Como comunicarse con vida inteligente en el espacio
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1985 )

La pregunta no supone, necesariamente, que tal vida exista, pero tampoco niega que no sea factible. La física de partículas aporta hoy nuevas aproximaciones a este apasionante tema, en los dramáticos momentos en que el hombre no logra primero aprender a comunicarse y dialogar con sus semejantes en la tierra.

La gran mayoría de los científicos comparte la opinión de que la Tierra no es el único planeta con vida. Si el universo esta formado por unas diez mil millones de galaxias es altamente probable que se encuentre algún tipo de vida similar o distinta a la nuestra. El problema es cómo comunicarse con ella, si la luz. tardaría 30 mil años para que avance sólo hasta el centro de la galaxia.

En la extraordinaria cinta de ciencia ficción "E.T.", al androide le fue fácil enviar un mensaje: ordenó algunos componentes electrónicos e improvisó un transmisor capaz de alcanzar las estrellas; lo conectó y en unos pocos días sus amigos estaban en camino para llevárselo. La solución simple para un extraterrestre no lo es para un cientista terrícola, porque E.T. logró burlar una de las leyes básicas de la física que postula que nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz. Para llegar a la estrella más cercana en tres días, la llamada de E.T. tendría que haber viajado a cerca de 500 veces la velocidad de la luz...


Surgen los tachyones

Independientemente de lo imposible que resultan las comunicaciones y velocidades mayores que la de la luz, los físicos están estudiando una serie de ideas acerca de cómo transmitir mensajes a las estrellas. Una de las más interesantes involucra unas misteriosas partículas - los tachyones o taquiones- nombradas así por el físico de la Universidad de Columbia, Gerald Feinberg en 1967. Sin embargo, pese a la fascinación de algunos científicos desde entonces, el concepto ha caído hoy en un terreno ajeno a la física.

Para el doctor Luis Gomberoff, investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, los taquiones serían partículas que viajan a velocidades mayores a la de la luz, lo que no contradice a la Teoría Especial de la Relatividad de Einstein. Sin embargo, para que ello ocurra, tales partículas deben tener masas imaginarias, no descritas mediante un número real. Una partícula libre y con masa imaginaria es un juicio no definido en física por el solo hecho que no puede realizarse una medición. Luego, cualquier otro concepto es de carácter metafísico.

Hasta el momento y en el terreno de la física, no ha sido posible detectar partículas que viajen a velocidades mayores que las ondas electromagnéticas (luz, microondas, rayos X). Algunos autores, no obstante, indican que existen maneras de detectar los taquiones y hasta llegar a usarlos para comunicarse. El método más sencillo sería probablemente utilizando detectores de partículas estándar. Si dos de ellos registraran un suceso, significaría entonces que los habría activado una partícula que viajase mas rápido que la luz: un taquión habría pasado a través de ellos. Ambos registros, sin embargo, podrían ser sólo una coincidencia en el sentido de que ambos sucesos podrían haber sido causados por uno segundo a mitad de camino o entre los dos detectores. Será necesaria una serie de evidencias para demostrarles y convencer a los físicos de la existencia real de estas discutidas partículas.


Nuevas alternativas

Los planes más antiguos para enviar mensajes al espacio se basaban en el uso de la luz visible. Ya en 1820 el matemático Carl F. Gauss propuso crear gigantescas figuras luminosas sobre la superficie de la Tierra, las que al ser vistas por los extraterrestres a través de sus telescopios, les llevaría a comprobar que también aquí había vida inteligente. A comienzos del siglo XX la Academia Francesa de Ciencias ofreció 10 mil francos a la primera persona que se las ingeniara para comunicarse con un planeta que no fuese Marte (aquello era considerado como "muy sencillo").

Con el correr de los años se estimó que usar luz visible era una forma deficiente de comunicación con vecinos lejanos. Hay tanta luz en el espacio que los mensajes serían "tragados" por la luminosidad del fondo. Se deberían encontrar algunos métodos más efectivos, y en su hallazgo se han esforzado cientos de científicos.

