Mucho sol puede quemar su descanso. Quemaduras solares
( Publicado en Revista Creces, Enero 1986 )

La luz solar tiene efectos benéficos para los seres vivos, pero también puede apagar o ensombrecer la vida del ser humano. Más allá de los aspectos reversibles de las quemaduras veraniegas, es el cáncer de piel con sus distintas modalidades lo que hay que evitar denunciando tempranamente sus signos más evidentes.

A partir de noviembre las temperaturas en la zona central del país, donde vive aproximadamente el 70% de la población, alcanzan con frecuencia los 25 a 28 grados en su máxima diaria. Algunos días éstas se empinan hasta los 32°C, con cielos despejados y un Sol a ratos abrasador. Resulta fácil advertir que hemos tenido una larga y persistente exposición a la luz y a la radiación solar, más intensa en quienes trabajan al aire libre.

¿Qué sucede con este Sol que aplasta y vivifica, que vitaliza y demuele, indistintamente?.

Las emanaciones electromagnéticas del Sol comprenden un amplio espectro de ondas eléctricas, de radio, rayos X, infrarrojas, luz visible, luz ultravioleta, rayos gamma y rayos cósmicos, cada cual con sus distintas longitudes de onda (medidas en nanómetros, o nm, donde cada nm equivale a 0,000000 1 cm). Las ondas más cortas que llegan a la superficie de la Tierra son de 290 nm, en tanto las inferiores son absorbidas por la atmósfera.

La cantidad y tipo de radiación solar que nos llegan dependen naturalmente de muchos factores tales como la latitud, estación del año, altura, hora del día, altura del sol sobre el horizonte, condiciones atmosféricas locales (nubes, humedad, smog), etc. Tanto las nubes como el smog tienen por misión filtrar los rayos ultravioletas.

Aproximadamente la mitad de la radiación nos llega en forma de luz visible (380 a 720 nm); un 40% como luz infrarroja (sobre los 720 nm) y sólo un 10% como luz ultravioleta (290 a 380 nm). El daño que produce la luz solar es provocado por sólo un 3% de esos rayos ultravioletas.


Quemado y bronceado

A pesar de ser sólo un escaso índice de los rayos los que tocan nuestra piel, especialmente en el verano, lo cierto es que las quemaduras las sentimos intensamente. La quemadura de sol es un proceso complejo que comienza precisamente con la absorción de los rayos ultravioleta por los ácidos nucleicos de la célula de la piel, produciendo un efecto inmediato de dilatación de los vasos sanguíneos por liberación de sustancias vasoactivas. Esto produce un enrojecimiento precoz, pero sin dolor.

La mamá, que ha llevado a sus hijos a la playa o al campo, comienza a preocuparse. A menudo reta a los niños por "quedar como pancoras de rojos", algo que ella debió prever. Los adultos, entretanto, se miran unos a otros por el color rojo sucio que adquiere la piel. Las lamentaciones llegan después.

Luego se produce un efecto más permanente debido al daño celular producido por la inflamación local, apareciendo a las 3 ó 4 horas el enrojecimiento tardío y el dolor. Por la noche el lamento impedirá, incluso, conciliar el sueño.

¿Y qué pasa con el bronceado?. Se trata de un aumento del pigmento de la piel, que ocurre en dos fases. La primera, inmediata, provocada por ondas de 320 a 700 nm en donde el pigmento o melanina preexistente (ya formado) se oxida con rapidez y se redistribuye. La segunda fase, más lenta, es inducida por las ondas ultravioletas y puede ser iniciada también por una quemadura de sol. Esta segunda fase se caracteriza por la formación de nuevo pigmento, demora 3 a 4 días y reporta el bronceado más permanente.

