FM y TV con mala onda
( Publicado en Revista Creces, Octubre 1985 )

Preocupan los efectos dañinos para la salud humana de las radiaciones provenientes de antenas emisoras de frecuencia modulada y televisión.

Gracias a un interesante artículo de Germán Bernácer, experto de UNESCO con sede en Santiago, contamos diversos aspectos de la contaminación electromagnética: el peligro de las radiaciones ionizantes para la salud humana y los altos riesgos de la energía de radiofrecuencias que emiten estaciones de radio, televisión y radar. Los primeros en reaccionar ante nuestro artículo fueron los radioaficionados del país. El tema ha vuelto a acaparar el interés público a raíz de una advertencia hecha por la Agencia para la Protección Ambiental de los Estados Unidos, quien encontró en Hawai verdaderos "bolsones" de calor, especialmente en torno a Honolulú. Allí se ubica, precisamente, una alta concentración de antenas emisoras de televisión y de radios de frecuencia modulada, en donde se está generando emisión permanente de radiación no ionizada.

Se estima que tales emisiones pueden ocasionar enfermedades como estrés por calor, daños orgánicos y hasta cambios drásticos en la química corporal.

Se calcula que existen unas 4.500 grandes antenas de radio FM en los Estados Unidos, por lo que la Agencia de Protección Ambiental ha alertado a su área de Programas de Radiación para que investigue a fondo los efectos de éstas en la salud de las personas. Se estima que la gente que vive y trabaja en un radio de 45 metros de estas antenas corre un riesgo adverso para su salud. El tema es hoy motivo de controversia científica y de inquietud pública, a tal punto que muchas administraciones de los Estados (EE.UU.) han aprobado medidas que prohiben la construcción de nuevas antenas. La pregunta central de toda esta deliberación es ¿Cuánta es la exposición a tales radiaciones como para que se produzca daño orgánico?.

La radiación no ionizada es energía emitida desde ondas electromagnéticas, comenzando con la onda corta -infrarrojo-, como parte del espectro. Las más fácilmente absorbidas por el cuerpo humano son las ondas FM y de la televisión. Si bien hasta ahora no han causado ninguna desgracia mayor, se sabe fehacientemente que engendran peligro.

La radiación no ionizada puede penetrar al cuerpo y -literalmente- provocarle un calentamiento desde adentro hacia afuera, tal como ocurre con el horno de microondas para uso doméstico. Como resultado pueden producirse daños en los ojos, testículos y órganos internos. Un cuadro de estrés por calor puede ocurrir al exponerse a unos 1.000 microwatts por metro cúbico de las ondas FM y de las de televisión. La intensidad en sí es bastante pequeña, pero reportan el límite permitido por las ordenanzas del gobierno federal norteamericano para tales emisiones.

Estudios indican que emisiones mucho más bajas procedentes de ondas FM y televisión, así como las de muy baja frecuencia (ELF) emanadas desde líneas de alta tensión, estaciones de retrasmisión de microondas y detectores de radar, pueden ocasionar cambios en la química del cerebro, en su actividad eléctrica o en la respuesta inmune.

Investigaciones realizadas por W. Ross Adlay, del hospital de Veteranos de Guerra de Loma Linda, California, demostraron que las ondas ELF desatan cambios en el flujo de iones de calcio hacia los tejidos cerebrales. Las mismas emisiones determinan una actividad anormal entre las ratas, en tanto semillas de maravillas sometidas a una exposición a ondas ELF muestran un descenso del cinco por ciento en su tasa de germinación. Los críticos -sobre todo la industria de la radio y televisión- sostienen que el peligro de tales radiaciones para el ser humano es algo todavía no comprobado.

El estándar o norma para las ondas de televisión y radio FM, actualmente en estudio por la Agencia, es de 100 microwatts por centímetro cúbico. Los radiodifusores alegan porque la norma les resulta demasiado estricta, ya que -de aprobarse- exigiría a muchas emisoras debilitar su señal y detener la construcción de nuevas antenas, todo lo cual "reduciría los beneficios recibidos por el público de nuestras transmisiones".

La controversia tecnológica, económica, legislativa y de salud ambiental tiene todavía bastante tiempo para acusaciones y réplicas.



(Modificado de un texto de Susan Gilbert Science Digest, noviembre de 1984. Traducción: Dorothy de Rosales).


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