Exosomas: ¿mensajeros perversos o ingenuos?
( Creces, 2016 )

En el año 1987, aparecieron por primera vez en la literatura científica los llamados "exosomas", pequeñas vesículas, del tamaño de un virus (30 a 150 nm) a las que nadie en un comienzo les dio importancia. Fue más tarde, en el año 2007, cuando investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, descubrieron que en su interior transportaban una interesante carga, compuesta por un conjunto de diversas proteínas (por lo menos 4.000 proteínas diferentes), grasas, y pequeñas estructuras de ácidos nucleicos (ADN y RNA), que comenzaron a interesar a los científicos.

Es así como se ha ido comprobando su presencia en todos los fluidos corporales, ya sea sangre, saliva, orina, líquido cefalorraquídeo y la leche. Incluso aparecen siendo excretados por células en cultivos. Muchos en la actualidad creen que tendrían como función una comunicación intercelular. Pero mientras más se las estudia, más contrapuestas son las opiniones. Para unos el desarrollo de una intercomunicación entre células de diferentes órganos podría ser muy útil, pero para otros esta es funesta, como se ha ido descubriendo en las metástasis de tumores cancerosos. Otros, más pragmáticos, piensan que los exosomas serían sólo bolsas con basuras celulares que los tejidos debieran eliminar.


Sugerencias de funciones positivas

Aya Pusic y Richar Kraig de la Universidad de Chicago extrajeron exosomas de ratas jóvenes y los administraron a ratas envejecidas, observando que estas incrementaban el proceso de mielinización neuronal, con lo que se lograba incrementar su memoria y aprendizaje (Glia 2014;62:284-99) (Cómo envejecer manteniendo la actividad cerebral). En base a estos hallazgos piensan cultivar y producir exosomas in vitro y ensayarlos en enfermos de esclerosis múltiple, una enfermedad del sistema nervioso central, de causa desconocida, que se acompaña de pérdidas de mielina en diferentes regiones del cerebro.


Sugerencias de funciones negativas

David Layden, investigador del Weill Cornel Medicine en New York City, y sus colaboradores han publicado en los últimos años, una serie de provocativas publicaciones de experiencias en ratas cancerosas que hacen pensar que desde esos tejidos se desprenden exosomas, que lejos de ser bolsas pasivas como piensan algunos, son organelos que migran hacia otros tejidos instalándose en ellos, preparándolos para que futuras células del tumor se instalen y desarrollen como metástasis en ellos. En otras palabras, que los exosomas actuarían como "misioneros exploradores" que anunciarían y prepararían el terreno para la llegada de células cancerosas, favoreciendo así el desarrollo de metástasis.

Sus sospechas se iniciaron cuando comprobaron que las células tumorales producen más exosomas que las células normales. Más adelante, trabajando con ratas cancerosas inyectaron exosomas provenientes de células tumorales en otros órganos, observando cómo estos se instalaban y preparan el terreno para la posterior llegada y desarrollo de células cancerosas. Concluyeron que al instalarse los exosomas provenientes de tejidos tumorales en tejidos sanos, logran que estos se hagan más hospitalarios, educando a las células no tumorales para que ayuden a florecer el cáncer. Layden cree que los exosomas inducen cambios en el tejido sano logrando que en ellos crezcan y se desarrollen las células cancerosas. Pero no todos los expertos aceptan "a priori" las ideas de Layden. Algunos afirman que sus conclusiones van más allá de lo que sus datos aportan.

Cuestionan, por ejemplo, que inyectar ratas con una gran cantidad de exosomas, puede no reflejar lo que realmente sucede en el animal vivo. Sin embargo, nuevas evidencias parecen confirmar las afirmaciones de Layden. Nuevas experiencias le permiten afirmar que las células tumorales están constantemente inyectando células cancerosas al torrente sanguíneo, pero solo una muy pequeña fracción logra establecerse en algún órgano y allí crecer exitosamente. Layden y colaboradores marcan células de la médula ósea de ratas con un colorante fluorescente de color verde y luego insertan bajo la piel células de melanoma o de tumor pulmonar marcado con colorante rojo. Las células forman un tumor y luego forman metástasis en el pulmón. Lo sorprendente es que el color verde aparece en el pulmón varios días antes que las células metastásicas tumorales y exactamente en los mismos sitios donde están las verdes. Con esto concluyen reafirmando que las células tumorales envían previamente un mensaje a las células de la médula para señalarle exactamente el sitio de la futura metástasis, señalando así un nicho pre-metastásico. Según él, esta demarcación es la que realizan los exosomas.

En otros experimentos el equipo de Lyden inyectan tres grupos de ratas con exosomas provenientes de diversos orígenes; exosomas cultivados provenientes de células de melanomas altamente metastásicos; exosomas provenientes de células de melanomas de bajo-poder metastásicos; y un tercer grupo con exosomas de control. Observan que aquellas que recibieron células provenientes de melanomas altamente metastásicos desarrollaban una mucha mayor cantidad de tejido metastásico.

Continuando sus investigaciones, Lyden concluye que los exosomas llevan a los nichos pre-metastásicos una proteína oncogénica llamada MET que prepara y atrae a las células del órgano para la llegada de las células cancerosas. Otra proteína llamada MIF (que también traen los exosomas) crean un ambiente fibroso que favorece el desarrollo de células tumorales.

Más recientemente Lyden publica otra investigación aún más radical, argumentando que los exosomas Indican en que tejidos se puede el cáncer expandir. Afirma que los exosomas transportan diferentes tipos de "integrinas" y que estas dirigen a los exosomas a órganos específicos. Así, por ejemplo, metástasis en los pulmones eran ricas en dos tinos específicos de integrinas.

Sin embargo, los críticos tienen aún mucho escepticismo. Algunos cuestionan sus evidencias y no creen que ciertas proteínas ayuden a los exosomas a preparar el terreno para que posteriormente se desarrollen las metástasis, como también dudan que diferentes órganos tengan distintas integrinas, Pero Lyden insiste en sus aseveraciones y piensa que, si se lograse inhibir el rol de los lisosomas, sería posible detener la progresión del cáncer y podría el paciente sobrevivir con él por mucho más tiempo.



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