Los esteroides de la discordia. Esteroides en alimentos
( Publicado en Revista Creces, Marzo 1984 )

Cada vez se hace mas estricto el control sobre los deportistas que consumen drogas u hormonas para lograr mejores rendimientos individuales. La difundida práctica tiene más inconvenientes que beneficios, lo que damos a conocer en el presente artículo.

Durante los Juegos Panamericanos, celebrados en la década de los ochenta, en Venezuela, un número importante de competidores (entre ellos un chileno) debieron partir de vuelta a casa antes de lo previsto y de paso devolver las medallas ganadas. Razones: se les detectó en la orina cantidades elevadas de hormonas esteroidales masculinas del tipo testosterona. Los deportistas reconocieron haber ingerido estas hormonas como una manera de "ayudar" a su exigente metabolismo y manifestaron no conocer la prohibición a que se hacía referencia y que los marginaba de los Juegos. Los competidores que se vieron más afectados con la medida fueron aquellos que deben desarrollar una gran masa muscular, como por ejemplo los levantadores de pesas.

La controversia, que generó esta engorrosa situación, permitió establecer que el uso de esteroides masculinos (andrógenos) era una práctica bastante común entre los deportistas y que las razones que justificaban su uso eran numerosas y de variada índole.


Detección

Desde que pudo probarse que es posible batir récords con la ayuda de sustancias exógenas, las autoridades deportivas han alertado a los competidores sobre el uso de estas sustancias, al mismo tiempo que se desarrollaron técnicas para una fácil y oportuna detección de ellas. Hoy basta una muestra de orina para investigar la ingestión de cualquier sustancia extraña al organismo. En el pasado, sólo los llamados estimulantes (como las anfetaminas) preocupaban a jueces y dirigentes del deporte. En la actualidad la situación es distinta y son varios cientos las sustancias cuya utilización es considerada como dopping.

Un caso aparte lo constituye el uso de sustancias que siendo componentes naturales del organismo, pueden ser consumidas, logrando una elevación significativa de su nivel normal y obteniendo de paso una ventaja deportiva. Desde el punto de vista de las definiciones, al ser ésta una sustancia no extraña al organismo podría no ser considerada prohibida, pero dado que su uso constituye una ventaja adicional para el deportista que la usa, se le considera dopping. En esta categoría están consideradas las hormonas que tanto revuelo causaran en Caracas. Pero, ¿existen pruebas o algún mecanismo que permita explicar las bondades que se les atribuyen a los andrógenos?. Veamos algunos antecedentes: Entre los criadores de ganado, la implantación de sus animales con esteroides es una práctica antigua. Actualmente se reconoce que los animales tratados con hormonas obtienen ganancias de peso significativamente superiores a los controles, por lo que se les atribuye a ellas propiedades anabolizantes. Estudios cuidadosos mostraron que esta ganancia de peso corresponde a un aumento neto de masa muscular.


Mecanismo de acción

En animales implantados crónicamente con esteroides se ha podido observar una significativa disminución tanto de la urea como de los ácidos grasos circulantes, lo que se ha interpretado como un incremento del "anabolismo", o sea de la síntesis versus la degradación.

En humanos, no obstante, la situación es bastante controversial. Algunos estudiosos fisiólogos del deporte descalifican de plano el uso de estas hormonas y atribuyen las ganancias de peso a un simple aumento de la retención de agua. Por el contrario, otros creen que hay un aumento significativo del tamaño de la fibra muscular y eventualmente del número de fibras.

El mecanismo de acción aceptado para los esteroides lo podemos estudiar en la figura y supone un libre acceso de la hormona al interior de la célula y la unión o una proteína conocida como el receptor citosólico del esteroide. La presencia de la hormona origina un cambio en la conformación de la proteína receptora, que en la figura ilustramos como una pérdida de la esfericidad. El complejo hormona-receptor viaja al interior del núcleo, se une al DNA y de esta interacción se generan varias moléculas de RNA mensajero, que originarán otras tantas moléculas de proteínas.

Como podemos apreciar, si fuera cierto que los esteroides estimulan el desarrollo muscular y si aceptamos que esto es fundamentalmente un problema de síntesis de nuevas proteínas, existe al menos un mecanismo que lo explica, dado que el único requisito que debe cumplir un tejido para responder a la hormona es poseer el receptor; cuestión que no constituye problema para el músculo, en donde se ha detectado la presencia de receptor para testosterona en cantidades suficientes.