El sol provoca también un aumento en el número de células de la epidermis, con su consiguiente engrosamiento. Así puede entenderse que, mientras estamos expuestos al sol, enrojecemos sin dolor. Luego -el mismo día- aparecen las molestias propias de la quemadura y sólo 3 ó 4 días después se presenta el bronceado que tanto buscan algunas personas. Pero cuidado: las personas de tez blanca tienden a quemarse fácilmente ya que su piel no ofrece barreras al paso de los penetrantes rayos ultravioletas. El bronceado permanente con que sueñan los jóvenes y más de algún pretencioso de edad mayor, depende de la calidad de pigmento que sean capaces de producir las células especializadas de la piel -los melanocitos- al ser estimulados por los rayos solares. Se trata de una propiedad conferida genéticamente y no hay forma práctica de alterarla. Luego, quienes se queman y nunca se broncean no tienen más remedio que resignarse. El bronceado no tiene ningún efecto en la salud de las personas, con la excepción de que los rayos ultravioletas interactúan con la provitamina D en la piel para generar la vitamina D.

La exposición desmedida a los rayos solares ultravioleta provoca el envejecimiento prematuro de la piel, así como algunas marcas características: reaparición de pecas, atrofia o adelgazamiento excesivo, manchas pigmentadas o depigmentadas y ciertas acumulaciones de pequeños vasos o "arañas" vasculares. En cada caso se producen cambios químicos en el tejido conectivo bajo la epidermis y son irreversibles. Marinos, pescadores y campesinos, entre otros, muestran los surcos del tiempo en sus rostros precisamente por esta exposición exagerada a los rayos del sol. La excesiva vida al aire libre tiene también sus inconvenientes.


Cáncer de piel

Más de cien mil personas en Chile padecen de cáncer a la piel, en cuya génesis juega un papel preponderante y desencadenador la excesiva exposición a los rayos solares. Afortunadamente muchas de ellas acuden temprano al médico, cuando el mal aún tiene cura. Otros, desgraciadamente la mayoría, no le confieren la importancia crucial que los signos visibles de la enfermedad tienen. Su dejación complicará el cuadro.

En los últimos tres años, Ronald y Nancy Reagan hicieron noticia desde la Casa Blanca por algunos episodios de su salud. En vísperas de Navidad de 1982, la Primera Dama de los Estados Unidos debió ser intervenida para extirparle un pequeño tumor en su labio superior, el que a la biopsia resultó ser maligno: cáncer a la piel. Oportuna y debidamente erradicado, no requirió tratamiento futuro. En el año 1986, el Presidente Reagan fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas -vinculadas a cánceres- resultando una de ellas un cuadro similar al operado a su esposa, esta vez a la nariz, el que incluso debió ser operado por segunda vez en el curso del mismo año. El mandatario señaló sentirse recuperado de estas operaciones.

El hecho de que menos del 10% de los enfermos de cáncer de la piel fallezcan de esta enfermedad antes de los cinco años, obliga a los médicos en general y a los especialistas a examinar aquellas partes que el paciente mismo no puede ver -como la región dorsal- y aquellas expuestas a los rayos solares como ser la cara, el cuello y las extremidades superiores; zonas que sufren roces o traumatismos constantes, como las mejillas y el mentón en los hombres y las axilas en las mujeres. O bien áreas donde el cinturón aprieta; las palmas de las manos y plantas de los pies y la zona del escroto, la bolsa que protege los testículos.

Precisa el Dr. Juan Arraztoa E. cancerólogo del Hospital Clínico de la Universidad Católica de Chile que "cualquier lesión sospechosa como una úlcera crónica que no cicatriza o que recidiva (vuelven a aparecer); nevos -manchas o tumoraciones persistentes de la piel- que cambian de color, crecen o duelen, que presentan prurito o sangramiento, deben de ser extirpados en su totalidad y enviados a examen de anatomía patológica. Por ningún motivo debe destruirse una lesión por electrocoagulación u otro método similar".

Los nevos son malformaciones congénitas de la piel producidas por exceso de pigmentación, por desarrollo exagerado de los vasos sanguíneos o por hipertrofia de los tejidos epidérmico o conjuntivo.


