Las vitaminas y sus requerimientos reales
( Publicado en Revista Creces, Abril 1985 )

Algunos especialistas las recomiendan para todo y otros prácticamente se olvidan de que existen. No se trata de compuestos que estén pasados de moda, sino que, muy por el contrario, de sustancias fundamentales para el buen funcionamiento del organismo.

De las vitaminas se viene hablando hace setenta años -si no más- cuando Frederick Gowland Hopkins aclaró, luego de rigurosos experimentos, lo que debía entenderse por "factores alimenticios accesorios", estableciendo así el concepto de vitaminas (mal llamadas desde entonces aminas para la vida). Las vitaminas forman parte de un grupo de compuestos que son esenciales para el desarrollo y crecimiento normales del ser humano. Tales sustancias no pueden ser formadas por nuestro organismo, de modo que hay que incorporarlas a través de la dieta.

Si bien las vitaminas son indispensables, un exceso de ellas, así como su carencia, desata trastornos que hoy están bien estudiados. De allí que resulte importante examinar su empleo racional a la luz de recientes investigaciones.


Embarazo

La formación de un nuevo ser significa para la madre un empobrecimiento de buena parte de su arsenal químico, el que debe ir reabasteciendo a medida que cursa la gravidez. Es razonable administrar un "golpe" vitamínico a las mujeres en este período y, sobre todo, a quienes han tenido anteriormente un hijo con problemas en su sistema nervioso.

Los suplementos vitamínicos deben empezar 25 días antes de la concepción planeada y continuar hasta la segunda falta menstrual. A las madres de niños con problemas en su tubo neural se les ha administrado -en un nuevo embarazo- exclusivamente ácido fólico (una vitamina presente en algunas hojas como las espinacas; en el hígado, las ostras, legumbres y frutas frescas) en dosis de 4 mg al día. En ensayos al azar controlados, ninguna de las madres que tomaron suplementos de folato tuvieron hijos anormales; sin embargo, en el grupo restante la recurrencia fue de un 10%.

Durante el embarazo el folato dietético que reciben algunas mujeres está por debajo de las normas recomendadas y los médicos aconsejan proteger a la madre con un suplemento de ácido fólico en sospecha de un cuadro desnutricional. No hay indicaciones de que los suplementos de ácido fólico eviten la amenaza habitual de aborto o abrupción placentaria, como se ha supuesto en algunos casos.


Lactante

Aunque la leche materna contiene suficientes vitaminas para satisfacer la mayor parte de las necesidades en la infancia, pueden surgir problemas debido a la provisión insuficiente de vitamina K (hasta que el colon adquiere la flora bacteriana); de vitamina D (si el niño está privado de la luz solar) y de vitamina E (si se trata de un niño prematuro). La dosis diaria apropiada de vitamina D para el niño totalmente amamantado sería de 5 a 10 microgramos (mcg). La vitamina E (500 mcg/kg./día de alfatocoferol) sólo hay que administrarla a los prematuros con un peso inferior a 1.5 kg. a fin de evitar la anemia que responde a la vitamina E.

La administración sistemática de multivitaminas a los lactantes es innecesaria, pues si bien las cantidades fisiológicas son inocuas, las dosis más altas pueden resultar peligrosas.

Los niños normales que reciben una dieta completa (leche, carne, huevos, etc.) y que permanecen al aire libre durante períodos razonables, indican algunos médicos que no necesitan vitaminas adicionales. Tal vez, los menores que toman poco sol, que están seriamente impedidos y confinados en la cama o los que están sometidos a tratamientos de anticonvulsivos requieran un pequeño suplemento de vitamina D (10 mcg/día).


Adultos

Los adultos normales raramente necesitan suplementos vitamínicos, excluyendo de esta generalización a la embarazada y a quien amamanta. Sin embargo, debe considerarse la administración de suplementos vitamínicos a las personas que raramente toman sol; los que están sometidos a dietas restrictivas, como vegetarianos y adeptos de ciertos regímenes alimentarios, y quienes se caracterizan por una ingesta insuficiente, como anorexia, depresión y consumo excesivo de alcohol. Los vegetarianos estrictos necesitan un suplemento dietético de vitamina B12 (hidroxocobalamina). A las personas de edad avanzada que no salen de casa y no reciben una dieta apropiada se les debe administrar cantidades fisiológicas de vitaminas C, D y ácido fólico, aunque sería desde luego más sensato mejorarles el régimen alimentario.


