La atrofia muscular espinal (AME) es una enfermedad genética que ataca a las células nerviosas llamadas neuronas motoras que se encuentran en la médula espinal. Ellas se conectan con los músculos voluntarios, que controlan los brazos, las piernas, la musculatura torácica, la de la cara y del cuello. El comienzo es variable en el tiempo, desde el recién nacido (niño flácido) o aquellas formas que inician los síntomas en los primeros años de vida.
En la medida que se van dañando las neuronas, los músculos se debilitan. Si es lactante, se afecta la capacidad de gatear, caminar o tragar y sujetar la cabeza. Los síntomas pueden también iniciarse más tardíamente, y en su avance llegar a afectar la capacidad respiratoria. Se conocen diversos tipos de AME, ya que son varias las mutaciones que las pueden condicionar. La expectativa de vida depende del tiempo en que se llega a afectar la capacidad respiratoria. En los casos más graves y precoces, la sobrevida puede alcanzar a dos años o menos. Otras veces los síntomas se prolongan a lo largo de la vida. Hasta ahora no hay tratamiento.
En la actualidad Francesco Muntoni del University College de Londres y sus colaboradores han estado ensayando una nueva droga en un modelo de doble ciego. Unos reciben la droga “nusinersen” mientras otros reciben un placebo. Los primeros resultados han sido tan espectaculares que, por razones éticas, han resuelto suspender lo planificado y comenzar a dar la droga a los dos grupos: “Rápidamente los tratados comienzan a sentarse y pararse, lo que nunca antes se había visto”, señalan los autores. Los resultados no han sido aún publicados, pero se adelantan a señalar que “nusinersen” es una droga antisentido, que ha sido preparada para inhibir la transcripción de un determinado gene, con lo que bloquean la producción de la respectiva proteína.
Los investigadores señalan que están optimistas ya que han logrado sobrepasar el mayor obstáculo: “llegar con la droga (un trozo de DNA desnudo) hasta el sistema nervioso central”. Con ello afirman, se abren las puertas para desarrollar igual tecnología en otras enfermedades cerebrales, como son la enfermedad de Huntington y potencialmente el Alzheimer.
Las drogas antisentido, son esencialmente trozos de DNA preparados para que reconozcan y se unan a un trozo específico de RNA, que lleva las instrucciones para sintetizar alguna proteína específica
(Como anular genes con la técnica de antisentido). Bloqueando el RNA, consiguen bloquear la producción de la proteína respectiva o al menos alterar su forma. El problema está en cómo llegar hasta el tejido cerebral con un trozo de DNA desnudo. Los investigadores han estado trabajando por décadas, tratando de crear formas sintéticas de trozos de DNA que puedan sobrevivir en el organismo. Para ello han tenido que reforzar el DNA para ayudarlo a unirse fuertemente al trozo de RNA respectivo. Al mismo tiempo han tenido que forzar su forma estructural para que así pueda penetrar al interior de la neurona.
Los investigadores son optimistas y aun cuando existe la posibilidad que el nusinersen no trabajen tan bien como esperan, mantiene el entusiasmo, por lo que han visto tanto en las investigaciones en animales, como también en estudios de cadáveres de niños que han fallecido a pesar de estar recibiendo la droga. “En ambos casos encontraron que las moléculas del antisentido se encontraban ampliamente esparcidas en el cerebro y la espina dorsal”, señala Muntoni.
Estos y otros hallazgos demuestran que es posible fabricar una molécula antisentido capaz de penetrar al interior de la célula nerviosa. Los autores ya están trabajando para mejorar la versión y comenzar a tratar también a pacientes de Huntington (que hasta ahora no tienen tratamiento), mediante otra droga antisentido. “Espero que esto suceda muy rápidamente”, señaló Edward Wild, del National Hospital for Neurology and Neurosurgery, en Londres. De hecho, la droga antisentido para tratar a pacientes con enfermedad de Huntington ya ha pasado exitosamente la primera etapa de aprobación.
Terapias como esta podrían usarse en muchas otras enfermedades genéticas, incluyendo el Alzheimer. Son muchas las mutaciones que pueden causar Alzheimer, como también son las variaciones genéticas que aumentan el riesgo de enfermar. En teoría, bloqueando la producción de proteínas codificadas por genes se podrían retardar o prevenir la enfermedad.
El lado negativo del tratamiento con drogas antisentido es que se requerirían dosis periódicas por lo menos cada mes y probablemente a lo largo de la vida. Estas debieran inyectarse directamente dentro del líquido cefalorraquídeo, que normalmente fluye alrededor del cerebro y medula espinal. El procedimiento requiere de una punción lumbar lo que puede causar efectos secundarios, incluyendo dolores de cabeza y espalda.
Sin embargo, Muntoni y sus colaboradores han encontrado una forma para modificar las moléculas antisentido, de modo que pueden cruzar la barrera hematoencefálica, con lo que se podría inyectar por vía sanguínea. “Ello ya ha funcionado en animales, pero aún no ha sido ensayado en humanos”, dice Sleighd.