Nuestro energético Pacífico
( Publicado en Revista Creces, Enero 1984 )
A muchos chilenos este verano los ha sorprendido en diversos puntos de nuestro litoral, maravillándose con parajes ignotos y con el mar pródigo en alimentos. Mas de 4.000 kilómetros de costa en el sector continental ofrecen playas con leve declive y acantilados con enérgicas rompientes; áreas con gran diferencia entre las horas de baja y pleamar; bahías abrigadas y sectores sobre los cuales soplan vientos todo el año; áreas de navegar correntoso con características físico químicas especiales para el desarrollo de la vida acuática, y masas de agua totalmente distintas. De allí entonces que motivados por esta vuelta anual de los chilenos a su mar, luego de casi once meses de darle las espaldas al océano, nos da la oportunidad para aportar un grano de arena mas a esta cruzada emprendida por CRECES para "oceanificar" la conciencia nacional.
El territorio marítimo atesora uno de los tantos bienes naturales que hemos recibido: el contenido energético de sus aguas en movimiento.
Existen tres mecanismos principales para extraer energía de las aguas oceánicas: el uso de la energía cinética de las olas; el empleo de la energía potencial de las mareas y el aprovechamiento de las gradientes térmicas oceánicas. Se han ideado otros medios para utilizar la energía contenida en esas vastas masas de agua, pero las tres citadas ya se han llevado a escala de prototipo e inclusive a nivel de producción.
En el primer caso se aprovecha la energía cíclica que aportan las olas para accionar pistones que comprimen aire, el que se hace circular por una turbina generadora de electricidad. No es algo casual que los japoneses - un pueblo que sí mira al mar - tenga ya desarrollado un prototipo de 2 Megawatts que opera bajo este sistema (Central Flotante Kamell.
La extracción de la energía contenida en las mareas se hace por medios muy similares al hidroeléctrico, y para este efecto se construyen represas que se llenan con la marea alta (pleamar) y luego se dejan descargar a través de una turbina generadora de electricidad cuando se produce la bajamar. Francia ha tenido en funcionamiento en el estuario de La Rance, durante 15 arios y en forma satisfactoria, una planta de 240 Megawatts eléctricos.
En cuanto al uso de los gradientes térmicos, se han diseñado varios sistemas OTEC (Ocean Thermal Energy Conversión), basados en la operación de un ciclo Rankine con un fluido de trabajo que ebulle a la temperatura de la superficie del mar y luego se condensa a la temperatura del fondo del mar. El fluido de trabajo en su fase gaseosa acciona una turbina generadora de poder eléctrico.
Estas tres alternativas tienen una apropiada aplicación en nuestro país, debido a que en la parte norte del litoral se encuentran gradientes de temperaturas adecuadas para sistemas OTEC. Desde el Canal de Chacao al sur, en cambio, las diferencias de alturas entre pleamar y bajamar son notables, y por ultimo el Océano Pacífico nos está suministrando constantemente una gran cantidad de olas a lo largo de la costa.
Hemos insistido en estas columnas que la investigación científica nacional es un imperativo, sobre todo si se pretende desarrollar los recursos autóctonos. El Mar de Chile nos ofrece una oportunidad mas para utilizarlo en beneficio del país, formulando de paso un reto a la capacidad de investigación interna. Queda, de esta forma, planteado un desafío para que se integre un grupo de investigación destinado a analizar las posibilidades energéticas del Mar de Chile, agregándose a aquellos equipos que ya se han aventurado a estudiar lo que sucede con los recursos solar y eólico.
Guillermo Baltra Aedo
Ingeniero Nuclear (MIT)