Los rayos solares y la vitamina D
( Creces, 2015 )

A muchos les gusta tostarse la piel bajo los rayos solares, pero los especialistas advierten del riesgo de desarrollar un cáncer. Por otro lado estos mismos rayos generan la vitamina D, que más allá del raquitismo, es esencial para la salud.

Fue en 1822 cuando un médico polaco observó que algunos niños presentaban deformaciones de los huesos largos (se trataba de raquitismo), descubriendo que ello se podía remediar si se exponían a la irradiación solar, con lo que conseguía que sus huesos se endurecieran. Fue mucho tiempo después, en el siglo XX, cuando también se observó que los rayos solares actuando sobre la piel, eran también beneficiosos para otras enfermedades, como por ejemplo la tuberculosis. Años más tarde se supo que los rayos solares actuaban sobre la piel poniendo en movimiento una maquinaria productora de vitamina D y que esta tenía en definitiva múltiples efectos en diferentes órganos y tejidos, no solo en los huesos.

Ha sido en los últimos años que se han ido describiendo nuevos antecedentes que señalan que la vitamina D actúa sobre los más diversos órganos (cerebro, mamas, tejido graso, intestino, hígado, páncreas, paratiroides, piel y próstata) y que su deficiencia incrementa la susceptibilidad a infecciones, como también el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, diabetes tipo 1, e incluso influir en ciertos tipos de cánceres (La vitamina D es una hormona).

Todos estos nuevos antecedentes nos plantean ahora la pregunta de cuanta sería la vitamina D que necesitamos para prevenir, no solo el raquitismo, sino también las diversas patologías descritas y lograr el beneficio de las normales funciones biológicas necesarias para un buen estado de salud. ¿Cuanto sería entonces el tiempo que deberíamos exponernos a los rayos solares sin el riesgo de inducir un cáncer de la piel?

En primer término hay que señalar que la vitamina D, que necesitamos para el normal funcionamiento de nuestro organismo, viene por dos vías diferentes: una es la que contienen los alimentos que consumimos diariamente y otra la que produce nuestra piel inducida por los rayos solares ultravioletas B (UVB). Sabemos que la que aportan los alimentos no es suficiente, siendo más importante la que produce la piel. Es por ello que se ha afirmado que la vitamina D no es una vitamina, sino una hormona (se entiende por vitamina a aquel compuesto orgánico necesario para el metabolismo, que el organismo no puede producir). Son las células ubicadas en la capa más superficial de la piel, la epidermis (específicamente las células llamadas queratinocitos), los que producen una sustancia primaria llamada 7-dehirocolesterol, que reacciona con los UVB para formar un precursor de vitamina D. Esta luego se convierte en la forma activa en células de nuestros riñones, la que en definitiva por vía sanguínea es llevada a los diversos tejidos. Es en ellos reconocida por receptores celulares ubicados en las células del intestino, huesos y otros órganos, para allí contribuir a regular los niveles de calcio, que constituyen la estructura del hueso (La vitamina D es una hormona).

Vitamina D, el sistema inmunológico y la esclerosis múltiple

En el riñón varios tipos de células inmunológicas que poseen receptores de vitamina D, pueden reconocerla y convertirla a su forma activa. Pero en la actualidad ya se sabe que ello no es exclusivo de las células inmunológicas de los riñones, ya que células inmunes de varios otros tejidos pueden también convertir la provitamina D a su forma activa, ya que poseen receptores de vitamina D, que permiten activar numerosos genes a nivel de los núcleos celulares. Todo ello se fue estableciendo progresivamente desde la década de 1960, cuando se comenzó a conocer que la vitamina D jugaba un papel activo en el sistema inmunológico y que incluso se descubrió que ejercía un rol protector en una curiosa enfermedad producida por autoinmunidad, llamada esclerosis múltiple. Ella era debida a que el sistema inmunológico atacaba la capa grasa aislante (mielina) que rodeaba a las terminaciones nerviosas, tanto del cerebro como de la espina dorsal. Los epidemiólogos notaron que en esta enfermedad algunos casos parecían concentrarse en las personas que habitaban en regiones geográficas de altas latitudes, donde los rayos solares no alcanzaban a inducir la necesaria estimulación de la piel. Fue así como comenzó a relacionarse la esclerosis múltiple con los rayos solares y por ende, con la vitamina D.

