La carrera por conquistar el petróleo pesado de los países árabes
( Creces, 2012 )

Arabia Saudita y Kuwait se embarcaron en un experimento para sacar crudo del pozo Wafra, ubicado en una porción poco habitada del desierto compartida por ambos países.

Wafra, Kuwait La península arábiga (Arabia Saudita y Kuwait) ha abastecido al mundo del petróleo desde hace cinco décadas. Si puede seguir haciéndolo y durante cuánto tiempo dependerá de proyectos como el que desarrolla aquí, en las arenas del desierto junto a la frontera entre Arabia Saudita y Kuwait.

Arabia Saudita se convirtió en el mayor productor mundial de petróleo al recurrir a sus vastas reservas de crudo liviano, fácil de perforar y de alta calidad. Pero en momentos en que aumenta la demanda de energía y los pozos de "crudo fácil" comienzan a secarse, los sauditas se ven obligados a acudir a una fuente mucho más complicada: los miles de millones de barriles de petróleo pesado atrapados en la profundidad del desierto.

El petróleo pesado, a veces espeso como la melaza, es más difícil de extraer del suelo que el petróleo liviano y cuesta más refinarlo para convertirlo en gasolina. Sin embargo, Arabia Saudita y Kuwait se han embarcado en un ambicioso experimento para sacarlo del pozo petrolero de Wafra, ubicado en una porción poco habitada por los dos países.

El hecho que los sauditas estén considerando un proyecto de esta naturaleza pone de manifiesto lo difícil y caro que se esta volviendo satisfacer la sed mundial de petróleo. También sugiere que incluso los sauditas podrían no estar en condiciones de incrementar la producción con rapidez en el futuro si la demanda aumenta de forma imprevista. Ninguna de estas cuestiones augura un regreso del petróleo barato a largo plazo.

"El petróleo fácil se esta acabando", sostiene Alex Munton, analista de Medio Oriente en la consultora escocesa Wood Mackenzie. Los pozos petroleros más importantes en la región del Golfo, sostiene, han bombeado más de la mitad de su crudo, punto a partir del cual la producción tradicionalmente comienza a declinar.

La Administración de Información de Energía de Estados Unidos afirmó este mes que el consumo mundial de crudo alcanzaría un récord de 88 millones de barriles diarios este año. La crisis en Libia y un crecimiento más moderado de la producción en los países occidentales mantendrá el, suministro en un nivel bajo, lo que impulsará los precios, indicó. La agencia proyecta que la cotización del petróleo promediará US$ 103 el barril este año, un aumento de 30% frente al año pasado, y que será más alta el año próximo.

Nadie sugiere que los países del Golfo se estén quedando sin petróleo. El crudo pesado aunque es difícil de extraer, es abundante. Se cree que sólo Medio Oriente posee alrededor de 78.000 millones de barriles de petróleo pesado que actualmente es recuperable, más de 3,5 veces las reservas totales de EE.UU.

100 años de consumo

El Servicio Geológico de EE.UU. estima que hay unos tres billones (millones de millones) de barriles de petróleo pesado en el mundo, alrededor de 100 años de consumo global a los niveles mundiales actuales. El problema es que sólo una fracción (unos 400.000 millones de barriles) puede ser recuperada con la tecnología existente. Nuevas técnicas, como las que están probando en Wafra, podrían liberar una cantidad mayor. "Cuando la gente habla de cómo nos estamos quedando sin petróleo, no están contando el petróleo pesado", señala Amy Myers Jaffe, directora del Foro de Energía del Instituto Baker para Políticas Públicas de la Universidad Rice, en Houston, EE.UU. "Hay una gran cantidad de recursos allí... Es sólo cuestión de desarrollar la tecnología". Para acceder al petróleo pesado de Wafra, trabajadores inyectan vapor al suelo para calentar el crudo y hacerlo menos viscoso, lo que permite que fluya hacia la superficie. La técnica es complicada, cara y no fue probada en el tipo de roca que recubre el crudo de Wafra.

Para la mitad final del proyecto los sauditas han incorporado la ayuda de Chevron Corp., que tiene décadas de experiencia en la extracción de petróleo pesado de campos en California y Tailandia. Además, es una oportunidad insólita para que una petrolera occidental pueda quedarse con una participación en las mayores reservas petroleras del mundo.

El proyecto, mucho más complejo que lo que Chevron ha hecho antes, costará miles de millones de dólares y demorará décadas en completarse. Y será Chevron, no los sauditas, quien aporte el capital para que la iniciativa pueda operar y corra con el riesgo en caso de que no resulte. El yacimiento petrolero de Wafra se ubica a casi 50 kilómetros de la Costa del Golfo Pérsico, junto a una carretera con cables de electricidad y cañerías. Alrededor del 45% del crudo de Wafra termina en EE.UU. Ese es el crudo fácil de bombear. El gran premio: los 25.000 millones de barriles de petróleo pesado. Chevron está realizando lo que representa una prueba de cuatro años y US$340 millones en un pequeño rincón de Wafra.

El consumo global de petróleo, impulsado por la enorme demanda en China e India, aumentó 2,3 millones diarios el año pasado, un incremento de 2,8%, según cifras del gobierno de EE.UU., la segunda mayor alza en 30 años. En tanto, la producción petrolera en los países occidentales apenas crece. Eso significa que el mundo depende cada vez más de la producción de los países OPEP y en especial de Arabia Saudita, su miembro dominante.

Algunos ya intentan acceder a sus reservas de esta clase de crudo. Bahrein afirmó que espera duplicar o triplicar la producción de su pozo Awali al apuntar al petróleo pesado con la ayuda de Occidental Petroleum Corp. En 2009, Abu Dhabi emprendió un proyecto piloto con la estadounidense Praxair Inc. para impulsar la producción de petróleo pesado en su Zakum. Omán también cuenta con un proyecto. El de Wafra supera con creces a todos los demás en la región. Si los sauditas y los kuwaitíes deciden inyectar vapor a todo el pozo, se duplicará el tamaño del mayor proyecto de vapor en operación en Indonesia. En última instancia, esperan recuperar alrededor de 6.000 millones de barriles de petróleo.

BEN CASSELMAN, Reportero



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