La homosexualidad desde el punto de vista psiquiátrico
( Creces, 2015 )

El psiquiatra Juan Pablo Jiménez, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, firma que la evidencia científica "ha demostrado los efectos negativos de las terapias de conversión a la heterosexualidad, como también su ineficiencia".

Hace algunas semanas nos enteramos de disposiciones que rigen en las FF.AA. de nuestro país y que exigen seleccionar a los "ciudadanos más idóneos, moral e intelectualmente capacitados, debiendo excluir aquellos que presenten problemas de salud física, mental, socioeconómica, delictuales, consumidores de drogas, homosexuales, objetores de conciencia y testigos de Jehova". En esta lista de excluidos se equipara la orientación homosexual, entre otras cosas, con la enfermedad mental y la delincuencia. Sin embargo, una y otra vez estudios científicos han rechazado esta equivalencia. Si bien los hallazgos de investigación de los últimos 35 años han despatologizado repetidamente la homosexualidad, en la última década hemos visto un resurgimiento de los esfuerzos patologizantes, en especial por parte de quienes abogan por la llamada "terapia de conversión o reparación", en el contexto de ideologías religiosas que consideran la conducta homosexual como un grave pecado en contra de la naturaleza ("Hosexualidad y genética").

Por cierto, este no es sólo un problema que atañe a las instituciones armadas. Los prejuicios seculares en relación con la sexualidad en general y con la homosexualidad en particular, atraviesan todo el espectro social y cultural, determinando actitudes discriminatorias que suelen tener graves consecuencias en las vidas de las personas y las familias. Como psiquiatra y psicoanalista me ha tocado enfrentarme numerosas veces con esta problemática y he debido analizar en profundidad mis propias ideas y sentimientos al respecto. La homosexualidad acompaña a la humanidad desde sus inicios. Estudios epidemiológicos modernos calculan en alrededor de un 4% de tasa de homosexualidad en la población general. Con todo, la ciencia sabe poco acerca de cómo un individuo llega a ser homosexual, pero si puede decir mucho sobre qué significa ser homosexual en la sociedad actual.

El vivir en una sociedad predominantemente "heterosexista", plantea desafíos inevitables a las personas con orientación no heterosexual. El "heterosexismo" se ha definido como "el sistema ideológico que reniega, denigra y estigmatiza cualquier forma de conducta, identidad, relación o comunidad no heterosexual" (Herek1995). Se calcula que, en los EE.UU., uno de cada ocho lesbianas y cuatro de cada diez gays han sido victimizadas y discriminados por su condición. Por cierto, la victimización y discriminación se asocia con problemas de salud mental y malestar psicológico. Igualmente importante es la comprobación de que, en un contexto de estigmatización severa, los individuos homosexuales tienden a internalizar actitudes negativas frente a la no heterosexualidad. Por su parte, los datos indican que las personas homosexuales tienen desventajas económicas en comparación con los heterosexuales. Un estudio (Badgett, 1995) mostró que los gays ganan entre 11 y 27% menos que el grupo de hombres heterosexuales. Existe discriminación en el empleo, vocacional y salarial (el caso que nos ocupa, la restricción en la milicia, es un ejemplo patente). A nadie debe extrañar entonces que lesbianas o gays tiendan a ocultar su orientación sexual como una estrategia de protección, actual o anticipada, frente a la discriminación. Pero las estrategias de ocultamiento de identidad cobran un alto precio psicológico por la constante vigilancia sobre con quién y cómo compartir información, la necesidad de separar la vida pública de la privada, el lidiar con sentimientos de deshonestidad e invisibilidad, el aislamiento social y de las redes profesionales y de apoyo.

En 1975, la Asociación Psicológica Americana en concordancia con las principales organizaciones científicas y profesionales de alcance internacional que se preocupan de las regulaciones en salud mental, publicó una resolución que afirma que "la homosexualidad como tal no implica deterioro en el juicio, en la estabilidad, la confiabilidad o las capacidades sociales o vocacionales generales" y urge a los profesionales de la salud mental "a tomar el liderazgo en la remoción del estigma de la enfermedad que durante largo tiempo ha sido asociado con las orientaciones homosexuales" (Conger, 1975, p. 633). Continuando esta recomendación, se analizan los argumentos científicos que permitieron sacar a la homosexualidad de la lista de enfermedades psiquiátricas.

Desde que Hooker (1957) mostró que no había diferencias en las respuestas a test proyectivos en una muestra no clínica de hombres heterosexuales y homosexuales, se han sucedido estudios que no muestran diferencias entre grupos de heterosexuales y homosexuales, hombres y mujeres, en habilidades cognitivas, bienestar psicológico y autoestima.

