Elucubraciones sobre el Homo erectus, que se ha llegado a diferenciar exitosamente de las otras especies
( Creces, 2015 )

Todas las especies han sido el producto de la evolución biológica, pero los humanos pareciera que en una determinada etapa de su desarrollo, comenzó a controlar su propio destino, hasta llegar a ser el mono moderno de hoy. Nada indica que el proceso se haya detenido y lo probable es que este continúe.

Todo parece indicar que fue hace aproximadamente, siete millones de años, cuando nuestros ancestros se separaron evolutivamente de sus más próximos parientes, los chimpancés. Por mucho tiempo habían convivido como habitantes en los bosques, saltando de árbol en árbol, con cuerpos peludos, pequeños cerebros y con comportamientos sociales muy simples. Pero luego, hace dos millones de años, todo cambió. Pareciera que el ser humano, al separarse del chimpancé, comenzó a evolucionar por su propia iniciativa, adaptando progresivamente una serie de innovaciones que lo llevaron a cambiar totalmente su historia (figura 1). El proceso ha sido lento, pero progresivo, pudiendo distinguirse diversos hitos importantes.

Cuando aprendió a cocinar

Al separarse comenzó a caminar en dos piernas, pero su cabeza aún era pequeña, sus dientes eran largos y también sus brazos. Nadie puede asegurar cuando comenzó a tomar un aspecto más humano, pero seguro que en un comienzo los primeros homínidos aún se alimentaban de alimentos vegetales crudos que requerían de mucho masticar y de largos procesos digestivos en el interior de sus intestinos. Pero esto comenzó a cambiar cuando logró controlar el fuego y con ello aprendió a cocer los alimentos (Cuando el hombre conquistó el fuego). El calor los ablandó y ayudó a transformar las fibras, difícilmente digeribles, en azucares fácilmente absorbibles. Ya no le fueron tan necesarios los grandes dientes y los largos intestinos para digerirlos. Como consecuencia, durante muchas generaciones, estos se fueron achicando. También los brazos se acortaron, dado que con el control del fuego ya no fue necesario trepar cada noche a los árboles para protegerse de predadores. También sus manos cambiaron. Originalmente, al igual que las del chimpancé, eran fuertes con cuatro dedos prensiles, que con el pulgar muy separado hacia atrás, eran adecuadas para agarrarse y saltar de rama en rama, pero no para aprehender objetos (figura 2). Al comenzar a desplazarse en tierra, ya no necesitó esa anatomía. Necesitaba en cambio manos que le permitieran aprehender fuertemente objetos y con ellos conseguir otros alimentos, fabricar armas y herramientas. El dedo pulgar debió adelantarse en la estructura de la mano, hasta poder constituir pinzas, contraponiéndose con el dedo índice (figura 3). Para caminar erguido tuvo también que modificar su columna (figura 4) y desarrollar el talón del pie, adaptándolo a esa locomoción (La historia humana). Uno de los más conocidos homínido que camino erguido data de tres millones de años y se le ha llamado "Lucy". Fue descubierta en 1974 en Afar, Etiopía (figura 5) En ese entonces aún su cerebro no era más grande que el del chimpancé (¿Fósiles de nuestra familia?).

Fue más tarde cuando la mayor ingesta de calorías, más las que se ahorraron al achicarse diversas partes de su organismo, le permitieron un mayor crecimiento de su cerebro y con ello comenzó a crecer su cabeza (figura 6) (Como las mutaciones del DNA nos diferenciaron del chimpancé). En otras palabras, el Homo erectus comenzó a verse como nosotros porque comenzó a cocinar como nosotros. Richard Wranghamus de la Universidad de Harvard ha sido el principal sostenedor de esta hipótesis. "No veo otra alternativa para explicar porqué al H.erectus se le achicaron los molares, se le acortaron los intestinos y porqué pudo dormir tranquilo en el suelo", dice Wrangham. Si bien los cambios anatómicos debieron comenzar hace 2 millones de años, las más antiguas evidencias que confirman el control y uso del fuego se remontan a un millón de años (Cuando el hombre conquistó el fuego).