Exposición

Subraya Arraztoa que el carcinoma de la piel ocurre predominantemente (90%) en áreas expuestas al sol y al viento. Resulta, por lo tanto, fácilmente visible y accesible a ser tratado. La mayoría son del tipo basocelular o de las células basales, de baja malignidad y lento crecimiento, aunque si es descuidado puede llegar a invadir y destruir las estructuras vecinas. Puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, menos en las palmas de las manos y las plantas de los pies, y en forma especial se advierte en la cara: nariz, mejillas, orejas y párpados.

El otro tipo de cáncer de la piel es el epidermoide o pavimentoso, que crece con rapidez, da prontas metástasis (o ramificaciones a larga distancia) a los ganglios regionales y puede producir la muerte por diseminación. El carcinoma pavimentoso se origina sólo en ciertas áreas: en las delimitaciones mucocutáneas, borde del labio, ano, pliegues del área perinasal y en la axila, donde las glándulas sudoríparas son abundantes. También se genera en las cicatrices por quemaduras, en las dermatitis (inflamación de la piel) por radioterapia y en lesiones benignas propias de la piel como psoriasis, verrugas, keratosis, lupus, etc., cuando se ulceran e infectan.

El típico carcinoma basocelular precoz es un nódulo discreto, de color grisáceo, amarillo o rosado, a menudo con dilataciones de los vasos capilares de pequeño calibre (telangiectasias) justo debajo de la superficie semitraslúcida. Ocasionalmente, aparecen muy pigmentados semejando melanomas. En personas de piel seca, estas lesiones aparecen de color café amarillento, como costras con tendencia a sangrar fácilmente.

Si el sol predispone al cáncer de piel, uno de los tantos que existen en esa localización resulta, no obstante, de sumo cuidado. Es el denominado melanoma maligno. Ya no sólo provoca molestias locales sino que muestra diseminación a distancia y letalidad importante. Tiene preferencia por sujetos de piel clara y es prácticamente inexistente en aquéllos de piel oscura ya que éstos filtran los rayos solares. Es más prevalente en sujetos que trabajan expuestos directamente al sol. Hace algunas décadas se le conocía como el "cáncer de los salitreros", cuando miles de estos trabajadores rompían durante décadas el caliche en plena pampa en sitios reconocidos hoy como los de mayor irradiación solar del planeta.


Cremas y lociones

Lo primero que pone en su bolso de playa una mujer es una o dos cremas para proteger la piel y lograr un bronceado perfecto. Sin embargo, la mayoría de las cremas o lociones que se dicen bronceadores tienen sólo propiedades humectantes. Contienen también pigmentos -yodo, por ejemplo- que tiñen la piel (y a veces la ropa), dando la falsa sensación de bronceado instantáneo antes de que los pigmentos propios de la piel hayan tenido siquiera la oportunidad de redistribuirse. Algunas veces, la gruesa capa aplicada puede filtrar los rayos ultravioletas, pero sólo por un efecto mecánico.

Existen sustancias químicas como el ácido paraamino benzoico y otros derivados de las oxibenzonas que bloquean selectivamente los rayos solares entre 290 y 320 nm. Habitualmente estos preparados vienen en presentaciones que son solubles en agua y por lo tanto, deben aplicarse después de cada baño. Si bien esto es una desventaja, evita la incómoda base aceitosa. Su efecto se optimiza al ser aplicados unos 45 minutos antes de la exposición al sol y no en el momento mismo en que tal contacto comienza.

Consideración aparte merece el uso de medicamentos cuando se toman baños de sol. Tetraciclinas, sulfas, agentes antidiabéticos orales (por ejemplo la (olbutamida); tranquilizantes mayores (fenotiazinas) o menores (clordiazepóxido); diuréticos (clorotiazida); edulcorantes artificiales (ciclamatos) o contraconceptivos orales (entre otros el mestranol), consumidos por hombres o mujeres, en cada caso, pueden acentuar las reacciones normales que se producen cuando existe una quemadura de sol, haciéndola más severa con la aparición de ampollas y edema, o bien pueden presentarse lesiones diversas de tipo urticante, alérgicas, descamativas, pigmentatorias aumentadas o disminuidas en intensidad variable. La única forma de prevenirlas es evitando la acción directa del sol.



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