Contaminación atmosférica dentro del hogar por estufas y cocinas
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1980 )
El aire es el recurso natural más intensamente utilizado por el hombre. Para tener una pequeña idea de esa proporción de uso, analicemos algunas cifras: el hombre consume al promedio al día aproximadamente 2 kilos de alimentos sólidos; unos 3 a 4 litros de agua y nada menos que entre 12 a 20 kilos de aire en 24 horas, dependiendo de la cantidad de ejercicio que se realice.
Ese aire que respiramos, cuando es puro, es una mezcla de varios gases, pero contiene además partículas en suspensión y trazas de sustancias intrínsecamente tóxicas en bajísimas concentraciones. El ser humano, al igual que muchos animales, evolucionó bajo esa atmósfera, por lo cual desarrolló mecanismos de limpieza de sus pulmones y una cierta tolerancia a las sustancias tóxicas presentes. Estos mecanismos se hacen ineficientes cuando el mismo hombre emite al aire nuevas sustancias o hace aumentar las concentraciones de aquellas que ya existían. A todas estas sustancias llamaremos contaminantes.
Los contaminantes emitidos en grandes cantidades por vehículos motorizados e industrias son los que dan origen al "smog", tan común en las grandes ciudades.
Estufas y cocinas que usan gas licuado o parafina contaminan el aire de las habitaciones en índices muchas veces mayor que el registrado en atmósferas abiertas. Mediciones realizadas en Santiago y comparadas con registros internacionales son una alerta ante un asunto grave aunque ignorado.
El "Smog" doméstico
El común de las personas entiende por "smog" un aire que se ve sucio a simple vista debido a la disminución de la visibilidad provocada por la existencia de gran cantidad de partículas en suspensión. Nosotros debemos aclarar que un aire puede no verse sucio y, sin embargo, poseer una gran cantidad de contaminantes. Muchas sustancias lanzadas al aire son altamente tóxicas, pero inodoras e incoloras. Tal es el caso de muchos contaminantes que se liberan al interior de las viviendas.
La contaminación que ocurre al interior de los hogares es muy poco conocida y será nuestro tema de análisis, ya que alcanza niveles muchas veces mayores a los que existen en el centro de Santiago.
¿De dónde provienen esos contaminantes? -En todos los hogares se realizan combustiones, ya sea para cocinar o para calefaccionarse. En todos esos procesos de combustión se liberan contaminantes que permanecen en el aire de todas las dependencias de la casa por periodos que varían según la ventilación del lugar y del tipo de contaminante.
Considerando la cantidad en que esas sustancias son emitidas y su grado de toxicidad podemos decir que los principales contaminantes son el anhídrido sulfuroso (SO2), el monóxido de carbono (CO2) y los óxidos de nitrógeno (NOx).
La velocidad de emisión o cantidad que se emite de cada contaminante, por unidad de tiempo, depende de variables tales como:
a) El tipo o calidad del combustible empleado. En orden decreciente encontramos al gas licuado, gas de cañería, kerosene, carbón, leña.
b) La cantidad de combustible que se queme, la cual depende de la energía calórica que se quiera obtener.
c) La calidad de la combustión, condicionada por la oxigenación que se proporcione al proceso.
Analicemos lo que ocurre con cada uno de los contaminantes nombrados y que se generan al interior de los hogares.
El anhídrido sulfuroso (SO2). La cantidad de SO2 que se desprenda depende de la calidad del combustible. Por lo tanto, al quemar kerosene sale más SO2 que con el gas licuado. Esto nos llevó a medir la cantidad de SO2 que emana de algunas estufas a kerosene, encontrando que en una casa-habitación de 70 m2, con una estufa de doble quemador encendida durante 6 horas, se llega en el aire a una concentración promedio de 0,24 ppm (917 ug/m3) de SO2, y alcanza a 1 ppm (3.820 ug/m3) en la habitación donde se encuentra el artefacto (ppm: parte por millón, ug: microgramo).
Para tener una idea de la magnitud del problema, comparemos esos resultados con los obtenidos en algunas grandes urbes. En Londres, en su periodo de mayor concentración (1959), llegó a concentraciones promedio de 300 ug/m3 de SO2; en Nueva York fue en 1968 de 573 ug/m3; y en Santiago los mayores picks se presentan en los meses de invierno, pero sobrepasan difícilmente los 400 ug/m3 en los peores días.
Los límites permisibles para la calidad del aire recomendados por la EPA (Environmental Production Agency, USA) son de 80 ug/m3 y la OPS (Organización Panamericana de la Salud) recomienda 100 ug/m3, valores que son sobrepasados en más de 10 veces cuando se mantiene una estufa encendida.
Entre los efectos sobre la salud provocados por una exposición prolongada a las concentraciones ya expuestas se advierte:
-Aumento de la incidencia de bronquitis crónica.
-Predisposición del pulmón para ser más fácilmente atacado por microorganismos.
-El volumen de aire en expiración forzada se ve disminuido.