En el 2011, un grupo de investigadores liderado por el investigador Steve Simpson de la Universidad de Tasmania en Australia realizaron una mega revisión bibliográfica, analizando las diversas publicaciones que relacionaban a la esclerosis múltiple con los rayos solares, concluyendo que ella ejercía una acción protectora. Esta se pierde cuando los rayos solares que alcanzan la piel no son suficientes para inducir la producción de provitamina D. Ello puede suceder no solo por la ubicación geográfica, sino también por numerosas otras razones que dificulten el contacto de los rayos UVB con la piel. Es interesante lo sucedido a las personas que hoy viven en Irán. Entre los años 1950 y 1970 este era un país que había adquirido con una fuerte influencia de las modas y culturas occidentales. Con la revolución islámica en el año 1979, todo ello cambió. Los hombres se vestían más modestamente y las mujeres debieron cubrir totalmente su cuerpo, de modo que su piel previamente bañada por el sol, bruscamente quedó en oscuridad. Como consecuencia, entre los años 1989 y el 2006, se incrementaron en seis veces los casos de esclerosis múltiples (Young E: NewScientist 2014; 223: 34-7).

Efectivamente la vitamina D ejerce una labor protectora contra la esclerosis múltiple. Recientemente, en el 2014, Alberto Ascherio de las escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard publicó un trabajo en que evaluaba y seguía a enfermos que presentaban los primeros síntomas de esclerosis múltiple, sugiriendo que aquellos que presentaban los niveles más bajos de vitamina en la sangre eran los que más tarde desarrollaban toda la sintomatología y eran también ellos los de peores pronósticos. El hecho es que en ausencia de vitamina D, las células inmunológicas en el tejido nervioso pierden la capacidad que les permite diferenciar entre las substancias que son propias de aquellas que le son ajenas y terminan atacándolas como si fueran extrañas. En este caso no reconocen como propia la capa de mielina que envuelve las prolongaciones de las células nerviosas.

Científicos de la Universidad de Southern California, estudiaron 79 pares de mellizos idénticos que en su juventud recibieron diferentes exposiciones a los rayos solares y que más tarde encontraron una relación inversa muy significativa entre estas exposiciones solares y el riesgo posterior de desarrollar esclerosis múltiple: Los mellizos que en su infancia estuvieron más tiempos sometidos a los rayos solares, tenían un 57% de menor riesgo de desarrollar esta enfermedad, en relación a los que tuvieron menos tiempo. Lo mismo se ha visto en relación al desarrollo de otras enfermedades atribuidas a procesos de auto inmunidad, como la enfermedad de Crohn (inflamación intestinal).

Otros beneficios inmunológicos

Pareciera que la vitamina D no solo es importante en la prevención de enfermedades por auto inmunidad, sino también en la defensa contra los virus, incluyendo aquellos responsables de resfríos y gripes. Posiblemente las células inmunológicas, como los linfocitos T, incrementan la producción de substancias naturales antivirales y antimicrobianas y por ello en el pasado se llegó a estimar como beneficiosos la exposición de los enfermos de tuberculosis a los rayos solares. Las investigaciones continúan ya que bajos niveles de vitamina D bien podrían explicarse otros cuadros infecciosos como resfríos de invierno u otros factores que afectan la sobrevivencia viral ("La educación de las células T").

Vitamina D, inmunidad y cáncer

Ya desde hace algunos años se han estado acumulando evidencias en el sentido que la vitamina D tiene una acción protectora contra ciertos tipos de cáncer, como cáncer de la vejiga, pecho, colón, ovario y recto, cuyo riesgo aumenta dos veces según sea la latitud del lugar donde viven y que por lo tanto reciban una mayor o menor radiación solar. Son numerosos los estudios epidemiológicos que demuestran esta acción protectora de la exposición solar. Estudios en animales y en cultivos celulares, apoyan la existencia de esta asociación y han permitido además anticipar cuales son los mecanismos de acción involucrados.

En ratas, el cáncer del cuello y cabeza responde a la administración de una droga llamada EB1089, que es un análogo sintético de la 1.25 hidroxivitamina D, llegando a reducir el tamaño de esos tumores en un 80%. Resultados similares se han observado en cánceres del pecho y próstata. Esta droga actúa sobre estas células cancerosas, suprimiendo su capacidad de multiplicación, mediante la activación de varios genes. Los estudios que últimamente se han realizado buscando los mecanismos de acción de la vitamina D, han encontrado dos genes que codifican un péptido antimicrobiano llamado catelicidina y defensina B2. Estas pequeñas proteínas actúan como antibióticos naturales contra una variedad de bacterias, virus y hongos. La administración de 1.25 hidroxivitamina D en el cultivo de células humanas, incrementa la producción de estos dos beta péptidos. Pero los ensayos en otros tipos de células, incluyendo células de tipo inmunológicos y queratinocitos de la piel, producen un incremento dramático de la catelicidina, lo que tiene un gran efecto sobre diferentes bacterias, entre las cuales está el mycobacteriun tuberculosis. Podría también ser esta la razón del misterioso efecto benéfico del sol en la tuberculosis pulmonar. Es decir, la vitamina D potenciaría a las células inmunológicas para que estas generen un antibiótico efectivo contra la bacteria causante de la tuberculosis.

