Como la vida en el campo previene el asma
( Creces, 2016 )

La actual epidemia de asma en los niños pareciera ser la consecuencia de la obsesión por la limpieza. Contrariamente a lo esperado, los niños que viven en el campo, en contacto con los establos, presentan menos episodios respiratorios. Ahora estudios realizados en ratas ofrecen una posible explicación: trozos de bacterias encontrados en el campo despiertan una respuesta inflamatoria en los pulmones de los animales, lo que más tarde los protege del asma.

La obsesión por la limpieza parece habernos llevado a una situación contradictoria. El miedo a la suciedad hace que las madres sometan a sus pequeños hijos a un cuidado excesivo, especialmente durante los primeros años de vida. Es frecuente que les restrinjan su libertad para que jueguen con tierra y exploren el medio ambiente fuera del hogar. Ello podría ser la causa de esta epidemia de asma que, desde hace algún tiempo, sufre el mundo occidental. Ello no se observa en los países pobres donde las condiciones higiénicas dejan mucho que desear. Esto ha hecho pensar a muchos especialistas que los estilos de vida moderna, ultra limpio serían el culpable del incremento de estas enfermedades (El asma y la limpieza).

En el último tiempo ha habido más de veinte publicaciones de estudios realizados en diferentes países, confirmando que los niños que se han criado en el campo, en contacto con los establos, presentan menos problemas de alergias y asma que los niños de la ciudad (Science 349; 1034: 2015). Tratando de encontrar una explicación, algunos investigadores han argumentado que los niños en el campo respiran un aire lleno de moléculas provenientes de las estructuras de ciertas bacterias, constituidas por una combinación de grasa y lípidos, la que se han denominado "lipopolisacáridos". Estos fragmentos, también llamados "endotoxinas", se encuentran especialmente en el estiércol y forraje en los establos. Su frecuente contacto podría causar estados inflamatorios en sus pulmones, los que en cierta forma contribuirían a disminuir las respuestas inmunológicas a los alérgenos (Repensando el asma y las alergias).

Bart Lambrecht, especialista en pulmones y la inmunóloga Hamida Hammad, mas sus colaboradores de la universidad Ghent en Bélgica, decidieron estudiar el posible efecto protector de estas endotoxinas. Con este objeto inyectaron estas moléculas, día por medio durante 15 días, en las narices de ratitas jóvenes de entre 6 a 12 semanas de edad, para ver si posteriormente desarrollaban asma en respuesta a polvo de ácaros. Observaron que en ellas las células epiteliales del tejido pulmonar producían menores niveles de moléculas pro inflamatorias, llamadas citoquinas cuando se encontraban en presencia de polvo de ácaros; también tenían menos células dendríticas, centinelas inmunológicos de las citoquinas (Science 349: 6252, 2015).

Una proteína llamada A20, producida por las células epiteliales, parecía también jugar un rol importante reduciendo esta respuesta inflamatoria. En ratas que por ingeniería genética se había suprimido en sus pulmones el gene para A20, la endotoxina no protegía del asma a los animales. El equipo obtuvo los mismos resultados cuando repitieron la experiencia con polvo de la granja, que no incluía endotoxinas, sino otros fragmentos potencialmente inflamatorios provenientes de bacterias, hongos y plantas.

Luego el equipo de Ghent realizó otro ensayo con células bronquiales de personas saludables a las que expuso a niveles más bajos que de las mismas moléculas inflamatorias que anteriormente había estudiado en ratas. Los niveles no bajaron más que las células provenientes de personas con asma y también ellas produjeron menos de la proteína A20. Finalmente, los investigadores estudiaron cerca de 500 niños provenientes de granjas en el campo, encontrando que los que aquellos que poseían una mutación que bajaba la actividad de la A20, tenían cinco veces más posibilidad de desarrollar asma.

Lambreth señala que hasta ahora se pensaba que la hipótesis de la higiene se atribuía a la acción de las células T del sistema inmunológico. Pero según él cree "ello no sucede por la acción del sistema inmunológico. Por el contrario, la explicación está en las células estructurales de la vía aérea". "Necesitamos esta exposición ambiental para que se adapte el epitelio y que este decida si es o no peligroso”. El cree que la misma proteína A20 juega un rol similar en el intestino del recién nacido, ayudando a tolerar los microbios benéficos que contribuyen a la digestión de los alimentos. Lambrecht dice que "estos nuevos estudios sugieren que si se dispusiese de una droga que potenciara la acción de la proteína A20 ayudaría a proteger niños con una historia familiar de tendencia a desarrollar asma”.



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