Grandes bolas de fuego en el cielo
( Creces, 2014 )

Un reciente visitante celestial que explotó en el cielo de Chelyabinsk (Rusia), está permitiendo aclarar que sucedió en Tunguska (Siberia), hace más de cien años.

El viernes 13 de Julio del año 1908, a las 7.43 de la mañana, en la región de Tunguska, Siberia, se observó en el cielo un extraordinario fenómeno, que hasta la fecha no parecía tener explicación. El periódico "Krasnoyarets", editado en esa zona, lo describió así: "Se oyó un gran ruido como de un ventarrón, que inmediatamente fue seguido como un terrible estallido, acompañado por un golpetazo subterráneo que hizo temblar a los edificios. Se tenía la impresión de que algún enorme rayo o alguna roca de gran peso, había golpeado el edificio. Eso fue seguido por otros dos golpazos igualmente poderosos. El intervalo entre los sacudones estuvo acompañado por un profundo retumbón subterráneo, como el traqueteo de varios trenes que corren juntos y simultáneamente por los riles. Luego se inició y continuó por cinco minutos un prolongado "rata-ta-ta-ta...", como fuego de artillería. Los golpes continuaron y hacían temblar la tierra".

Pasó mucho tiempo y casi 20 años más tarde (1926) los físicos comenzaron a preocuparse, tratando de comprobar el relato y buscarle al mismo tiempo alguna explicación. Fue así como la Academia de Ciencias de Rusia encargó a Leonid Kulik que organizara una expedición al sitio del suceso y tratara de comprobar los hechos. El viaje fue azaroso por el clima, la distancia y la falta de caminos. Llegados a la zona, debieron caminar entre troncos de árboles destrozados y caídos, con una característica muy curiosa; que todos estaban tendidos en el suelo, apuntando hacia el sur (figura 1). Era claro que el bosque no había sufrido un incendio, en cambio los árboles se veían chamuscados como si una llamarada poderosa, con un brillo y calor instantáneo los hubiera resecado en segundos y con fuerza los hubiera volteado, arrancándolos de raíz.

Varios años más tarde, en 1959, el físico ruso, Viktor Zhuravlyov formó parte de otra expedición a la misma región, tratando de ubicar un cráter o restos semejantes que evidenciaran un impacto de algo que hubiera caído desde el espacio. Pero no encontraron nada. ¿Cuál podía ser entonces la causa? ¿Un cometa?, ¿un asteroide?, ¿una gran explosión de metano surgida del interior de la tierra? (A qué se debió la destrucción de Tunguska), ¿o una explosión de antimateria?, ¿o una colisión de un hoyo negro con otro planeta?, ¿un choque de naves espaciales? Se consideraron estas y muchas otras y disparatadas conjeturas, pero Tunguska continuó siendo un misterio sin lograr aclararse. (Fuego celestial en Siberia. Impacto de asteroides).

Recién ahora, después de cien años, aparece una posible explicación. Recientemente se produjo otra bola de fuego en el cielo, semejante a lo que se había descrito en Tunguska en 1908. Pero esta vez el fenómeno fue observado directamente por miles de personas y pudo registrarse con gran precisión. A comienzos de este año (15 de febrero 2013), en Chelyabinsk, también una región de Rusia, se observó temprano en la mañana una gran bola de fuego que se desplazaba en el cielo y segundos después explotaba. La onda expansiva golpeó fuertemente todas las ventanas de las casas y hasta cayeron algunos muros. Las secuencias de lo ocurrido en el cielo quedaron grabadas en diversos videos, mientras que las determinaciones de los censores gubernamentales, comprobaron que el estallido correspondía a la explosión en la atmósfera de un gran meteoro.

Esta vez quedaron repartidos fragmentos de rocas que se pudieron recolectar y analizar. Todo ello demostraba que lo sucedido en Chelyabinsk había sido causado por un asteroide rocoso que había explotado en la atmósfera, a una altitud de aproximadamente 20 a 25 kilómetros. Este había entrado a gran velocidad a la atmósfera en un ángulo agudo tangencial, probablemente venido directamente del "cinturón de asteroides" (Los planetas de nuestro sol). El hecho quedó gravado en diversas cámaras, mientras que el infrasonido de la explosión, inaudible para el oído humano, lo registraron censores instalados en distintas partes del mundo, diseñados para detectar explosiones nucleares. Estos constataron que la explosión de Chelyabinsk tuvo una equivalencia de 400 kilotones de TNT, unas trescientas veces más que la bomba atómica de Hiroshima.

En base a todas estas observaciones se ha calculado que el meteoro debió pesar aproximadamente 10.000 toneladas, con un diámetro de 18 metros. Lo más importante, fue que la bola de fuego del meteoro era muy similar a la que impactó en Tunguska (figura 2). En ese caso, ya sea un cometa o un asteroide de mayor tamaño, provocó una explosión mucho mayor, con una onda expansiva tal, como para arrancar de raíz los pinos y cedros de los extensos bosques de la zona. Un meteorito rocoso que perforó la atmósfera a la velocidad del sonido, generando un gran calor, capaz de fundir cualquier material. En ese pasaje la roca, a gran velocidad entró en un shock hipersónico, explotando antes que alcanzar el suelo. Esto habría sido lo que también sucedido en Tunguska, ya que en uno y otro caso no se encontró cráter u otro signo de impacto.



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