Inmunoterapia en el cáncer
( Creces, 2014 )

Ya se puede afirmar que se cuenta con una nueva arma contra el cáncer, que aún estando en pleno desarrollo, ya ha demostrado su eficiencia. En este caso se trata de bloquear dos anticuerpos diferentes, contra dos proteínas receptoras de los linfocitos T, que ponen trabas para que estos actúen eficientemente contra las células cancerosas. Los primeros resultados están siendo auspiciosos en diversos tipos de cáncer.

Hace poco más de cuarenta años que se inició la guerra contra el cáncer. Con el tiempo se han ido sumando nuevas armas, las que se han estado empleando progresivamente. Primero la cirugía, luego las radiaciones, y por último la quimioterapia. En ocasiones algunas de ellas han tenido efecto, pero debemos reconocer que poco se ha avanzado, ya que el cáncer sigue campeando, manteniéndose entre las primeras causas de muerte. Ahora se agrega una nueva arma, la inmunoterapia.

Se trata de una nueva metodología que está en pleno desarrollo y que a diferencia de las anteriores, pretenden preparar al sistema inmune del propio organismo para que este se defienda por si mismo del cáncer. La historia se inicia en los años 1980, cuando James Allinson, ahora en el MD Anderson Cáncer Center de la Universidad de Texas, identificó una proteína receptora ubicada en la superficie de los linfocitos T, a la que llamó "Antígeno 4 cito tóxico de linfocitos T" (CTLA-4, la sigla en inglés). Descubrió que ella bloqueaba la respuesta inmunológica natural del linfocito, impidiéndole que este se lanzara en un ataque inmunológico efectivo contra las células cancerosas. Pensó entonces que bloqueando esta proteína CTLA-4, se liberaría su actividad inmunológica y que de este modo el linfocito T podría atacar directamente a la célula cancerosa. Fue así como en ratas desarrolló un anticuerpo contra su proteína CTLA-4 y observó como en estas condiciones los propios linfocitos T lograban inhibir el crecimiento tumoral.

Pasaron varios años, hasta que en el 2010, Bristol-Mayer Squibb, informó que un grupo de pacientes con melanomas metastásicos tratados con anticuerpos anti CTL-4, lograron como promedio, vivir 10 meses, comparados con seis meses que vivieron los que no recibieron el anticuerpo. La diferencia parece poca, pero esta fue la primera vez que un tratamiento había logrado prolongar la vida en pacientes con un melanoma avanzado. Incluso la cuarta parte ellos habían sobrevivido hasta dos años.

En los años 2000, un biólogo japonés descubrió otra molécula que también es expresada en linfocitos T moribundos. La llamó "programador de muerte 1", o "PD-1". El investigador la describió también como freno para los linfocitos T. Con todo, no pensó que podía ser útil en la lucha contra el cáncer, pero otros lo pensaron por él. Drew Pardoll de la Universidad de John Hopkins, convenció a Medarex (empresa farmacéutica) para que fabricara y ensayara un anticuerpo anti PD-1 para tratar pacientes con cáncer. El primer ensayo se realizó en el 2006, con 39 pacientes que padecían de diferentes tipos de cáncer. Sobrevivieron más de lo que era posible imaginar, e incluso, en cinco de ellos que habían sido refractarios a otros tratamientos, el tumor se les redujo notablemente.

El paso siguiente fue tratar a enfermos con melanomas administrando simultáneamente los dos anticuerpos ya conocidos. A un total de 53 pacientes de melanomas se les administró por vía intravenosa, Ipilimumab (el nombre comercial del anticuerpo anti CTL-4) y Nivolumab (el nombre comercial del anticuerpo anti PDF-1), observándose una regresión del tumor en el 55% de los pacientes, que tuvieron una "respuesta objetiva", de acuerdo al criterio de la Organización Mundial de la Salud, con una reducción del tumor de un 80% o más (N.Engl.J.Med. 2013; 369:122).

Por otro lado

Steven Rosemberg del National Cancer Institute, por años había estado cosechando células T que habían migrado a tumores. Las multiplicaba en el laboratorio y luego las reinfundía a los mismos pacientes con resultados muy positivos, a pesar de que el pronóstico era muy malo. Pero su exitosa técnica era poco práctica ya que sólo funcionaba cuando el médico tenía acceso directo al tejido tumoral. Pero en el año 2010 publicó sus resultados en los que ya había logrado dirigir los linfocitos T específicamente al tejido tumoral. Para ello los sometía a una terapia génica, en la que le agregaba una molécula trazadora que ubicaba el tejido canceroso. Al proceso lo llamó "chimeric antigen receptor" o terapia CAR.

Cari June, investigador de la Universidad de Pennsylvania, inmediatamente vio la posibilidad de utilizar la terapia CAR para tratar a sus pacientes de leucemia. En el congreso de diciembre del 2013, en New Orleans, presentó sus resultados, en 45 niños y 75 adultos leucémicos que experimentaron una remisión completa, aun cuando algunos posteriormente recayeron. Ahora la terapia CAR ha despertado gran interés y está siendo ensayada en numerosos centros médicos. Los investigadores esperan que los anticuerpos lleguen específicamente a diversos tipos de tejidos cancerosos (Science 2013; 342: 1433).

Aun la ingeniería genética de los linfocitos T está en la etapa experimental, pero por lo menos cinco empresas están activamente desarrollando anticuerpos anti PD-1 y CTL-4. Claro que el costo es elevado. La empresa Bristol-Myers Squibb, por el tratamiento completo con ipimumab de un melanoma metastático, cobra 120.000 dólares. Mientras tanto Suzanne Topalian de la Universidad de John Hopkin y Mario Sznol de la Universidad de Yale han entregado resultados con la terapia anti PD-1 en alrededor de 300 pacientes. Logran achicar el melanoma en un 31%, el tumor del riñón en un 29%, y en el 17% en cáncer del pulmón.

En el año recién pasado (2013), hubo aún más resultados alentadores. Bristol-Myers Squibb informó que de 1800 pacientes con melanomas tratados con ipilimumab, el 22% estaban vivos tres años después. Algunos meses después los investigadores informaron los resultados del tratamiento combinado de ipilimumab y anti PD-1, afirmando que el 30% de los pacientes había logrado una rápida regresión del tumor, lo que tenía a los médicos muy optimistas.

El interés despertado es muy alto, incluso en los casos avanzados de cáncer. Pero afirman que en aquellos que ya tienen metástasis, los resultados no son tan promisorios. Es cierto que hasta ahora la inmunoterapia no ayuda a todos, pero se está progresando rápidamente. En la actualidad se están buscando nuevos biomarcadores, que sean más específicos, permitiendo que los anticuerpos sean más eficientes. Con lo observado hasta ahora, por lo menos se puede afirmar que la inmunoterapia ya es una nueva arma contra el cáncer que se suma a las anteriores.



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