Deficiencias

Es importante estar atentos a ciertas enfermedades que determinan deficiencias vitamínicas para su oportuna corrección. Por ejemplo, la carencia de folato ocurre en el caso de enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, ocasionalmente en alcohólicos y en cualquier enfermedad asociada a una rápida renovación celular (dermatosis, anemia hemolítica, etc.). Por lo común es fácil de remediar cuando el médico prescribe la administración oral de ácido fólico (1-5 mg/día). Sin embargo, no se trata de administrar permanentemente folato, porque se corre el riesgo de encubrir la carencia de otra vitamina, la B12, de allí que se recomienda administrar una vitamina adicional durante el tratamiento del folato.

En el caso de la carencia de vitamina B12, es apreciable en casos de anemia perniciosa o luego de intervenciones quirúrgicas severas al estómago. Establecida la deficiencia mediante pruebas de laboratorio, debe corregirse con vitamina B12 administrada por vía intramuscular hasta que el recuento globular vuelva a la normalidad. No hay indicaciones de que un fuerte "golpe" inicial acelere el restablecimiento.

Los alcohólicos a menudo contraen deficiencias de vitamina B y son propensos al escorbuto, trastorno que responde al ácido ascórbico o vitamina C. En el caso de deficiencia de vitamina D, frecuente en algunos cuadros de raquitismo, su carencia clínica o subclínica puede tratarse con calciferol administrado, vía oral, en dosis que llegan hasta 1 mg al día. La dosis de vitamina D deberá ajustarla el médico a la respuesta y a los cambios de la enfermedad principal. Cuando se emplean grandes dosis de esta vitamina hay que evitar, la hipocalcemia y la leche de las madres que toman grandes dosis de vitamina D puede llegar a causar este trastorno en los lactantes.

La deficiencia de la vitamina A, aunque rara, ocasiona ceguera nocturna en personas afectadas por cirrosis biliar. En pacientes con ictericia suele producirse deficiencia de vitamina K, como también entre quienes abusan de los antibióticos de amplio espectro (algo común en Chile), o los que experimentan mala absorción o anorexia grave. En cada caso el especialista deberá prescribir la forma de regular la carencia.

Existe también una deficiencia inducida por los fármacos que se prescriben, debido a que algunos interfieren la absorción de ciertas vitaminas. Para tomar el mismo ejemplo que acabamos de dar, la administración prolongada de antibióticos de amplio espectro puede privar a los pacientes sometidos a una dieta impropia de las vitaminas del grupo B y de la vitamina K sintetizadas por las bacterias intestinales.

En materia de vitaminas, los médicos suelen tomar partido a favor o en contra, es decir, recomendarlas cada vez que se pueda o bien dejarlas de lado en la convicción de que una dieta normal las contiene en cantidad suficiente. Algunas veces es la madre la que le recuerda al médico que le proporcione algunas vitaminas a su hijo. Hoy se sabe que las vitaminas prescritas de manera irracional constituyen un desperdicio y que a veces suele producirse un "síndrome de la megavitamina" sólo por demasiada aprehensión de médicos o de quienes están a cargo de las personas afectadas. Aquí, como en muchas otras actividades, es recomendable actuar con prudencia.



Para saber más


1. Overdoses of vitamins leave patients disables. Pearce Wright. Times, 30 de agosto de 1983. Londres.

2. Empleo racional de Vitaminas. Drug and Therapeutics Bulletin, OPS, vol. 22. N°9, mayo de 1984.

3. Vitaminas, los gigantes invisibles, CRECES 5, 1, 51-53.

4. Vitamina D y cáncer de pecho, CRECES 11, 1, 54.

5. Vitamina C, ¿panacea o placebo?, CRECES 3, 3, 28-31.

6. ¿Para qué nos sirve la vitamina E?, CRECES 1-2, 4, 19-22.

7. La vitamina C controla grasas en la sangre. Angela Heck, Die Welt (Alemania Federal), 8 de diciembre de 1979.


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