Por razones fáciles de comprender, una parte importante del conocimiento sobre hormonas sexuales está dado por su acción en el aparato reproductor tanto femenino como masculino, por lo que no es fácil dar respuestas seguras respecto de su acción en otros tejidos. No cabe duda por tanto de que existe ahí un campo fértil para investigaciones futuras.


Un socorro químico

De cualquier modo, conozcamos o no la acción de los esteroides, lo concreto es que existe un porcentaje de deportistas que lo usan en dosis altamente tóxicas, lo cual puede constituir un riesgo importante para su salud. Analicemos ese punto ahora: En primer término, el organismo normalmente "manejá" una cierta cantidad de esteroides y dispone de sistemas enzimáticos para utilizar y/o degradar estas sustancias. Si se eleva crónicamente el nivel circulante de esteroides, podemos llegar al punto de saturar los sistemas hepáticos que metabolizan estas hormonas, quedando un porcentaje de ellas sin transformar. Esto de llevar al hígado a esta situación límite a menudo acarrea daño en los tejidos, con consecuencias impredecibles. Argumentos similares han sido utilizados para combatir el uso de anovulatorios por la mujer.

De las declaraciones de algunos deportistas usuarios de hormonas masculinas se desprende que el uso de estas sustancias también provoca cambios conductuales y éstos se relacionan con un aumento de la agresividad, lo que en algunos deportes puede constituir una ventaja. Parece innecesario argumentar sobre las consecuencias que en la vida privada de los deportistas puede tener este cambio conductual; sólo digamos que un porcentaje no despreciable de ellos se ha visto estimulado a acometer empresas deportivas que están por encima de sus posibilidades orgánicas, lo cual ha traído como consecuencias roturas de ligamentos, fracturas óseas, etc.


Colesterol

Otro peligro sobre el cual existe consenso (y lamentablemente algunas víctimas que lamentar) es el de la aterosclerosis precoz, provocada por un aumento del colesterol sanguíneo. Expliquemos esto: en un individuo normal, el colesterol es el precursor de los esteroides, por lo que un porcentaje importante del colesterol endógeno se consume de esta manera. Si bien no es posible suponer que la vía sintética se invierta y los esteroides generen colesterol, la ingesta elevada de esteroides impide que el colesterol se "gaste", sintetizando hormonas, y al no existir esta vía, se acumule. Esto también ha sido invocado para el caso de mujeres consumidoras de anovulatorios, en las que se ha detectado una incidencia significativamente más alta de enfermedades cardiovasculares.


Fertilidad

Por último, uno de los peligros a que están expuestos los atletas que consumen hormonas masculinas es la infertilidad. El testículo posee dos funciones desde el punto de vista de la reproducción. La síntesis de testosterona (esteroidogénesis) y la producción de espermatozoides. La esteroidogénesis es controlada por el nivel de una hormona peptídica producida por la hipófisis llamada hormonal luteotrópica (LH), la que es inhibida en su producción por niveles altos de testosterona. De este modo, si la esteroidogénesis se realiza en forma eficiente y se alcanza un nivel normal de testosterona, ésta, actuando como inhibidor feed-back, frena la producción de LH y por tanto su propia síntesis. Resulta obvio entonces suponer que un sujeto que recibe crónicamente testosterona exógena tendrá inhibida constantemente la síntesis endógena de ese esteroide. Desde el punto de vista de la concentración interna de hormonas, el testículo es un tejido muy especial, ya que la cantidad de hormona interna es independiente del nivel sanguíneo y depende solamente del estímulo hipofisiario. Así, aunque el individuo posea niveles elevados de hormonas circulantes, el nivel intratesticular es bajo e insuficiente para la espermiogénesis. De este modo la oligospermia (pocos espermatozoides) constituye uno de los peligros más inminentes de los consumidores de andrógenos.

Como podemos apreciar, el uso de esteroides expone al deportista potencialmente usuario a peligros graves de su salud con hipotéticos beneficios de muy difícil comprobación. Es probable que en el futuro cercano la ciencia pueda decir algo más sobre este intrincado tema y darnos más luces sobre la acción esteroidal en el tejido muscular.



Jorge Martínez

INTA. Universidad de Chile.


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