Muerte súbita en el adulto
( Publicado en Revista Creces, Junio 1986 )

Es frecuente escuchar que una persona "falleció de repente" o murió mientras dormía, sin que se advirtieran alteraciones visibles en su estado general. El tema ha sido una suerte de callejón sin salida para los clínicos. Ofrecemos aquí un estado de avance de algunas investigaciones destacadas sobre el tema.

La llamada muerte súbita cardiaca es la principal causa de decesos en adultos de los países industrializados. En Chile son aproximadamente 30 mil las muertes anuales causadas por fallas agudas del corazón. La mayoría de ellos son hombres. El paro cardíaco es la causa de muerte de uno de cada tres adultos. Sus víctimas son generalmente individuos llenos de vida y hasta que se produce el accidente parecen haber gozado de buena salud.

En la actualidad los cardiólogos se están preocupando mucho de este síndrome, porque ahora tienen algunas posibilidades para combatirlo. Los hallazgos sugieren que la causa de la muerte súbita cardíaca puede estar influida o motivada por factores emocionales, ya sea porque lentamente éstos van creando una predisposición a la muerte cardíaca o porque en una crisis emocional aguda, abruptamente la causan.


Sin registro previo

Hay dos formas de muerte cardíaca: a) por un infarto del miocardio, como resultado de la esclerosis de las arterias coronarias, y b) la muerte súbita, propiamente tal, que se inicia por una sobrecarga de estímulos eléctricos de los nervios que inervan el corazón. Los ventrículos que constituyen la bomba del corazón comienzan a acelerarse produciendo una taquicardia, hasta que la contracción cardíaca se vuelve anárquica (fibrilación), y el corazón ya no se contrae sino que sólo se sacude como lo haría una masa de gusanos. Esta situación se hace incontrolable y termina con la muerte del paciente, salvo que se aplique un desfibrilador o se lo introduzca en una máquina de resucitación cardiopulmonar.

Estudios señalan que alrededor del 20% de los enfermos que fallecen de muerte súbita tienen las arterias coronarias totalmente normales, y no han tenido hipertensión, no han sido fumadores excesivos, no han tenido alto su nivel de colesterol ni son obesos. Es decir, casi el 20% de los que fallecen no han tenido ninguna enfermedad previa. Más aun, el 75% de los que fallecen por muerte súbita no han tenido infartos previos. Es como si el corazón se cansara de latir rítmica y armónicamente, comandado por alguna orden superior.

La pregunta que los médicos tratan de responder es: ¿Por qué se produce esto?. La causa final es aún inexplicable incluso para aquellos que padecen enfermedades cardíacas previas. Personas con enfermedades graves al corazón pueden vivir muchos años, pero de repente fallecen de muerte súbita. Pareciera que son factores emocionales los que desencadenan el problema: miedo, depresión, soledad son antecedentes frecuentes. Con mayor razón si su corazón está previamente dañado.

Se sabe que el cerebro ejerce un control sobre el funcionamiento del corazón, aunque no se conoce exactamente cómo lo realiza. James Skinner, un neurólogo del Baylor College of Medicine, en Houston, Estados Unidos, estima que existe una substancia química (neuropéptido o una enzima) que no funciona adecuadamente en el lóbulo frontal de algunas personas. Su mal funcionamiento no altera la inteligencia, la percepción, la memoria u otras condiciones de las personas, actuando sólo sobre la regulación del corazón, lo que se pone en evidencia en pacientes con enfermedades cardíacas y con problemas emocionales, desencadenando la fibrilación del músculo cardíaco. A todos se nos acelera el corazón si tenemos una emoción o un susto, pero en algunos esto desencadena el caos (fibrilación), mientras que a los más, se pasa la aceleración (taquicardia) una vez que transcurre el miedo o la ira.


Evidencias

Esta conexión entre factores emocionales y muerte súbita es algo nuevo. Hasta hace 25 ó 30 años, los cardiólogos eran renuentes a aceptar esta relación y sólo durante los últimos años la literatura médica comienza a preocuparse de ella. En este sentido hay algunas evidencias:



  1. El 20% de los pacientes que ha fallecido o sobrevivido a un paro cardíaco, ha tenido algún motivo de angustia o emoción en las 24 horas anteriores al accidente. Cada uno de nosotros tiene alguna experiencia de parientes, amigos o conocidos, qué fallecieron después de una emoción fuerte. Tal vez por eso existe la frase: ¡casi me muero de miedo!.

  2. En un trabajo se confirmó que entre las viudas desconsoladas, el riesgo de muerte súbita es un 40% más alto que en las mujeres casadas de la misma edad. (Afortunadamente no todas las viudas son desconsoladas).

  3. La muerte súbita aumenta en frecuencia durante los primeros meses después de la jubilación.

  4. En animales de experimentación (perros), Richard Verrier, investigador de la Universidad de Harvard, EE.UU., demostró que la ira aumenta notablemente las posibilidades de fibrilación cardíaca. Peter Reich, también de Harvard, demostró que la intensa rabia en los seres humanos, en muchas ocasiones precede a la muerte súbita.

    Cuántas veces hemos oído a las señoras de edad frases como ésta: ¡Este niño me va a terminar matando del corazón!.

  5. Algunas substancias químicas de la sangre, llamadas catecolaminas, que son producidas por las glándulas suprarrenales y el sistema nervioso simpático, durante un estrés extremo producen destrucción de las fibras (de Purkinje) del músculo cardíaco, con lo que se altera el sistema de transmisión del estímulo nervioso, desencadenando una fibrilación.