¿Qué se debe cumplir para que una señal de comunicación sea exitosa, es decir, pueda ser leída a distancias estelares? En primer lugar, tendría que ser fácilmente distinguible de la estática natural, o señales no producidas en la naturaleza. También tendría que ser resistente a ser absorbida por la atmósfera de un planeta o por el polvo o gas interestelar. Obviamente debe ser lo mas rápido posible. Las naves Pioneer 10 y 11 y Voyager 1 y 2 van en dirección a las estrellas, pero pasarán decenas de miles de años para que logren llegar a alguna de ellas. Por último, las señales deben ser fáciles de generar y detectar, usando la menor energía posible.

No es fácil cumplir con todos estos requisitos. Pbilip Morrison y Guiseppe Cocconi, físicos de la Universidad de Cornell, EE.UU., realizaron en 1959 la primera investigación sistemática para determinar la frecuencia correcta que debería usarse. Morrison partió con la idea de usar rayos gama para hablar a través del espacio. Más tarde, después de recorrer el espectro electromagnético completo, se descubrió que las microondas eran probablemente los mejores candidatos para llevar mensajes interestelares. Las microondas se usan en transmisiones de radio terrestre y en radar, pero por alguna razón la naturaleza no produce muchas ondas de radio. De hecho, la Tierra ha llegado a ser la fuente más poderosa de generación de ondas de radio en el sistema solar, aun más potente que el Sol (los rayos gamma, los rayos X y las bandas de luz visible se encuentran muchísimo más ocupadas).

De toda la banda que comprende las ondas de radio existe una zona más tranquila que el resto, es decir, no emiten ruido a través del detector. Sobre longitudes de ondas de 30 centímetros, la galaxia por sí misma emite ruido; bajo los 1.5 centímetros hay un silbido de emisiones atómicas. Pero entre 3 y 30 centímetros el único ruido significativo es la radiación de fondo que aún queda del "Big Bang", gran explosión espectacular que se cree dio origen al universo, la que después de miles de millones de años ya es muy débil. De este modo, las microondas en este rango penetran fácilmente a través de la atmósfera, característica esencial que debe cumplir una frecuencia mensajera. La naturaleza nos proveyó de esta banda desocupada en el espectro electromagnético y pareciera especialmente diseñada para el contacto interestelar.

Es relativamente fácil producir señales de microondas lo suficientemente potentes como para ser oídas en estrellas distantes, a la vez que pueden ser detectadas en forma simple. El radiotelescopio de Arecibo, Puerto Rico, ha sido usado tanto para oír mensajes cósmicos como también para mandarlos. En 1974, su director Frank Drake y su grupo dirigieron una señal de 3 minutos a la agrupación globular de estrellas Messier 13, a 25 años luz de distancia. El mensaje fue lo suficientemente poderoso como para que si Arecibo hubiera estado en el otro extremo lo hubiera recibido. Sólo en 50 mil años más podremos saber si alguien lo recibió.

Tal como el trabajo de Drake y los estudios anteriores de la Universidad de Cornell, la mayor parte de las investigaciones en sistemas de comunicación estelar se han centrado en el área de microondas y otros tipos de radiaciones electromagnéticas, no obstante, las partículas subatómicas también podrían portar señales a través del espacio. En principio, ninguna otra partícula, salvo si los taquiones existieran, se ve como una buena alternativa. La mayoría de las partículas tienen masa, por lo que requieren mucha energía para lanzarlas fuera del planeta y, por otra parte, nunca podrán viajar a la velocidad de la luz. ¿Existen en cambio partículas sin masa que viajen a la velocidad de la luz y que puedan fácilmente traspasar un planeta o cualquier otra masa de gran volumen con la que se encuentren?


