Desórdenes limítrofes de personalidad ¿Qué hacer?
( Creces, 2012 )
Quienes padecen de "desórdenes limítrofes de personalidad", por lo general están expuestos a situaciones traumáticas desencadenadas por ellos mismos, como consecuencia de sus dificultades para interactuar con otras personas. Hasta ahora se afirmaba que estos trastornos no tendrían cura y que el defecto de personalidad lo acompañaría por vida. Ahora se comienza a pensar que podrían beneficiarse mediante nuevos procedimientos de psicoterapia.
Los desórdenes de la personalidad tienen que ver con dificultades para interactuar con otras personas. Pueden ser extremadamente incapacitantes para los que lo padecen estos desordenes mentales, como también para los que conviven con ellos. American Psychiatric Association, en su Manual de Diagnóstico y Estadísticas (DSM), reconoce 10 tipos diferentes de desórdenes de personalidad (figura 1). Cualquiera sea el diagnóstico, por lo general lo atribuyen a acontecimientos emocionalmente traumáticos que han experimentado durante alguna etapa de su vida, pero la verdad es que nacen con el defecto. En el 45% de los casos, pueden detectarse claros factores genéticos, aun cuando no se han individualizado genes específicos responsables. En estudios de imágenes también se han descrito conexiones débiles entre la amígdala, una estructura cerebral que procesa las reacciones emocionales, y la zona de la corteza cerebral que inhibe esta actividad (Neuropsychopharmacology. vol.32, 2011, p 1629).
Las alteraciones limítrofes de personalidad que se caracterizan por inestabilidad emocionales extremas, han sido las más estudiadas, ya que son esas personas las que con más frecuencia piden ayuda. La denominación de desordenes "limítrofes" no significa que están al borde de una enfermedad mental. Lejos de ello, el nombre obedece a que los síntomas parecen combinar una alteración neurótica, con el delirio psicótico.
Los que buscan tratamiento para su condición, son mayoritariamente de sexo femenino (1 a 3). Se quejan de su incapacidad de establecer relaciones normales con otras personas, como también de una constante sensación de vacío. Con frecuencia padecen de algún impulso compulsivo con diferentes adiciones, ya sea a alimentos, alcohol, drogas o compras compulsivas. Entre una crisis y otra, es frecuente que se dañen a si mismas o que incluso cometan atentados suicidas. Oscilan de un estado emocional a otro, como por ejemplo, idealizando a un amigo en un determinado momento, para rechazarlo tajantemente después de algo que interpretan como un desaire. Son frecuentes las crisis de enojos y las personas que tratan de ayudarlas, en lugar de agradecimiento, temen represalias.
Se puede hacer algo
Los desordenes limítrofes de personalidad, tiene una muy mala reputación. Los psiquiatras le temen, ya que difícilmente logran curaciones. A pesar que ha avanzado mucho la farmacología de la moderna psiquiatría, ello poco ha ayudado a estos enfermos. Las nuevas drogas antipsicóticas y moduladores del estado de ánimo, pueden ser útiles para disminuir algunos síntomas, pero poco pueden conseguir sobre el desorden mismo (British Journal of Psychiatry, vol. 196, p4). Sin embargo parece que hay nuevas esperanzas en algunos métodos especializados de psicoterapia. Uno de ellos es la llamada "Terapia Conductual Dialéctica", desarrollado por Marsha Linehan de la Universidad de Washington en Seattle. Se trata de una terapia, basada en conceptos budistas, destinada a producir cambios cognitivos, con los que se consigue calmar el momento presente, para llevar paulatinamente a la persona a que cambie su comportamiento. En una serie de ensayos clínicos obtienen resultados importantes, especialmente en los síntomas más debilitantes. (Annual Review of Clinical Psychology, vol.3, p.181).
Otro enfoque exitoso es el llamado "tratamiento basado en mentalización", instituido por Bateman y Peter Fonagy de la University College London, que según señalan los autores, logran un mejor entendimiento de si mismo y de los otros (American Journal of Psychiatry, vol.165, p.631). Las dos terapias tienen mucho en común. Ambas están estructuradas para hacer ver que la premisa de la preocupación de la persona es muy válida. "Uno de los fundamentos del tratamiento, es que las experiencias subjetivas del paciente se toman muy seriamente", señala Beteman. Los autores de ambas metodologías reconocen que los pacientes requieren de un largo tiempo de tratamiento y que no curan enteramente, pero consiguen disminuir en un alto porcentaje los síntomas más incapacitantes. Lo importante en definitiva, es eliminar el concepto de "intratable".
* Para saber más. Peter Aldhous: Fix You. New Scientist 27 Agosto 2011, p.47.