Contaminación por plástico
( Creces, 2015 )

El planeta Tierra alberga a siete mil millones de habitantes y a miles de especies animales y vegetales, que ahora se ven afectada por un componente extraño que nos acompaña día a día y que crece hasta ser una amenaza para la convivencia: el plástico.

El plástico es compuesto nuevo que se comenzó a producir a partir del petróleo, a mediados del siglo XX. En esos primeros años su producción, en las más diferentes variedades de productos, alcanzaba a 1.5 millones de toneladas anuales. Hoy el consumo supera los 300 millones de toneladas anuales. Por cada ser humano se está produciendo al año un promedio de 100 kilos de plásticos. Aproximadamente un tercio de los plásticos producido cada año, se utiliza sólo una vez y luego se desecha y se acumula. En Estados Unidos por ejemplo, a pesar de una intensa campaña, solo el 9% del plástico es reciclado. En otros países es menos del 1%. Como resultado el plástico se está acumulando y nos estamos ahogando y no se ve fácil terminar con él. Por el contrario su producción se está incrementando en forma exponencial. Jan Zalasiewicz, paleobiologista de la Universidad de Leicester (Inglaterra), en una conferencia que dio recientemente en Alemania (Berlín), afirmó que "con el plástico que ya se ha producido se podría fabricar un fuerte film que envolviera toda la superficie de la Tierra"

¿Dónde está el plástico que desechamos?
Buena parte es llevado a los rellenos sanitarios y va quedando cubierto bajo los rellenos, permaneciendo allí para siempre, ya que prácticamente no se degrada. Pero la historia es diferente para el plástico que llega a los océanos. Llega allí arrastrado por las aguas de los ríos hasta las playas y de allí entra al mar. La mayor parte permanece en la superficie sin degradarse. Después de un tiempo comienza a romperse en pequeños trozos hasta alcanzar una escala microscópica, asemejándose al zooplancton, siendo confundido con este por los peces. Otros pedazos, como tapas de botellas, los juguetes u otros productos, terminan en el estómago de las aves y animales marinos, como tortugas, gaviotas y albatros, siendo esto un gran riesgo para sus vidas. Hasta ahora muy poco se sabe de potenciales impactos para las creaturas marinas y para los que se alimentan de ellas.

El problema del plástico en las aguas del mar se hizo consiente cuando en el año 1997 Charles Moore cruzó sobre una gran área de basura plástica flotante, que denominó: "La gran mancha flotante del Pacífico", ubicada entre Norte América y el Japón. Muy pronto comenzaron a describirse que en otros océanos también contenían a cúmulos semejantes de basura plástica.

Estos cúmulos se crean por las corrientes superficiales y giros del agua que van de costa a costa en ambos lados del ecuador; en el sentido de los punteros del reloj en el hemisferio norte y en contra de los punteros del reloj en el hemisferio sur (ver el mapa). "La mayor parte de estos cúmulos de basura están constituidos por plásticos (70%)", afirma Richard Thompson de la Universidad de Plymouth en Inglaterra.

Todo ello ha sido cuantificado, estimando que en la superficie hay 5.25 trillones de piezas de plástico, que pesarían 260.000 toneladas. El National Academy of Science ha estimado que cada año llegan al océano 300.000 toneladas de plástico (Science, vol 329, p 1185).

¿Es ese todo el plástico que llega al océano?
Al ser arrastrados por los ríos, enormes cantidades de plásticos terminan en los océanos. Hay de todo tipo, pero la mayor parte de ellos corresponden a fibras sintéticas que se liberan de los tejidos durante el proceso del lavado. Estudios más recientes señalan que en el océano, por efecto del la luz solar y las olas, más rápidamente de lo que se pensaba, la mayor parte del plástico se degrada en pequeños fragmentos. Este pasa a constituir una sopa de pequeñas piezas que permanecen suspendidas en columnas de agua.

En Julio del 2014, Andrés Cozar de la Universidad de Cádiz en España, junto con un equipo de científicos calcularon que los fragmentos de plástico que forman esta sopa, pesan entre 7.000 y 30.000 toneladas (PNAS, col 111, p 10239). Es que parece que la mayor parte se fragmenta en trozos más pequeños, milimétricos. Marcus Erikser del Five Gyres Institute en Santa Mónica, California, afirma que en el océano existirían 35.000 toneladas de partículas de plástico que medirían menos de 5 milímetros (PlosOne, e111913). Pero por lo que se ha continuado descubriendo, ambas cifras parecen haberse quedado muy cortas. Mucho más plástico debería encontrarse en alguna parte del océano.

