Crustáceos: no bote la caparazón
( Publicado en Revista Creces, Abril 1985 )

Cada día toma mas importancia el aprovechamiento de la quitina presente en el esqueleto de muchos animales marinos y en la estructura de algunas vegetales.

Langostas, camarones, jaibas, centollas y langostinos -entre otros apetitosos crustáceos- nos brindan su blanca musculatura, pero botamos su caparazón. La industria cada vez se está interesando más por esto último que por lo primero, y pronto no habrá basura sobrante luego de paladear estos decápodos litorales. Su esqueleto es rico en quitina, un polímero que es la segunda sustancia más abundante de la Tierra y que también está presente en los insectos, los hongos y levaduras. Las plantas y animales sintetizan anualmente más de cien mil millones de toneladas de quitina, pero ésta permanece esparcida en todo el mundo y prácticamente se la ignora. Desde 1930 la industria química ha tratado de encontrarle un uso intensivo y un gran avance se produjo cuando en 1977 se comprobó que el cloruro de litio tiene el poder de disolverla. Dicho descubrimiento abrió insospechadas posibilidades a un empleo múltiple.

Trabajos realizados en la Universidad de Delaware, EE.UU., dieron con un método destinado a extraer quitina bajo la forma de finísimos filamentos similares a suturas quirúrgicas reabsorbibles, las que al no contener proteína no provocan irritaciones. En forma paralela se sabe que la quitina contiene una curiosa propiedad cicatrizante de las heridas, que los científicos han tratado de conocer en detalle sin lograrlo hasta ahora. Muchos ungüentos hechos a partir de quitina se están probando en animales de laboratorio mientras que un preparado que la contiene está siendo utilizado con éxito para la alimentación de vacunos y pollos, facilitando en ellos una buena digestión de la lactosa. Muchos sostienen que la quitina puede ser un suplemento lácteo para las personas que no toleran el producto natural.

Se está usando quitina como adelgazante en las pastas y como agente gelificador. La industria farmacéutica está encapsulando drogas en quitina ya que al ser permeable, permite la lenta liberación del fármaco. Los industriales de la oftalmología están recurriendo a la quitina para fabricar una fina película permeable al oxígeno y flexible, ideal para usarla en lentes de contacto. Siempre en el campo médico, se ha descubierto que la quitina es fungicida y resulta de alta eficacia para el tratamiento del "pie de atleta".

En Chile tenemos toda la quitina que queramos y la posibilidad de su aprovechamiento preocupa también a nuestros investigadores. Entre 1972 y 1974, los doctores David Carrillo Contreras y Ricardo Córdova Orellana, de la Universidad Católica de Valparaíso, usaron un derivado de la quitina, el quitosano, con el fin de recuperar cobre de las aguas de desechos industriales del puerto. El quitosano proveniente del caparazón de camarones es un polímero "quelante" que presenta alta selectividad frente a iones metálicos de transición como cobre y cobalto (+2), mientras que es muy baja por el litio, sodio, potasio, calcio, bario o estroncio. Quelante es una molécula de funciones similares a la jaiba, cuyas tenazas pueden capturar a determinados elementos con mayor predilección que otros. Se conocen como tales desde 1920 y su nombre corresponde a una aproximación a la voz griega que denomina a las "quelas" o pinzas de las jaibas.

Una vez agregado a las aguas residuales donde se supone que existen iones de cobre +2, "captura" con sus tenazas (electrones disponibles) el cobre arrebatándolo de las aguas que lo contienen. El rendimiento de la operación resultó interesante como para extender los resultados a una operación industrial con beneficio para el país.


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