"Realmente hemos encontrado algo muy importante e inesperado", afirma Lee Berger de la Universidad de Witwatersand, Johannesburgo, en Sud África. Sin embargo otros paleoantropologistas, dicen que antes de aceptar que estos restos Australopitecos tengan un lugar dentro de la familia humana, esperan contar con los análisis más detallados y acuciosos con otros antiguos homínidos.

De acuerdo a lo que señala Darryl de Ruiter, de Texas A&M de la Universidad de Texas, en su presentación en College Station, los cuatro homínidos encontrados, habrían muerto hace 1977 años, al caer en una "trampa mortal" en una caverna en Malapa, Sud África. Pareciera que madre e hijo hubiesen caído en un hoyo dentro de la cueva, mientras posiblemente se acercaban a beber de las vertientes demasiado profundas (¿Fósiles de nuestra familia?). El equipo, posteriormente también informó del hallazgo de restos de un lactante de 18 meses de edad y de otro adulto. Con ellos han podido apreciar el desarrollo del Australopitecos sediba, desde la infancia a la vejez (Science, 9 de Abril, 2010, p. 154).

En otras conferencias, Berger y otros miembros de su equipo hicieron notar que el Austrolopitecus sediba, vivió en ese espacio de tiempo misterioso, después en que emergió nuestro género Homo, hace 2 a 3 millones de años. Los investigadores han estado siempre preocupados de averiguar cuál de las diferentes especies Australopitecos ha sido nuestro antepasado, de donde en definitiva se llegó al Homo, pudiendo ser los candidatos más probables, la especie de Lucy, o la especie de Australopitecos a forenses (La historia humana).

El hallazgo de los huesos mejor preservados, incluyen clavículas, hombros, omóplatos y costilla, además de una calavera completa, manos, pies y dos pelvis. El equipo de investigadores de Ruiter cataloga los restos como "homini astrolopithecine", porque tiene un cerebro pequeño y un cuerpo como astrolopithecine.

"Pero los fósiles también muestra rasgos modernos, que generalmente se ven en las extremidades de la especie Homo", dice Berger. En especial la pelvis de estos fósiles son espaciosas y alongadas, pareciéndose a las de Hornos. Berger agrega que hay también otras particularidades presentes propias del Homo, como dientes más pequeños, manos más chicas y una elongación del pulgar (Como las mutaciones del DNA nos diferenciaron del chimpancé).

En otra conferencia, en la Sociedad de Paleoantropología, Kristian Carlson de la Universidad de Indiana en Bloomington, analizan la impresión dejada por el cerebro en el interior del hueso del cráneo (el cráneo crece empujado por el cerebro), y concluye que este último pudo haber estado organizado en una forma moderna. Si esto fuera así, sería señal de que el cerebro y la pelvis del Australopitheco sediba, habrían estado comenzando a evolucionar, aún antes que el cerebro se expandiera.

Pero en aquella época, ya deben haber estado existiendo nuestros ancestros primitivos (Homo). Por eso Ruitter piensa que estos deben haber sido tal vez los últimos de su especie, la que en definitiva habría dado lugar a la especie Homo. Otros investigadores que también han examinado estos restos fósiles durante ese mismo congreso, se manifestaron de acuerdo en que a primera vista presenta una mezcla inusual de especie primitiva y moderna, pero que para formarse un concepto más definitivo habría que comparar con más detalle al Astrolopithecus sediba, con los antiguos homínidos conocidos.