Tampoco se han encontrado evidencias de psicopatología en estudios no clínicos de hombres y mujeres bisexuales. Además, la mayoría de estudios que sí identifican algunas diferencias significativas en relación con el funcionamiento psicológico general, entre personas heterosexuales, homosexuales y bisexuales, han sido descartados por presentar fallas metodológicas, tales como definición confusa de los términos, clasificación imprecisa de los participantes en los estudios, comparación inapropiada de los grupos, discrepancias en el muestreo, no consideración de variables sociales contundentes y uso cuestionable de variables en los resultados (Gonsoriek, 1991). Por su parte, las investigaciones metodológicamente adecuadas que notaron diferencias entre individuos heterosexuales y homosexuales en relación con el funcionamiento psicológico atribuyen tales diferencias a los efectos del estrés relacionado con la estigmatización por la orientación sexual. Así, el riesgo de padecer un trastorno mental o abusar de sustancias ilegales debe atribuirse, como es en el caso de muchas minorías étnicas y socioculturales, a los efectos negativos del estigma y la discriminación. En psicoterapia con pacientes homosexuales es frecuente encontrar representaciones homofóbicas internalizadas que, "desde adentro" atacan un sentimiento de sí mismo positivo y, de este modo, contribuyen a la patogénesis de cuadros angustiosos y depresivos. Esto es especialmente cierto en individuos que han crecido en familias religiosas conservadoras. Las grandes religiones monoteístas han juzgado desde siempre la conducta homosexual como un pecado.

En años recientes hemos visto el surgimiento de terapias destinadas a cambiar la orientación sexual de individuos homosexuales. Estos esfuerzos se dan en el contexto de movimientos religiosos, en especial en los EE.UU. Sin embargo, las investigaciones de resultados de tales terapias han mostrado sistemáticamente su falta de efectividad. Los resultados positivos que muestran algunos estudios se esfuman después de revisar la metodología empleada: sesgos muéstrales, clasificación inadecuada de los sujetos, evaluaciones basadas solamente en autorreportes y malas o inexistentes mediciones de resultados son fallas frecuentes. Así, en el clima actual de una "práctica basada en la evidencia" estas terapias no pueden ser recomendadas.

Pero aún más preocupante, lo que sí ha sido demostrado es el potencial iatrogénico de los "esfuerzos de cambio de orientación sexual (Sexual Orientation Change Efforts, SOCE, en inglés). Se ha descrito un espectro de resultados negativos con las terapias de conversión: los sujetos tratados evitan las relaciones íntimas, presentan disfunciones sexuales, pensamientos depresivos y suicidas y un sentimiento de estigmatización doble por ser gay e incapaz de cambiar. Estudiando los individuos que buscan tales terapias, se ha encontrado que la motivación primaria son actitudes y creencias internalizadas acerca de la homosexualidad: el miedo a potenciales pérdidas (familia, amigos, carrera profesional, comunidad espiritual), así como el temor al acoso, la discriminación y la violencia pueden contribuir a que una persona no quiera identificarse como lesbiana, gay o bisexual. Además, muchos de los que buscan terapias de conversión afirman que la homosexualidad no es consistente con sus valores y creencias religiosas.

Mi propia experiencia como psicoanalista de numerosos casos de jóvenes homosexuales educados en el seno de familias y colegios católicos, confirma el enorme obstáculo que significa la militancia religiosa para la aceptación de una identidad homosexual adulta. El miedo a la expulsión de la comunidad, que suma al temido rechazo familiar, se siente orquestado por un Dios omnisciente y homofóbico. Algunos de mis pacientes han abandonado la fe, otros han evolucionado hacia una espiritualidad más libre e inclusiva, alejándose, eso sí, de las normativas eclesiásticas sobre sexualidad. Por cierto, para algunos otros, donde la identidad religiosa es más importante que la orientación sexual, tal evolución no es posible, debiendo recurrir a soluciones de compromiso, a la larga muy difíciles de sostener.

El esfuerzo psicoterapéutico tiene como una de sus metas el logro de la mejor integración personal. Para cualquier persona, la integración de la sexualidad en la personalidad es una tarea de suyo difícil, con mayor razón para un individuo homosexual que cuenta con muchos factores adversos. Por otro lado, los estudios muestran que la aceptación de la orientación homosexual se correlaciona positivamente con autorreportes de satisfacción y bienestar emocional. Termino este breve alegato planteando que la lucha por una sociedad más justa, equitativa y solidaria pasa por la crítica científica a la ideología discriminadora. En estos tiempos en que mucho se ha hablado sobre la misión de la universidad, me enorgullece ser profesor de esta Universidad de Chile, en cuyo seno la fuerza de la libre argumentación racional y científica contribuye a formar jóvenes más tolerantes y compasivos.

Dr. Juan Pablo Jiménez
Facultad de Medicina, Universidad de Chile
Revista Facultad de Medicina Nº 5, 2012, pág. 10



Bibliografía

1.-"Herek GM (1995) Psychological heterosexism in the United States. En A. D'Augelli & Patterson (Eds.), Lesbian, gay, and bisexual identities over the lifespan: Psychological perspectives (pp. 321 -346). New York, NY: Oxford University Press.

2.- Badgett MVL (1995) The wage effects of sexual orientation discrimination. Industrial and Labor Relations Review, 48:726-739.

3.- Conger JJ (1975) Proceedings of the American Psychological Association for the year 1974: Minutes of the annual meeting of the Council of Representatives. American Psychologist, 30:620-651.

4.- Hooker E (1957) The adjustment of the male overt homosexual. Journal of Projective Techniques, 21:18-31.

5.- Gonsoriek J (1991) The empirical basis for the demise of the illness model of homosexuality. En J. Gonsoriek & J. Weinrich (Eds.), Homosexuality: Research implication for public policy (pp. 115-136). Urbana: University of Illinois Press.

6.- "El sexo y el cerebro", Creces (1999)

7.- "Homosexualidad y Genética (1992)

8.- "La homosexualidad en los animales (1999)



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