Si bien es cierto que posee efectos analgésicos, ello no significa que se pueda tomar sin temor por largo tiempo. Muchos temen específicamente por los posibles daños que puede provocar en el cerebro inmaduro del adolescente, cuando aún este no ha completado su organización
(el cerebro del adolescente). Ya se sabe que se produce en él un daño muy semejante al que ocurre durante la vejez. En un comienzo los síntomas sólo se manifiestan en cambios de humor, pero después de un tiempo se va llevando a una progresiva apatía, falta de iniciativa, carencias de demostraciones afectivas, disminución de la capacidad de concentración y junto a ello, se va produciendo una progresiva disminución del rendimiento escolar.
Lo que es más preocupante, es que recientemente se ha anunciado que se ha producido una planta de marihuana genéticamente manipulada y que tiene una alta potencia (Cannabis sativa), la que obviamente será mucho mas aditivas (Scientific American nov.-dic. 2012:36). Si esta se comercializa legalmente, provocará problemas en carreteras, calles y aviones, como ya ha sucedido. Tomada aún en pequeñas dosis, incrementa los tiempos de reacción, altera las percepciones de las distancias, afecta la memoria, limita la capacidad de juicio y disminuye las habilidades motoras
(Efecto de las drogas en el cerebro). Toda estas acciones son especialmente graves para los que manejan automóviles o aviones bajo la influencia de la marihuana. Durante los tests para revalidar permisos de manejar, se ha observado que los que están bajo los efectos de la marihuana, se les afecta su memoria de trabajo, que es la habilidad temporal de retener información necesaria. Es así como disminuye la capacidad de recordar y recitar una lista corta de palabras. Cabe señalar que estas limitaciones se observan entre cuatro a seis horas después de haber fumado un solo cigarrillo de marihuana y son los mismos grados de limitaciones que se observan con un nivel de alcoholemia de 0.10
El componente activo y su impacto
El compuesto activo de la marihuana es el llamado tetrahidrocannabinol (TCH), que tiene el mismo efecto que una molécula química que normalmente se produce en diferentes partes del cerebro (ver figura) y que se ha llamado endocanabinoideo
(Nuestro cerebro se defiende de la locura). Es para esta molécula que existe en la membrana de la célula nerviosa (neurona), un receptor denominado CB1. Mediante él, reconoce al endocanabinoideo y lo deja penetrar al interior, donde modula el apetito, el humor y la memoria. El TCH de la marihuana, también es reconocido por el mismo receptor CB1 de la membrana celular y también lo deja penetrar a su interior. Es allí donde la droga produce hilaridad, alegría, y buen sabor de los alimentos. Con ello la gente se siente feliz y relajada, aunque a veces aparecen también efectos no deseados, como paranoia e irritabilidad.
Este es el efecto inmediato de la marihuana, que ya se conoce y es fácilmente determinable. La preocupación es el efecto a largo plazo. Normalmente la marihuana se fuma. Al quemarse, libera más factores cancerígenos que el tabaco, pero es aún más peligroso que él, dado que los fumadores tratan de mantener el humo el máximo de tiempo posible en los pulmones. Durante el embarazo tiene también un efecto nocivo sobre el feto, en todo similar al que produce el alcohol (síndrome fetal alcohólico).
Más preocupante es el daño cerebral. En un estudio clínico reciente hecho por la psicóloga Madeline Meier y sus colegas de la Universidad de Duke en Nueva Zelandia, encontraron que los que comenzaron a fumar desde temprano, sufrían una disminución de sus capacidades mentales. El estudio se realizó en 1.037 neozelandeses. Aquellos que habían comenzado a fumar tempranamente, cuando cumplieron 38 años, habían perdido 8 puntos en su cuociente intelectual, en comparación con los que nunca habían fumado.
El problema parece ser más grave, dado lo dicho por American Society of Addition Medicine (ASAM), en relación a la nueva marihuana, más potente y que se ha comenzado a comercializar entre adolescentes. Según ASAM, entre 1993 y 2008, el promedio de concentración de THC en las marihuanas que se han confiscado, se han elevado de 3.4 a 8.8 %. Mientras tanto las estadísticas de admisión de hospitales y centros de rehabilitación, el abuso de marihuana se ha disparado en un 180% entre los años 1992 y 2006. En contraproposición a ello, el abuso de alcohol durante igual período ha disminuido en un 64%.
Otros riesgos hay en la marihuana que se vende en las calles. Los distribuidores la comercializan por peso, por lo que le agregan arena o pequeñísimas perlitas de vidrio. Aún cuando no esté evaluado respirar crónicamente estos contaminantes, se puede presumir el riesgo de dañar o producir escaras en los pulmones. Es importante considerar todo esto antes de darse el gustito de atraer simpatías y adhesiones permitiendo su legalización.