Para que creciera preferentemente el cerebro debió cambiar su dieta e incorporar el consumo de carnes, mejorando esta cualitativa y cuantitativamente. Ello implicó que el H. erectus llegara a ser un hábil cazador. Su organismo era apropiado para seguir a la víctima hasta su agotamiento. Puede ser que otras antiguas innovaciones humanas reformularon las reglas de la caza y tal vez también la naturaleza de la misma sociedad.

Cuando dispuso de armas

Las armas lanzadas viajan más rápido que el antílope. Un estudio publicado el último año sugiere que el H. erectus las usó, dado que ya tenía unos hombros y manos apropiadas para ello. Recientemente se encontró en la ciudad de Dmanisi en Georgia, una inusual colección de piedras de un tamaño y forma apropiados para lanzarlas como armas, lo que se presume se usaban como proyectiles (Rachel Nuwer: Transformers. NewScientist, 25 Oct. 2014, p.13)

Pero el lanzar piedras es más que una estrategia de caza; también es una forma efectiva de matar a un adversario. Christopher Boehm de la Universidad de Southern California sugiere que el proyectil ha debido jugar un importante papel en la sociedad humana primitiva, permitiendo que se desarrollen grupos de figuras predominantes que no necesitarían del constante combate cuerpo a cuerpo para subsistir. Según él, ello habría permitido la existencia de una asociación igualitaria, única entre los primates. Paul Bingham y Joanne Souza de la Universidades Stony Brook en Nueva York han desarrollado la idea que las sociedades humanas han usado y aún usan la amenaza del proyectil para inducir un nivel de cooperación entre los miembros. Ellos llaman esta hipótesis "teoría de cohesión social".

Cuando comenzó a usar joyas y cosmético

Si Bingham y Souza tienen razón, ya se puede ir reconociendo algunos comportamientos sociales en el H. erectus. Sin embargo, ha sido solo 100.000 años atrás (después de la aparición del Homo Sapiens) cuando han comenzado a formarse diversos hábitos que ya son claramente reconocibles como propios de los humanos.

En excavaciones hechas hace una década en la cueva Biombos en Sud Africa, se encontraron colecciones de conchas que habían sido perforadas y teñidas, unidas como para formar un collar o brazalete. Hallazgos semejantes se han también encontrado en otros lugares de África (figura 7) (Joyas de hace 75.000 años). Más recientemente también en Bolombos se han encontrado evidencias de colecciones de ocre, que en combinación con otros ingredientes se han usado en pinturas cosméticas. A primera vista parece trivial, pero señalan una revolución dramática en las creencias y relaciones de la naturaleza humana. Las joyas y los cosméticos indudablemente señalaban prestigios para los que las usaban, lo que sugiere la existencia de diferentes estatus sociales, desafiando las sensibilidades igualitarias que existían desde los primeros días de H. erectus. Más importante aún, ello indica que ya entonces existía algún idioma lo suficientemente establecido como para que se mantuviera esta tradición (La evolución del lenguaje).

Cuando comenzó a usar ropas confeccionadas

Lo que las personas inventaban para usar junto con sus joyas y cosméticos, era igualmente revolucionario. Hace 60.000 años se han encontrado objetos arqueológicos como agujas, constituyendo evidencias de la confección de ropas. Probablemente ya hace miles de años se usaban ropas simples. Evidencias de ello provienen de una inusual fuente; un estudio genético de las pulgas que viven especialmente en las ropas, sugiere que estas aparecieron aproximadamente hace 70.000 años (otro más reciente fija su rigen hace 170 mil años). Estas informaciones apoyan la idea que el hombre ya usaba ropas cuando migró de Africa, hace 60.000 años.

Mark Stoneking del Instituto Max Plank de Antropología Evolucionaría de Leipzig, Alemania, señala que el uso de ropa permitió al hombre habitar en zonas frías, que predecesores no fueron capaces de tolerar (Los grandes fríos mataron a los Neanderthal). Las prendas confeccionadas son más efectivas para retener las temperaturas, que las pieles de animales. Fue su confección y uso el que habría permitido al ser humano esparcirse alrededor del mundo.