Aparecen los neutrinos

Tales partículas sin carga y con masa casi cero existen y se les llama neutrinos. El físico alemán Wolfgang Pauli (1900-1958) predijo su existencia en 1932 - escribe el Dr. Desiderio Papp- cuando advirtió que el balance energético de los electrones emitidos por los núcleos activos evidenciaban una anomalía. Para evitar una interpretación que violara el principio de la conservación de la energía, Pauli sugirió que una partícula hipotética intervendría en dicho balance energético escapando con una parte de la energía. En la desintegración del núcleo emisor de rayos x, un neutrón se transformaría en protón, expulsando un electrón y un neutrino. Como nada impide admitir que la parte de energía llevada por el neutrino inaccesible completa la del electrón, de modo tal que su suma en el proceso queda constante, el principio de la conservación estaría salvado. Sin embargo, el neutrino era una partícula tan esquiva que escapó casi por un cuarto de siglo a todas las trampas ideadas por los físicos, deseosos de observar la interacción del neutrino con la materia. No obstante, el norteamericano Frederick Reines, en 1956, logró junto a un equipo de físicos, poner en evidencia la colisión entre protones y algunos de los millones de neutrinos de un gran reactor nuclear, demostrando así la existencia de la fugaz partícula.

Hoy se sabe que la materia difícilmente los afecta. Si se compara al neutrino con un neutrón, éste viajaría en promedio sólo 30 cm a través del agua pura, antes de ser detenido por un átomo de hidrógeno u oxígeno. Un neutrino, en cambio, sería capaz de atravesar 3 600 años luz de agua e incluso penetrar un año luz a través del plomo sólido. A pesar de todo, hasta hoy el neutrino continúa siendo un poco más que un movimiento enigmático y hasta se cree que no sólo existe un tipo de él sino tres, pudiendo cambiar de una forma a otra. Se acepta, asimismo, que puedan tener "algo" de masa, cercana a unos 55 mil millonésimas de la del protón o del neutrón.

La idea de comunicaciones basadas en el neutrino, ya está comenzando a ser tomada en serio. Debido a que las ondas de radio son fuertemente absorbidas por el agua, el Departamento de Defensa de Estados Unidos estudia usar los neutrinos para comunicarse con los submarinos. Un grupo encabezado por Robert Wilson, director fundador del gigantesco centro de investigaciones de partículas físicas, "Fermilab", está pensando en un proyecto aun más audaz: sugieren que un haz de neutrinos producidos por un acelerador de partículas podría ser lanzado a través de la Tierra, atravesarla y entregar una radiografía del interior del planeta. El aparato que recibe el nombre de Geotrón podría mirar tanto el interior fundido del planeta como la superficie cercana, donde bien podría detectar petróleo, gas, minerales y otras riquezas.

Usar transmisores de neutrinos para ayudar a "E.T." a comunicarse con su hogar, se encuentra casi al alcance de la tecnología actual. Los científicos pueden ciertamente crear un generador de haz de neutrinos y si fuera necesario se podría hacer que éste pulsara para enviar mensajes en un código parecido al Morse. La señal pasaría fácilmente a través del centro de la galaxia, sin ser afectada por las nubes de polvo, nebulosas, estrellas y planetas con que se encuentre en el camino.

El transmisor probablemente sería caro, pero el prototipo de cualquier equipo siempre resulta oneroso. La radio de neutrino podría ser construida a principios del próximo siglo si es que no antes, convirtiéndola en un seguro candidato para las comunicaciones interestelares dada su baja probabilidad de interacción.

