Desde siempre el hombre ha estado en la búsqueda del elixir que le permitiera retardar el envejecimiento y prolongar su vida. En el pasado han sido filósofos, sabios, magos o charlatanes, los que con estos objetivos han estado ofreciendo los más variados procedimientos e increíbles substancias supuestamente activas. Pero como los tiempos cambian, ahora son los biólogos los que buscan la "píldora mágica" que evite envejecer y prolongar la vida. Pero como una ironía, no habían reparado que las primeras ya estaban a nuestro lado. En los últimos tiempos han sido varias las drogas desarrolladas para tratar las más diversas enfermedades y que al haberse administrado por largos períodos, han evidenciado algunas propiedades que parecen retardar el envejecimiento. Algunas de ellas ya se presentaron en el Simposio de Geroprotección, llevado a cabo recientemente en Basel, Suiza (2014). Ello llamó poderosamente la atención de la industria farmacéutica que inmediatamente se ha interesado en el tema.
Una de los fármacos más prometedores fue el compuesto llamado rapamicina, o sirplimus, aislado de bacterias (Streptomyces hygroscopicus) encontradas en la isla de Pascua (Rapa Nui, en el idioma polinésico original, de allí el nombre de rapamicina) ubicada por su acción inhibitoria del sistema inmunológico, por lo que ha sido de gran utilidad en el trasplante de órganos, dificultando el rechazo. Pero llamó la atención que durante el curso del tratamiento, en muchos enfermos mejoraban síntomas como el cansancio o la acuciosidad visual, más otros síntomas atribuidos al envejecimiento. Así comenzaron los primeros ensayos de sobrevida, los que comenzaron haciéndose en levaduras y gusanos de tierra, demostrando en ellos una marcada sobrevivencia. Por ello Richard Miller de la Universidad de Michigan y David Harrison del Laboratorio
Jackson, en Bar Harvor, decidieron estudiar el efecto de la rapamicina en
la sobrevida de ratas, demostrado que también en ellas la rapamicina
prolongaba la vida; en un 28-38%, desde el inicio del tratamiento o, 9-
14% en el incremento total en la esperanza de vida máxima. Es de notar
que la administración de la droga se inició en ratones de 20 meses de
edad, lo que equivale a 60 años en humanos. Esto sugería la posibilidad de
un tratamiento anti envejecimiento efectivo, incluso para humanos en
edad ya avanzada, sin que fuera necesario administrarla por un largo plazo, desde la juventud (Nature 2009; 460; 392-395). Los mismos autores, en un trabajo posterior, también con ratas, demostraron que la droga restablecía en ellas la consistencia de los tendones y mejoraba el deterioro hepático, dos indicadores de ancianidad. Posteriormente otro grupo de investigadores describió beneficios en la función cardíaca de ratones viejos
(Rapamycin: Una probable droga para prolongar la vida).
Mas tarde, Dean Kellogg y sus colaboradores del Health Science Center de
la Universidad de Texas realizaron un estudio clínico en cinco hombres de
edades que oscilaron entre 80 y 90 años a los que les administraron
rapamicina durante 16 semanas. Cada uno recibió diariamente la mitad
de las dosis empleadas en enfermos trasplantados, mientras un grupo
similar sirvió como control, recibiendo un placebo. El único efecto colateral fue diarrea en uno de ellos. Al final del tratamiento, los ancianos demostraron un incremento de sus fuerzas, pudiendo caminar con mayor agilidad. Por otra parte, los tratados con rapamicina respondieron mejor a la administración de la vacuna de hepatitis B, produciendo una mayor tasa de anticuerpos, en relación al grupo control (Science 2013; 342:789). Se sabe que en proceso de envejecer, se afecta el sistema inmunológico y que ello es la mayor causa de enfermedad y muerte en la edad avanzada.