Cuando dispuso de contenedores para el agua

Cuando nuestros ancestros abandonaron Africa, no sólo portaban ropas. Tenían además que transportar agua. Hay evidencias que para ello utilizaron como contenedores, huevos de avestruces. Ello sin duda que les dio enormes ventajas sobre el resto de los primates. Grabaciones en algunos de estos contenedores pone en evidencia como diversos grupos comenzaron a conectarse e intercambiar. Pierre-Jean Texier de la Universidad de Bordeaux en Francia ha encontrado en las rocas del refugio Diepklook, a 150 kilómetros de la Ciudad de Cabo, en Sud Africa, grabaciones en fragmentos de huevos de avestruz, que pueden ser comprendidas a través de generaciones. Texier y sus colegas piensan que las personas tenían marcas visibles que definían sus propiedades ya que debían viajar e interactuar con otros grupos.

Cuando comenzaron los deberes y obligaciones.

En la medida que nuestros ancestros comenzaron a comerciar, necesitaron de paz y cooperaciones amables. Para ello se necesitó establecer leyes y normas de justicia necesarias para mantener el sistema regulado.

Las señales de cómo evolucionaron las leyes provienen de grupos humanos más modernos, de cuando ya el hombre era cazador y recolector, viviendo en sociedades igualitarias descentralizadas. A pesar de no tener poder político no centralizado, los hombres cooperaban en aventuras junto a otros miembros no familiares, como por ejemplo, para robos de ganados de personas vecinas. Mientras la actividad misma podía ser éticamente dudosa la motivación para cooperar reflejaba ideas que recuerdan los sistemas de justicia moderna. Sara Mathew de la Universidad Estatal de Atizona en Tempe, afirma que "si los hombres rehusaban unirse a estas incursiones eran juzgados duramente y castigados por miembros de otros grupos. Ellos desarrollaban mecanismos de adjudicación y castigo parecidos a formas judiciales, sugiriendo que la ley y la justicia precedieron a la emergencia de sociedades centralizadas.

La conciencia del tiempo y las estaciones.

Con el florecimiento de desplazamientos humanos y contactos, no se intercambiaba precisamente productos. Era el intercambio de ideas que estimulaban las nuevas fuentes de pensamiento y tal vez las primeras chispas del pensamiento científico. Las comunidades de cazadores-recolectores viviendo en lo que ahora es Escocia deben haber sido los primeros que observaron y midieron científicamente su ambiente. Aberdeenshire tiene muchos sitios Mesolíticos que datan de hace 10.000 años, incluyendo un antiguo monumento constituido por una docena de pozos ordenadas en forma de arco que imitaban las fases de la luna y parecían marcar los meses lunares. Cuando Vicent Gaffney y sus colegas de la Universidad de Birmingham, notaron que los arcos miraban al valle en el horizonte donde en el invierno solsticio salía el sol, se dieron cuenta que ello era un monumento cosmológico. Los doce pozos eran ciertamente usados para seguir la huella de los meses lunares. El "calendario" lunar Aberdeenshire (el contador del tiempo, como ellos lo designaron en un comienzo) marcaba un hito (figura 8).

"Casi todas las culturas comienzan definiendo el paso del tiempo", señala Gaffney. Estableciendo un concepto formal del tiempo se pueden predecir los eventos estacionales, como la vuelta del salmón al rio local. El conocimiento es poder. "Si tu tienes el conocimiento arcano, tienes la oportunidad de controlar la sociedad". Afirma Gaffney.

Cuando tuvo que arar la tierra

Mientras los escoceses cazadores-recolectores median el tiempo, sus contemporáneos estaban comenzando a utilizar la tierra. El cultivo de ella los inspiro a desarrollar los instrumentos necesarios para trabajarla. No cabe duda que arar la tierra influyo en forma sorprendente la sociedad humana. En el pasado, como hoy día la sociedad cazadora recolectora ya probablemente estaba dividida por género, con los hombres cazando y las mujeres recolectando. La labranza promovió mayor ecualidad de género ya que ambos sexos podían trabajar la tierra, pero la necesidad de ararla (que es un trabajo pesado y primariamente controlado por el hombre) puso un final a ello y aún hoy día se mantiene la desigualdad de género.

