En nuestros intestinos reside una comunidad de microorganismo, que en su conjunto denominamos "microbioma humano". Ellos, junto al nuestro, forman un verdadero super-organismo, en que los microorganismos aportan 10 veces más células que las que constituyen nuestro organismo, ocupando un volumen que varía entre 1 a 1.5 kilos. En esta convivencia se han ido conociendo diversas interacciones beneficiosas que se desarrollan entre los genes microbianos y los de nuestro genoma, hasta el punto de llegar a considerarse que forman un genoma común (Microbiota intestinal, Metabolismo y Balance calórico).

Nuevas investigaciones señalan que la composición de esta microbiota varía de acuerdo a la composición de la dieta y que si esta cambia substantivamente, de un día para otro, también cambia substantivamente la microbiota. Es así como cambiando bruscamente de una dieta basada sólo en alimentos derivados de productos animales, a productos vegetales, el cambio de la microbiota se constata en 24 horas. Viceversa ocurre si se cambia de una dieta vegetal a una animal. El conocimiento de ello puede más adelante llegar a ser muy útil para la salud, como también puede ser muy dañino, ya que puede llegar a inducir enfermedades inflamatorias de los intestinos.

Con la dieta basada en productos animales se incrementa la abundancia de microorganismos "Bacteroidetes", tolerantes a las sales biliares, mientras que por otro lado disminuyen los niveles de gérmenes "Fermicutes", que metabolizan polisacáridos derivados de plantas. Lo opuesto, incremento de Fermicutes, sucede con la dieta basada en plantas (Los microbios de nuestro organismo merecen respeto). Los resultados metabólicos pueden ser diferentes en cada caso (La flora intestinal y la obesidad). La investigación la realizaron Peter Turnbaugh, de la Universidad de Harvard y sus colegas. Seleccionaron a 10 voluntarios, a los que les solicitaron dejar su dieta normal para recibir una dieta basada en carnes huevos y quesos, para posteriormente recibir una dieta rica en granos, frutas y verduras. Durante la experiencia, los investigadores recolectaron diariamente muestras de deposiciones para determinar en ellas el RNA, con el objeto de identificar que microbios intestinales estaban presentes en cada caso.

Con la dieta basada en nutrientes de origen animal, observaron 24 horas más tarde, un cambio dramático en la composición bacteriana en las deposiciones, incrementando entre otras, las bacterias Bilophila wadsworthia (bacteroidetes). Este microorganismo se alimenta en bilis ácida, lo que les ayuda a la digestión de las grasas saturadas en la leche. Es sabido que en experiencias realizadas en ratas, se ha comprobado el incremento de B. wadsworthia, que se asocia a enfermedades inflamatorias del intestino. Al cambiarles a una dieta basada en plantas, se desarrollaron más las bacterias que producen un acido graso llamado butirato, que parece reducir la inflamación intestinal. Durante la administración de la dieta basada en plantas, se desarrollaron más los microbios que obtienen su energía de la fermentación de carbohidratos, mientras que durante la dieta basada en productos animales se desarrollaron más las bacterias que obtienen la mayor parte de su energía de la degradación de proteínas (Nature. 2014; 505: 559-63).

Según afirma Turnbaugh, "pareciera que estos resultados sugerirían que la dieta basada en productos animales, desarrollaría microbios que son malos, pero es muy prematuro para llegar a esa conclusión" En todo caso, es interesante anotar que la vuelta a su dieta habitual, demoró dos días en revertir de nuevo la composición bacteriana, volviendo a lo habitual.