Con todos estos hallazgos se ha despertado un gran interés por conocer su mecanismo de acción. Desde luego se sabe que actúa inhibiendo la interleukiquina-2, y que con ello bloquea la actividad de los linfocitos T y B, inhibiendo por ende la respuesta inmunológica. Pero aparte de ello, se ha demostrado que Inhibe una proteína quinasa (enzima que modifica otras proteínas, activándolas o desactivándolas) llamada mTOR (mamamlian target of rapamicyn), la que a su vez regula una enorme variedad de acciones intracelulares, como la síntesis proteica, el crecimiento y proliferación, además de retardar su envejecimiento. En la rata la rapamicina, al inhibir a la proteína mTOR, interviene en su balance energético a nivel cerebral (en el hipotálamo), y ello parece afectar la restricción calórica
(El cerebro regula el balance energético). Ello puede explicar por qué la restricción calórica mantenida prolonga la vida, tanto en ratas, como en el chimpancé e incluso en el hombre
(Comer menos para vivir más). Lo interesante es que la proteína mTOR está presente tanto en las levaduras, como en los gusanos nematodos y en la mosca de la fruta, como también en los animales complejos. El hecho que ella se haya conservado a lo largo de la evolución, desde las especies primitivas a las más complejas, ha despertado un gran interés por conocer más de su multifacético rol durante las diversas etapas de ciclo vital.
Ello ha llevado durante los últimos años a una verdadera explosión de investigaciones y publicaciones, como también interés en la industria farmacéutica, que ahora busca otros compuestos similares que tengan una mayor acción. Así se han llegado a una droga llamada everolimus, que se usa para tratar ciertos tipos de cáncer y que revierte parcialmente el daño inmunológico que se produce durante el envejecimiento. Novartis ha administrado el everolimus a 218 personas que han sido vacunadas contra la gripe, evaluando la respuesta inmune, mediante la determinación de la producción de anticuerpos, determinando sus niveles en sangre. Comparándolos con un grupo placebo, encuentra que la droga everolimus incrementa las tasas de anticuerpo en un 20% más en relación al grupo control.
Joan Mannick, investigador de Novartis, que en nuevos estudios tienen pensado investigar si además de ello, mejoran otros indicadores de salud y simultáneamente determinar su tolerancia y toxicidad. Para ello debe repetir la experiencia y continuarla con un mayor tiempo de seguimiento
También otras drogas
Otra droga, como el metformin, comúnmente utilizada para el tratamiento de la diabetes, también parece extender la vida en animales pequeños, incluyendo ratas, en un 5%. Hasta ahora no se ha ensayado en humanos, pero un estudio reciente parece indicar que tendría igual efecto. En este caso se trata de una experiencia diseñada para comparar el metformin con otra droga en pacientes diabéticos, utilizando los antecedentes de 180.000 pacientes en Inglaterra. Al grupo control se agregó un tercer grupo de personas sanas, de edades comparables, que no padecían de diabetes y que tampoco tomaron ninguna droga. Simplemente se observaron. Los pacientes diabéticos a los que se les administró el metformin durante el período prolongado, tuvieron menor mortalidad que los diabéticos que tomaron otra droga. Pero más sorprendente fue que la mortalidad de los diabéticos con metformin, fue menor que la mortalidad del grupo de los normales que no tomaron ninguna droga.
Más recientemente otra droga, el ibuprofeno, un antiinflamatorio que se toma para la fiebre y el dolor (droga clásica que la Organización Mundial de la Salud incluye en su lista de medicamentos esenciales), también prolongaría la vida de levaduras, gusanos de tierra y moscas de la fruta. Investigadores del Instituto Buck de los Estados Unidos, Novatos, California, explican que al administrarle ibuprofeno en dosis equivalente a las usadas en humanos, estos extienden el promedio de vida en un 15%, lo que equivaldría a 15 años de vida saludable en humanos (Michael Polymenis et al. Enhanced longevity by ibuprofeno; PLOS Genetics,: 2014). Claro que hay una diferencia entre la mosca y el ser humano, pero los resultados son sugerentes, señalan los autores. Ahora iniciarían una experiencia a largo plazo en animales superiores o directamente en el hombre, dado que la droga ha sido ampliamente aceptada por la OMS.
La inflamación es uno de los mecanismos que se proponen para explicar el envejecimiento. Es por ello que la aspirina y las estatinas, en dosis bajas, las ingieren personas saludables, en prevención de ataques cardíacos, lo que en definitiva también les permitiría prolongar su vida, dice Brain Kennedy director del Instituto Buck de California.
El hecho es que mecanismos comunes parecen estar detrás de la mayor parte de las enfermedades de los viejos, como ataque cardíacos, demencias, y pérdidas cognitivas, sería una buena noticia el que se pueda por lo menos mejorar sus condiciones de salud. Mejor aún si se pudiera prolongar su vida. Por ahora, por lo menos la rapamicina parece recuperar la disminución cognitiva que se observa con la vejez.