Si bien es cierto que el virus se detectó por primera vez en el año 1967, después de dos brotes simultáneos en Sudan y República Democrática del Congo, todo hace pensar que la enfermedad ha estado acompañándonos por siempre sin que nos demos cuenta. El epidemiólogo Patrick Olson y sus colaboradores del Centro Médico de San Diego (USA) afirman que probablemente el virus Ebola fue la culpable de la muerte de 300.000 atenienses hace ya 2.400 años, durante el sitio de los espartanos durante la Guerra del Peloponeso. Según Tucídides, entre los años 430 y 425 antes de Cristo, fallecieron uno de cada tres atenienses, por una rápida enfermedad cuyos síntomas duraban menos de una semana. Comenzaban con fiebres muy altas, ampollas en la piel, vómitos biliosos, diarreas y ulceraciones intestinales y finalmente la muerte. Ellos son los mismos síntomas que ahora provoca la epidemia de Ebola en Africa y que se ha llamado "fiebre hemorrágica
(El virus Ebola, un socio antiguo).
Parece ser que el virus Ebola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales provenientes de animales infectados
("El virus Ébola deja estragos entre los grandes monos"). Naciones Unidas ha hecho un recuento de los numerosos brotes epidémicos se que han sucedido en los últimos años en los diversos países de Africa. Lo grave es que con cada nueva epidemia se le está proporcionando al virus Ébola una nueva oportunidad para adaptarse al contagio directo humano. Con todo, aún no hay signos evidentes de una pandemia global. La razón porque el Ebola se ha convertido en un gran asesino es de orden social: "la urbanización, con la aglomeración, la pobreza y la insalubridad"; Hasta ahora la epidemia se ha mantenido en Liberia, Guinea y Sierra Leona.
Se han descrito cinco cepas diferentes de virus Ébola, de las cuales cuatro son mortales para los seres humanos. La más mortal es el Ébola virus Zaire, que es el que está infectando ahora a países del Oeste de Africa. Este puede ser trasportado por el murciélago de la fruta y las personas infectarse si son mordidas, o si están en contacto con líquidos orgánicos de otras especies que han sido mordidas. También se pude adquirir el contagio ingiriendo carnes de animales infectados y mal preparados.
Más adelante el virus se propaga en la comunidad mediante la trasmisión de persona a persona, por contacto directo, (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel), con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto directo por materiales contaminados por dichos líquidos. Los hombres pueden seguir trasmitiendo el virus por el semen hasta siete semanas después de la recuperación clínica.
La enfermedad (que se ha llamado fiebre hemorrágica) se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa, y dolores musculares de cabeza y garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, irrupciones cutáneas, disfunción renal y hepática. En algunos casos hemorragias internas y externas. Los exámenes de laboratorio muestran disminución de los leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.
Los enfermos son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y secreciones. El virus ébola se ha aislado en el semen hasta 61 días después de la aparición de la enfermedad. El periodo de incubación oscila entre 2 y 21 días.
Lo preocupante es la elevada mortalidad que provoca (entre 50 y 70%) y la carencia de vacunas o de tratamiento específicos. Cuando las cosas se complican, los enfermos requieren de cuidados intensivos. Los enfermos suelen deshidratarse, por lo que necesitan rehidrataciones con soluciones electrolíticas adecuadas.
Contra el tiempo se está trabajando en la búsqueda de vacunas y drogas antivirales, de las cuales ya hay varias en diversas etapas de evaluación, pero en el mejor de los casos llegar a cualquier solución confiable requiere de años de experimentación.