Alimentos Transgénicos, Proponen Vía Legal para su Producción en Chile
( Creces, 2012 )
La producción de alimentos transgénicos en Chile ha estado en el ojo del huracán. Actualmente su uso en el sector silvoagropecuario esta limitado a la multiplicación de semillas para exportación y ha sido de un gran impacto. En 2009 se exportó un total de 379 millones de dólares, contribuyendo con el 6% del total de las exportaciones agrícolas del país. Y en los últimos 10 años, la superficie destinada a semilleros en el país se ha incrementado casi un 60%.
Actualmente el Ministerio de Agricultura de Chile, según explica el títular de este ministerio. José Antonio Galilea, está "trabajando para regular, por ley, el cultivo de vegetales genéticamente modificados en la agricultura y ampliar esta tecnología a cultivos comerciales, en forma segura, con los resguardos en materia de salud y medioambiental que sean necesarios. Estamos convencidos de que pueden convivir la agricultura convencional, la orgánica y la que tiene aplicaciones de biotecnología, más aún, estimamos necesario fomentarlas sin distinción".
En la visión del Ministerio de Agricultura, la biotecnología, en todas sus expresiones, debe estar al alcance de los productores agrícolas y en ese sentido les parece inconveniente privar a los agricultores de Chile el acceso a esta alternativa. "No podemos ignorar que para elevar la competitividad de nuestras exportaciones y profundizar el acceso a mercados externos se requiere de mayor investigación e innovación tecnológica en los procesos productivos, que agregue valor a nuestros productos, otorgándoles atributos que faciliten su producción, comercialización o que les incorporen características apreciadas por los consumidores", puntualiza el ministro de Agricultura de Chile.
En este contexto, la biotecnología utilizada en sus diversas aplicaciones es una herramienta clave para aumentar la productividad, calidad y sustentabilidad ambiental de la producción silvoagropecuaria nacional, que no sólo permitiría agregar valor o elevar la eficiencia de procesos productivos, limpia o ambientalmente sustentable. Asimismo, las biotecnologías agrícolas abarcan una amplia gama de herramientas y metodologías que se están aplicando en medida creciente en los cultivos, la ganadería, el sector forestal, la pesca y la agricultura, así como en las agroindustrias, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados. Hablamos de las biotecnologías entendidas en sus múltiples opciones, donde los cultivos genéticamente modificados son una de ellas.
A la luz de esta realidad, el Gobierno de Chile se ha propuesto establecer las condiciones que permitan a otros subsectores de la agricultura chilena usar esta tecnología y recibir los beneficios que de ella pueda generarse. En este sentido el ministro de Agricultura enfatiza que: "No hay ninguna razón para privar a nuestros agricultores de su utilización, que afecta a su competitividad y otorga a la competencia una indiscutible ventaja. Los productores de maíz y los remolacheros, entre otros, saben bien de lo que hablo".
"Somos conscientes, eso sí, que esto conlleva una importante creación de capacidad en el país, para todas las etapas que involucra la adopción de una tecnología desde la investigación y el desarrollo hasta la comercialización. No podemos olvidar que debemos desarrollar variedades vegetales y forestales que respondan a las necesidades de nuestra agricultura y la idea es que ese desarrollo, en lo posible, debe provenir de nuestros propios científicos", agrega el personero.
Tal como se extrae de reflexiones emanadas de la Conferencia Técnica Internacional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), realizada a comienzos de 2010 en Guadalajara, México, los gobiernos tienen la responsabilidad de elaborar su propia visión y política nacional sobre el papel de las biotecnologías, examinando las opciones y oportunidades que en el contexto de las estrategias, los objetivos y los programas nacionales en materia de medioambiente y de desarrollo económico social y rural sustentable.