Cuando se trata de hablar de las estrellas, la parte más difícil no es la tecnología ni el tiempo, sino una ventaja que E.T. tenía y nosotros no: hablar el lenguaje. Cualquier civilización lo suficientemente avanzada para recibir nuestros mensajes debe ser además lo suficientemente inteligente como para traducimos. Si consideramos los mensajes de los Voyager 1 y 2, podrían encontrarse con un fonogramo con saludos grabados en 50 idiomas. También hay mensajes del entonces presidente Jimmy Carter y del secretario de las Naciones Unidas de esa época, Kurt Waldheim; sonidos de lluvia, vehículos, 90 minutos de extractos musicales y 116 fotos. Aun si los extraterrestres se las ingeniaran para descifrar lo que les hemos mandado; lo más probable es que lo encuentren incomprensible. Luis Gomberofí señala que en el universo se encuentran muchos ruidos que han podido ser detectados por el hombre. Lo interesante sería escucharlos ordenados, los cuales estarían significando la probabilidad de vida inteligente. La naturaleza no lo podría hacer en forma espontánea, por lo tanto aquí no importa el lenguaje, sino el sonido con un cierto ordenamiento para decidir que se trata de un mensaje inteligente. "Los cuásares -indica- constituyen un buen ejemplo, emitiendo ruidos periódicos provenientes de una estrella, pero la frecuencia resulta ser sólo de una estrella, lo que es único para cada una de ellas, Distinto hubiera sido si se encontraran muchas clases de frecuencias en una sola. Entonces, estaría indicando la intervención de un ente inteligente."

En la Tierra los esfuerzos para detectar y descifrar transmisiones interestelares comenzaron con el proyecto de Frank Drake en 1960. En esta primera búsqueda organizada de inteligencia extraterrestre, Drake usó el radiotelescopio de Green Bank, West Virginia (EE.UU.), cuyo diámetro es de 30 metros. Durante 200 horas por un período de 3 meses, escuchó las transmisiones de frecuencia de 21 cm en regiones cercanas a dos estrellas, Tau Ceti y Epsilon Eridani, ambas a 11 años luz de distancia. No encontró absolutamente nada.


Paciencia

Desde entonces la búsqueda ha continuado en forma intermitente. Hoy es llevada a cabo por el proyecto Sentinel dirigido por Paul Horowitz. Utiliza un radiotelescopio en el observatorio de Oak Ridge, EE.UU., para explorar el cielo. Un analizador de señales, construido especialmente para identificar pulsos o artificiales, estudia una banda de 130 000 longitudes de ondas distintas ( de acuerdo a la selectividad del aparato en que se está midiendo) centrado en la frecuencia de 21 cm (línea del hidrógeno). Eventualmente, ésta será reemplazada por otra que es capaz de rastrear 84 millones de longitudes de onda. La investigación continuará durante años o hasta que se escuche un mensaje. Irónicamente, puede que otros seres inteligentes hoy ya estén inundando la Tierra con transmisiones de partículas esperando que nosotros las descifremos. Una vez que se logre desarrollar la tecnología para captar y traducir tales señales puede que nos encontremos con una red de noticias ofreciéndonos información de algunas de las estrellas.

Por el momento la investigación de inteligencia extraterrestre es un pequeño esfuerzo. De acuerdo a una estimación, los fondos totales para el proyecto invertidos hasta la fecha han sido menores que el costo de un helicóptero militar de ataque. La mayoría de las longitudes de ondas significativas y las regiones del cielo aun no han sido estudiadas. Las investigaciones actuales han sido como tratar de encontrar una aguja en un pajar. Gomberoff subraya, entretanto, que es probable que alguna civilización superior a la nuestra ya nos haya mandado mensajes y cuando los recibamos, ésta ya no exista".



Adaptación de Lily Duery Asfura



Para saber más


1. PAPP, DESIDERIO. Ideas revolucionarias en la Ciencia. Tomo III, 1979, Edit. Universitaria Chile.

2. FRANCOIS VANNUCCI. Los leftones. La recherche. Vol. 15, págs. 1245,1984.

3. K. HUANG, Quarks, leftons and gauge fields. World Scientific, 1983.

4. WEINBERG Les trois premieres minutes. Senil Edit. 1980.


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