La necesidad de agua y alcantarilla

El cultivar la tierra se ha descrito como el peor error de la humanidad, al volver a establecerse la inequidad de género que hasta ahora persiste. Pero por otro lado, ello permitió proveer de abundantes alimentos y fue posible el desarrollo de los grandes centros urbanos. Nacieron las ciudades con muchas ventajas, pero también ello arrastró serios problemas para la salud. Las enfermedades infecciosas que el agua acarreaba pasaron a constituir un alto riesgo de enfermar y morir tempranamente.

Fue así como en la medida que aparecían grandes ciudades, simultáneamente emergían sistemas de alcantarillas. En el viejo Valle Indus, en ciudades de 5000 años atrás, se construyeron extensos sistemas de drenaje. En la misma época, en lo que hoy es Escocia, ya existía también sistemas de lavados. En Creta, hace 3.500 años se construyeron sistemas de escusados. Según Thomas Bond, "todo esto no se diseñaba pensando en sistemas sanitarios", sino como progresos de la ingeniería civil para deshacerse del agua servida, vaciándola por ejemplo al rio cercano. Aún no se sabía que las enfermedades contagiosas eran trasmitidas por gérmenes.

Fue solo en 1850, cuando el médico John Snow relacionó la epidemia de cólera en Londres con el abastecimiento de agua sanitaria. Desde entonces hasta la actualidad, constantemente se están construyendo grandes sistemas de alcantarillado. Ya tiene una larga historia lo que en aquella época significó una revolución en la salud pública de la población.

El desarrollo de la escritura

Las grabaciones en los huevos de avestruz en Diepkloof ya mostraban que el hombre desde antiguos tiempos, hace más de 100.000 años, usaba símbolos gráficos para expresar conceptos. Pero la verdadera escritura se desarrollo sólo hace 5000 años. Mediante ella se puede guardar información y transmitirla transgeneracionalmente. Con ello la evolución en el tiempo de la cultura, ya nunca volvería a ser la misma.

La escritura también es un medio para trasmitir esperanzas y temores, trasmitiendo las subsecuentes innovaciones que históricamente han ido afectando la psicología humana. Algunos de los más antiguos textos de la ciudad Lagash de Mesopotámica criticaban los impuestos exigidos por las clases sociales corruptas. El Rey Urakagina de esa ciudad escribió lo que se piensa es el primer código legal. El ha ganado la reputación de ser el primer reformador social, creando una legislación orientada a obtener un mejor nivel de libertad e igualdad, limitando los excesos de los ricos, pero al mismo tiempo confirmando la menor posición social de la mujer. Es así como esos documentos determinan los castigos para la mujer adúltera, pero no menciona al hombre adultero.

En resumen; dos millones de años de evolución han cambiado nuestros cuerpos, nuestro cerebro y los comportamientos. Es así como hemos evolucionado desde un mono vulgar a una especie con pensamiento simbólico a través de un sofisticado lenguaje. Hemos cubierto la Tierra y desarrollado relaciones entre unos y otros y también con el mundo natural, un complejo sistema de relaciones. Nuestra capacidad creativa nos ha permitido protegernos de las adversidades naturales y al mismo tiempo hemos avanzado en las constricciones biológicas de nuestros ancestros.

Pero no está aquí el final de nuestra evolución. Lo que se nos viene en el futuro, en el próximo milenio, casi no la podemos imaginar. Pero debemos considerar que en los últimos tiempos, nuestra civilización ha alcanzado la más alta capacidad de generación de conocimientos nuevos, como jamás habíamos imaginado y ello está cambiando nuestra forma de vida, de pensar y de comunicarnos, como tampoco jamás lo habíamos imaginado.

*Para saber más: Rachel Nuwer. NewScientist Volumen 224 N° 2992 Pág 32.



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