Hasta hace algunos años la microcirugía genética era sólo un sueño que difícilmente podía llegar a ser efectiva. Para ya es una realidad mediante la articulación de un complejo formado por una proteína (Cas9), unida a un trozo de RNA guía (CRISPR), que permite ubicar un gene específico dentro del genoma y proceder a manipularlo, modificando su estructura. Con ello ha sido posible manipular a voluntad un determinado gene
(Ya parece ser una realidad la microcirugía de genes). Esta proteína (Cas9) no es nueva, ya que es un mecanismo normal que han desarrollado las bacterias que les permite defenderse del ataque de los virus llamados bacteriófagos. Cuando estos las atacan, responden con el Cas9 que se unen a trozos del RNA viral, inactivándolo.
El descubrimiento de esta asociación (CRISPR-Cas9) ha sido catalogado como el más trascendental avance de la biología de los últimos tiempos y son varios los grupos de investigadores que han comenzado a manipular genes específicos en las más variadas especies: bacteria, levadura, ratas, peces y plantas. Ya algunos investigadores se sienten muy tentados de manipular embriones humanos, con incalculables consecuencias
(Inglaterra autoriza secuenciar el genoma de células embrionarias humanas).
Ahora el Cpf1
Más recientemente Daniel Haft, experto bioformático del National Center for Biothecnology Information, en Maryland (USA), ha individualizado un gene que ha denominado Cpf1. En base a ello, Feng Zhang, biólogo molecular del Broad Instituto y el McGovern Institute for Brain Research del Massachusetts Institute of Thecnology en Cambridge, ha recientemente comunicado en la revista Cell (Septiembre 24; 2016) que el mismo gene Cpf1, identificado por el grupo de Haft, adherido a CRIFPR, hace la intervención más simple y efectiva, y menos riesgosa.
Por otra parte, Roten Sorek, microbiólogo del Weizmann Institute of Sciencce en Rehovot, Israel, opina que el CRISPR-Cas9 no es perfecto ya que puede cometer errores, alterando de paso a otros genes. Además, el Cas9, usado en el CRISPR, es una proteína relativamente larga lo que hace dificultoso ponerla en la célula que se desea modificar. Por ello se justifica la búsqueda de nuevas alternativas y de allí lo interesante del hallazgo de Cpf1.
Finalmente cabe señalar que la perspectiva de intervención en la estructura de los genes, recién comienza a ser una realidad. A futuro, sin duda, seguirán perfeccionándose los mecanismos de nuevas moléculas que asociadas al CRISPR, vayan haciendo la modificación del DNA aún más efectiva. Sin duda que su proyección ética es con razón criticada, sobre todo frente al riesgo de implementarla en el genoma embrionario humano, ya que cualquier modificación de su DNA quedaría impresa para siempre, con las consecuencias de la expresión multiplicativa expresada en las futuras generaciones.