Las partículas son aún más pequeñas.
Thompson afirma que las partículas de plástico deben ser aun más pequeñas, midiendo menos de un tercio de milímetro. Su afirmación se basa en la determinación de micro partículas de plástico incluidas en los hielos del Ártico. Es así como en junio del 2014, su equipo informó de la detección de 234 partículas de plástico por metro cúbico de hielo del Ártico, lo que en cantidad es muchísimo mayor que el plástico descrito en los cúmulos que se forman en la superficie de los océanos. El sugiere que en al congelarse el agua de mar, transformándose en agua dulce, el plástico sub-milimétrico quedaría atrapado en su interior. Dado que en el Ártico existirían seis millones de kilómetros cuadrados de hielo, al fundirse durante el verano liberaría más plástico que los cúmulos que se acumulan en la superficie.

Pero aún hay más plástico.
Más recientemente Thompson y su equipo han descubierto otro lugar donde se acumula el plástico. Su equipo en Diciembre del 2004 ha descubierto que pequeños trozos de plástico, u otros polímeros en forma de fibras, están en los fondos marinos y allí son cuatro veces más abundantes. Ellos lo han comprobado en el Mediterráneo y en el océano índico. Han recogido muestras que contienen 800.000 partículas de plástico por metro cuadrado. No saben cuánto es su volumen total, pero en el fondo del mar lo ven y lo detectan por todos lados, tanto en el Mediterráneo como en el océano Indico, que es donde han estado buscando. Piensan que allí, en el fondo del mar, está el plástico que faltaba. "Ello es debido a que algunos plásticos son más pesados que el agua y se van al fondo", señala Thompson.

No se sabe que impacto tiene y tendrá ese plástico sobre las creaturas que viven a esas profundidades. Lo probable es que tanto los pájaros, como las tortugas, los peces o las ballenas, confundan los plásticos y crean que son alimentos y terminen desnutridos en la medida que el estómago se les vaya llenando de plástico. El problema puede ser más complejo en los habitantes más pequeños.

La contaminación marina y el hombre.
Todo lo que afecte a los océanos tiene repercusión sobre las otras especies no marinas, y entre ellas al ser humano, no solo porque afecte el ecosistema alimentario, sino porque las macropartículas de plástico pueden ser un medio de transporte de agentes patógenos para otras especies (peces o también mamíferos terrestres e incluso el hombre). Erik Zettler del Sea Education Association, trabajando con Mincer y Linda Amaral-Zettler del Marine Biological Laboratory en Woods Hole, han descubierto que los plásticos han incluso ido desarrollando un completo nuevo ecosistema microbiológico. Especialmente les ha llamado la atención una sepa de bacterias llamadas Vibro. Ellas han colonizado la superficie de las partículas micro plásticas y adheridas a ellas pueden ser patógenas. Por esta vía los Vibrio patógenos colonizan los intestinos de los peces y les destruyen los intestinos para extraer y aprovechar el hierro. Del mismo modo pueden ser patógenos para mamíferos no marinos. Se conoce de contaminaciones en humanos que son difíciles de tratar. Como estas, muchas otras bacterias patógenas pueden también encontrar en las partículas micro plásticas un medio de transporte. Es de suponer que también los virus encuentran útiles a los plásticos como transporte.

Parece evidente que los micros plásticos no son buenos para los peces. Las partículas pueden disminuir la absorción de los alimentos y si se degradan pueden liberar aditivos, como filatos y biofenol A, que ¡mita la acción de hormonas. También los plásticos en el mar actúan como esponjas, absorbiendo contaminantes orgánicos feniles policlorinados y pesticidas como el DDT. Ya son varios los estudios que señalan que los contaminantes plásticos pueden intoxicar a los peces.

También nosotros podemos sufrir los mismos efectos deletéreos. De acuerdo con Lisbeth Van Cauwenberghe, toxicólogo de la Universidad de Ghent en Bélgica, al consumir mariscos se puede llegar a exponer cada año a 10.000 partículas de micro plásticos. Ella ha comprobado que cada almeja contiene un promedio de 0.36 partículas de micro plásticos por gramo de tejido. Las ostras contienen un poco más. Es así como los micro plásticos marinos pueden llegar a ser una amenaza para la salud. Sin duda que la contaminación ambiental por acumulación de plásticos ha pasado a ser un problema, sobre todo si no se visualiza una forma de detener la sobreproducción y consecuente acumulación actual, tanto en la tierra como el mar, hasta amenazar la convivencia de los seres vivos que habitan el planeta.



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