De acuerdo a esto y desde el punto de vista público, el Ministerio de Agricultura visualiza algunos ámbitos de acción prioritarios que deberá abordar para el correcto desarrollo y aplicación de los VGM en el sector agrícola nacional. Primero, el establecimiento de un marco regulatorio que otorgue las certezas jurídicas, tanto para quienes usan esta tecnología, como para aquellos que pueda preocuparles la adopción de las correspondientes medidas de bioseguriodad. Segundo, el fomento a la investigación, que permita la aplicación de esta tecnología en las más variadas áreas de la producción silvoagropecuaria.
Y en tercer lugar, en una economía abierta como la chilena, que tiene como principal motor de crecimiento sus exportaciones, es necesario realizar un monitoreo permanente de las preferencias de los consumidores, de manera que mejore la competitividad incrementando la participación en los principales mercados del mundo.
"Finalmente, me parece oportuno señalar la necesidad de crear más y mejorar los espacios de intercambio de información, que fomenten el diálogo entre los diferentes actores involucrados, en una materia que tanto se ha polarizado en estos más de 15 años y que a estas alturas está plagada de mitos y distorsiones", sentencia el Ministro de Agricultura.
A fines de noviembre de este año, diversos sectores ecologistas plantearon la necesidad de discutir sobre los riesgos de los cultivos transgénicos en Chile. De esta forma, organizaciones ambientalistas e instituciones de innovación solicitaron abrir el debate acerca del cultivo de semillas y productos transgénicos o genéticamente modificados en nuestro país. Chile actualmente no cuenta con una legislación que norme esta situación, mientras pequeños, medianos y grandes agricultores podrían ver afectados sus cultivos debido a la contaminación entre el polen de las plantaciones.
Durante 2009 se contabilizaron un total de 24.517 hectáreas destinadas al cultivo de semillas transgénicas en nuestro país, mientras que en los últimos cinco años, el negocio de los productos genéticamente modificados reportó ganancias superiores a los 520 millones de dólares. Es por eso que se ha transformado en un tema de debate, en el que productores y detractores presentan sus argumentos.
En la zona centro-sur del país se cultiva principalmente semillas de maíz, soya y canola, y en menor medida de remolacha, alfalfa, eucaliptos y otras especies forestales. El Norte Grande, en tanto, es una zona destinada idealmente a la investigación de nuevos cultivos transgénicos. Sin embargo, nadie sabe en qué lugares se trabaja con esta técnica, por motivos de confidencialidad, derecho de autor y temor a eventuales atentados en contra de estos terrenos.
Pese a la preocupación de la ciudadanía y de algunas organizaciones, este tipo de cultivos no representaría ninguna amenaza, ni al medioambiente, ni a las personas ni a otros cultivos naturales. Actualmente no existiría evidencia científica en contra de los cultivos transgénicos desde el punto de vista ambiental, tenemos aspectos que tienen relación con la salud humana y de nuevo no existe evidencia científica de los cultivos y
de los alimentos derivados de éstos hoy en el mercado en contra de ellos. Sin embargo, hay que ser cuidadosos con lo que algunas organizaciones solicitan y se debería evaluar caso a caso si es que tienen base o no este tipo de solicitudes.
En los últimos años, en nuestro país, ha aumentado sorprendentemente el negocio de los productos orgánicos, aquellos que se cultivan sin ningún tipo de producto artificial, entre los que destacan el vino y algunos tipos de hortaliza. Para los productores de transgénicos, sin embargo, es necesario que se debata para permitir la coexistencia de ambos tipos de cultivos. Es por eso que el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) inició una mesa de trabajo entre productores dedicados a ambos negocios para establecer ciertos criterios y mecanismos de convivencia.
Para los ambientalistas también es necesario legislar, pero para prohibir el cultivo de este tipo de productos genéticamente modificados. Este sector esgrime que este tipo de cultivos entró a Chile a comienzos de los años 90 sin que existiera una ley que regulara esta actividad ni el consentimiento de las autoridades ambientales o agrícolas y coincide en la necesidad de abrir el debate para que el Estado adopte una postura al respecto.
* InduAlimentos Diciembre 2010