Frente a esta discusión, es interesante copiar un informe reciente escrito por Rodger Doyle, en el Scientific American de febrero de este año (pág.12) y que se refiere a la fluoración de las aguas en Estados Unidos, dice:

"En 1945, se fluoró por primera vez las aguas en una ciudad americana (Grand Rapid en Michigan). Los resultados allí y también muchas otras ciudades en que se siguió igual procedimiento, ha sido muy positivo: el porcentaje de caries de los escolares, bajó entre un 50% y un 60%, si se compara con otras ciudades en que no se siguió este procedimiento.

Se espera que los encargados de la salud pública en el país, introduzcan esta práctica tan efectiva desde el punto de vista de costo-eficiencia. Sin embargo se debe reconocer que a lo largo del tiempo, han aparecido oponentes. En 1940 muchas comunidades decidieron en contra la fluoración, aparentemente por ignorancia y confusión acerca de sus beneficios y también porque algunos oponentes interpretaron mal los hechos científicos. A comienzos de la década del 50`, los oponentes afirmaron que la fluorificación del agua causaría una diversidad de enfermedades renales. Después de 40 años de investigación que trataban de demostrar estos efectos nocivos, la verdad es que no se han logrado evidencias demostrables que tal cosa suceda.

Por esta posición no justificada, en la actualidad sólo el 62% de los americanos está recibiendo el beneficio de fluoración de las aguas (en la actualidad el 90% de la población americana consume agua potable). El mapa indica el porcentaje de comunidades por Estados Unidos, que actualmente están recibiendo agua fluorada. En la actualidad, de las 50 grandes ciudades de Estados Unidos, sólo ocho no están recibiendo agua fluorada (Los Angeles, San Antonio, San José, Portland (Oregon), Sacramento, San Diego, Honolulu y Tecson).

Es cierto que la fluoración tiene un inconveniente: puede producir fluorosis dental, que varía desde pequeñas manchas dentales, a tinciones obscuras completas de los dientes. Sin embargo esta complicación es rara cuando la fluorosis se hace en dosis adecuadas (0.7 a 1.2 partes por un millón). En aquellas en que se agrega más flúor, la fluorosis puede llegar a ser un problema cosmético, pero en ningún caso un problema de salud". (Hasta aquí el informe de Scientific American, febrero 1996, p.12).

Pareciera que hay información más que suficiente del beneficio que se puede obtener de la fluoración de las aguas. Si a ello se le agrega un adecuado hábito de aseo dental, sin lugar a dudas que ambas intervenciones beneficiarían grandemente a nuestra población infantil.