  6. Son muchos los casos de muerte súbita en situaciones de estrés, como durante un discurso o cuando se va manejando un auto en un camino con mucho tráfico. En choferes, por ejemplo, se han podido comprobar alteraciones cardíacas mediante electrocardiógrafos portátiles. Muchas veces hemos oído casos de muerte súbita en los estadios, en los momentos que se marca un gol, tanto del equipo favorito como del contrario. En Chile es frecuente que un temblor de mediana intensidad deje por lo menos un muerto debido al susto.



Numerosos trabajos se han publicado en los últimos años sugiriendo que el aislamiento prolongado, las frustraciones en el trabajo o las depresiones elevan los riesgos de muerte súbita. Es curioso que este tipo de factores emocionales afecta más a aquellos individuos con mayor grado de educación. En ellos el riesgo de muerte súbita es mayor.

No sólo el aumento de las catecolaminas sino también el de la adrenalina, que se produce después de fuertes o sostenidas emociones, pueden interferir en el proceso. La adrenalina produce contracción de los pequeños vasos del corazón, lo que obliga a este órgano a aumentar sus contracciones para bombear más sangre, lo cual significa aumentar los riesgos de fibrilación. La adrenalina es la causante de la sensación de "frío pánico" que experimentamos cuando, por ejemplo, estuvimos a punto de chocar o ser atropellados.


Investigaciones

Aceptando la hipótesis de que factores emocionales alterarían la normal regulación que el cerebro ejerce sobre el corazón, muchos investigadores están tratando de interferir en la producción o transmisión de estos "mensajeros de la muerte".

Unos pocos pacientes logran sobrevivir a un primer paro cardíaco. Si no se les hace nada, un 30% vuelve a tener un nuevo paro cardíaco. En la actualidad puede reducirse este índice a un 4% usando drogas antiarrítmicas y teniendo al paciente en un constante monitoreo. Desgraciadamente las drogas también actúan bloqueando estímulos eléctricos que van a otras partes del cuerpo, produciendo alteraciones de la memoria, trastornos digestivos o impotencia sexual.

Parecen existir también otras alternativas de prevención. Algunos cirujanos han comenzado a utilizar pequeños electrodos para eliminar minúsculos trozos de tejido cardíaco que pueden hacer de cortocircuito en la transmisión nerviosa de los impulsos eléctricos. Otros han observado que cortando una rama nerviosa, llamada ganglio estelar izquierdo, fuera del músculo cardíaco, puede en los animales prevenir la fibrilación.

James Skinner (Oklahoma, EE.UU.) estudió la posibilidad de impedir la fibrilación, actuando al nivel de la región frontal del cerebro. El ha trabajado con cerdos, que a veces mueren de miedo en el matadero. Ha observado que ligando sus coronarias y luego estimulando la región frontal con impresos eléctricos, se produce fácilmente fibrilación. Con este método está tratando de destruir las neuronas que envían el mensaje de la muerte y dice haber obtenido éxito, destruyendo algunas zonas específicas del lóbulo frontal.

El mismo investigador también estudia en ratas actuando directamente sobre el hipotálamo y el núcleo amigdaliano, que es la región que controla las reacciones del miedo. A través de estas lesiones él puede prevenir que el mensaje llegue al corazón. El neurólogo pretende ir más lejos. Según él, en el cerebro hay más de diez mil tipos diferentes de neurotransmisores (substancias químicas que traspasan el estímulo eléctrico de una neurona a otra) y cada uno de ellos estimula o inhibe la transmisión en algunas células o funciones específicas de ellas. El pretende conocer cuál es el nuevo transmisor específico para este caso y para buscar un antídoto.

Otro grupo de la Universidad de Harvard, encabezado por E. Lowns, está usando dietas que modifiquen los niveles de serotonina del cerebro, ya que éste es un potente neurotransmisor que amortigua las substancias químicas que pueden alterar la función cardíaca, cuando se produce un estado de ira o pánico. Algunos investigadores afirman que los niveles de serotonina están muy bajos en estados de depresión y que incluso su determinación es útil para predecir decisiones como los suicidios. Los niveles de serotonina también se encuentran disminuidos en los alcohólicos, lo que puede independientemente predisponer a la muerte súbita.

La serotonina se produce a partir de un aminoácido llamado triptótano, que a su vez aumenta al ingerir alimentos como hígado, huevos o leche. Los cardiólogos generalmente aconsejan a los pacientes en riesgo de muerte súbita no ingerir tales alimentos.

Como se puede ver, la relación entre cerebro y corazón es muy compleja. La muerte súbita y la fibrilación cardíaca parece que continuarán siendo responsables de la mayor parte de los decesos de los hombres adultos, pero en ciencia nada se puede vaticinar.



Para saber más


(1) Lown, B. Tratamiento de pacientes con alto riesgo de muerte repentina. Am Heart J 103:689, 1982. En: Rev. Méd. Chile, 111:221-226, 1983.

(2) Henríquez, Alejandra y Chuaqui, Benedicto. Un caso de lipomatosis del sistema excitoconductor y muerte súbita. Rev. Méd. Chile 111: 447-450, 1983.

(3) Northcote, A. J., Ballantyne, D. Muerte repentina cardíaca en deporte. Br Méd J 287:1357, 1983. En: Rev. Méd. Chile 112:745-752, 1984.

(4) Illanes, Guillermo et al. Incidencia de arritmias ventriculares y su correlación con muerte súbita en pacientes con miocardiopatía dilatada idiopática. Rev. Méd. Chile 112:877-883, 1984.

(5) Milei, J. Patología de la muerte súbita. Arch Inst Cardiol Mex 52:135, 1982. En: Rev. Méd. Chile 111:637-641, 1983.


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