Es buena la vitamina D ¿pero cuánta?

Respecto a la cantidad ideal, parece no haber acuerdo. El Departamento de Salud de USA y del Reino Unido sugiere que para construir huesos y dientes saludables, se necesitarían alrededor de 20 nanogramos por mililitro de sangre. Sin embargo, para lograr un impacto sobre el sistema inmunológico, se necesitaría una mayor cantidad. La Sociedad de Endocrinología en cambio, dice que la cantidad ideal sería de alrededor de 30 y 100 ng/ml. Ella opina que por debajo de 20ng/ml pueden ya aparecer algunos síntomas de raquitismo.

Pero la dosis depende grandemente de donde vive la persona. Si vive en una región de latitud sobre 35 (de Puerto Montt al sur, o de San Francisco (USA) al norte) 20ng/ml sería una cantidad muy baja, al menos durante algunos meses. De Noviembre a Marzo en el Hemisferio norte y de Junio a Agosto en el Hemisferio sur, cuando es tangencial el ángulo en que penetran los rayos solares a la Tierra. Los UVB que llegan a la piel es menor y por lo tanto es menor la activación del 7-dehidrocolesterol o provitamina D.

La capacidad de producción de provitamina D por la piel es alta, pero varía grandemente de acuerdo al color de ella. La piel blanca sintetiza la vitamina D a un nivel seis veces superior en relación a la piel negra, ello porque esta última tiene niveles muy altos de melanina, la que bloquea la penetración de los rayos ultravioleta ("Cuando el europeo moderno perdió el color oscuro de la piel"). Es por ello que los de piel negra tienen niveles más bajos de vitamina D en la sangre.

Otra de las razones por la que se producen niveles bajos de vitamina D en la sangre, es debido al excesivo temor de efectos dañinos de los rayos solares, que lleva a utilizar ungüentos que protejan del sol, los que reduce la producción de vitamina D por los queratinocitos de la piel hasta un 90%.

La buena noticia es que para lograr que la piel produzca una buena cantidad de vitamina D sin correr el riesgo de inducir un cáncer, basta que en un día asoleado se exponga su cara y sus brazos al sol del medio día durante 10 minutos. Con ello basta para que su piel (sana) genere más de dos veces la cantidad necesaria para todo el día. Si es de raza negra necesitarían 40 minutos. Pero el sol no brilla todos los días ni tampoco podemos dejar la oficina en cualquier momento. Si el día está muy nublado, durante 10 minutos la producción puede bajar a la mitad, pero aun cubre las necesidades diarias. Si sale en la mañana o en la tarde durante los mismos 10 minutos, sus queratinocitos aún logran producir la vitamina D necesarias para cubrir sus necesidades del día. Los vidrios bloquean los UVB enteramente.

Cuando el Sol y los queratinocitos no son suficientes...

Según las recomendaciones imperantes en el Reino Unido y USA, los adultos necesitan, incluyendo el sol y la dieta, entre 15 a 25 miligramos de vitamina D por día. Un trozo de salmón de 100 gramos, o 160 gramos de un tarro de atún, le proporcionaría esa cantidad. Pero si no le gusta el pescado difícilmente va a poder llenar esta necesidad solo con la dieta. En tal caso va a tener que usar suplementos de vitamina D, lo que no está libre de riesgos, dado que el exceso de vitamina D es tóxico. Sus necesidades y recomendaciones se miden en Unidades Internacionales (Ul). American Academy of Pediatrics recomienda para los niños una dosis diaria mínima de 200 unidades internacionales (Ul), lo que muchos afirman que no es suficiente para prevenir el raquitismo. Para los adultos, según la edad, se recomienda entre 200 y 600 Ul. La Escuela de Salud Pública de Harvard afirma que para lograr un nivel adecuado de vitamina D en la sangre, el adulto necesita consumir por lo menos 1000 Ul. Pero hay que tener cuidado con el exceso, ya que sobre cierto nivel la vitamina D es tóxica. Con todo, los síntomas pueden ser graves cuando se toman dosis de 40.000 Ul diarias y por largo tiempo. Las dosis excesivas llegan a producir elevación de calcio en la sangre, el que puede depositarse en los tejidos blandos, afectando al riñón, con hipertensión arterial, insuficiencia renal ateroesclerosis y encefalopatía. Con sobredosis más moderadas, hay anorexia, fatigas, nauseas, vómitos, fotofobia, poliuria y cefaleas. En todo caso la diferencia existente entre dosis útil y dosis tóxica es bastante grande.



0 Respuestas

Deje una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados.*

Buscar



Recibe los artículos en tu correo.

Le enviaremos las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada