerar que estamos enfrentando una nueva realidad. En una economía, progresivamente basada en el conocimiento, el estudiante no exitoso, sólo podrá optar a empleos marginales y de baja remuneración, con toda la frustración y resentimiento que ello significa. Más aún sí consideramos que en el futuro las funciones no calificadas, irán progresivamente disminuyendo. Es cierto que un proceso de modernización de la educación, recae en buena medida en la educación formal, pero no es menos cierto que hay muchos otros factores y conductas que se necesitan también modificar. Es así que la preparación del niño para enfrentar con éxito el futuro, es responsabilidad de todos.



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