-Afecta los mecanismos de limpieza de los pulmones, y por lo tanto, las partículas inhaladas permanecen más tiempo en los alvéolos.
Las personas más afectadas son los niños y los enfermos broncopulmonares y cardiovasculares, de tal manera que una persona que sufra asma, verá aumentar la frecuencia de los ataques al encontrarse en una atmósfera que contenga SO2 en las concentraciones antes dichas.
Debemos insistir en que la cantidad de SO2 que se desprenda no depende de la calidad de la combustión, sino del contenido de azufre del combustible en el siguiente orden decreciente: carbón, kerosene, gas pobre, gas licuado.
El monóxido de carbono (CO). Es un gas altamente tóxico, pues posee una afinidad con la hemoglobina (Hb) 210 veces mayor que el oxígeno, formando carboxihemoglobina (COHb) e inhibiendo así un porcentaje de la Hb presente en el organismo.
La cantidad de CO que se desprende guarda relación con la calidad de la combustión. Si el combustible se quema mal, o sea, en presencia de poco oxígeno (llama rojiza), la cantidad de CO liberada será mayor.
Un estudio realizado por la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, en una casa experimental, manteniendo encendida una cocina a gas, dio concentraciones de CO como máximo de promedio para una hora ) en el dormitorio, y de sólo 0,5 ppm (0,6 mg/m3) al exterior de la vivienda.
La concentración promedio en el centro de Santiago en julio de 1979 fue de aproximadamente 10 ppm (11,1 mg/m3).
La inhibición de la Hb por parte del monóxido de carbono depende no sólo de la concentración exterior, sino también del tiempo de exposición a ese contaminante. Es así como una concentración de 20 ppm (23 mg/m3) produce una inhibición de Hb del 0,8% en una hora y de 3% en 8 horas.
Los límites permisibles recomendados por los distintos organismos se refieren a promedios de 8 horas y son de 8 ppm (8,9 mg/m3) para la EPA y de 9 ppm (10 mg/m3) para la OPS, niveles que al equilibrio provocan una inhibición del 1,5 % de la Hb.
Los efectos sobre la salud están relacionados con el daño que produce el CO en el sistema nervioso central. Se ha podido determinar que la exposición a bajas concentraciones de CO produce una disminución en la velocidad de respuesta a un estímulo, se alteran los límites de detección visual y se ha encontrado además una mayor incidencia de enfermedades respiratorias en niños que habitan casas con cocinas a gas, comparadas con aquellos que lo hacen en habitaciones que poseen cocinas eléctricas.
El problema es mucho más grave cuando usan estufas, ya sean de gas o kerosene, puesto que se disminuye la ventilación del lugar para que no se escape el calor y se mantienen éstas encendidas por largos períodos.
Oxidos de nitrógeno (NOx). Son de dos tipos: el óxido nítrico (NO) y el dióxido de nitrógeno (NO2), siendo más tóxico este último. La cantidad de NOx que se desprende aumenta al mejorar la calidad de la combustión, de tal forma que una llama azulada desprende más NOx que una rojiza.
Las mediciones que realizamos utilizando estufas de uso corriente revelan las siguientes concentraciones en el living de una casa de 70 m2.
NO. . . . NO2
Con estufa a gas 0.2 ppm 0.5 ppm(1.000 ug/m)
estufa a kerosene 0.14 ppm 0.2 ppm (400 ug/m3)
con un funcionamiento de aproximadamente una hora. El promedio en el centro de Santiago (Julio de 1979) fue de 0.07 ppm (142 ug/m3).
Repercusiones en la salud
Los daños provocados por estas emanaciones en la salud humana pueden resumirse en pérdida de la capa ciliada y destrucción de los bronquiolos a dosis de 0.5 ppm, pudiendo llegar a provocar enfisema o tumefacción en el tejido pulmonar, a dosis más elevadas.
Como conclusión podríamos señalar que los procesos de combustión que se realizan en los hogares liberan gran cantidad de contaminantes. Entre ellos existen algunos de alta toxicidad, como aldehídos y compuestos policíclicos aromáticos que aquí no hemos abordado. Los artefactos que generan más contaminantes son aquellos que no poseen un tiraje al exterior.
Resulta importante recordar que no es solución mejorar la calidad de la combustión, pues si bien disminuye la cantidad de CO desprendido, el NOx y el SO2 siguen liberándose en las mismas cantidades. Por último, considerando que son los niños, ancianos y personas enfermas las que más permanecen en los hogares con este tipo de calefacción, los resultados que encontramos nos hacen colocar una voz de alerta ante un problema que, a pesar de ser tan grave, ha sido poco estudiado.
Dr. Eduardo Lissi, María Angélica Rubio, T. Cáceres, U. Técnica del Estado.
Dr. Rubén E. Cisternas, U. Católica de Chile.
Bibliografía
Lawreys, R. (1972); "Precis de Toxicologie Industrielle et des intoxications proffessionnelles". Ed. DucuIot. Bélgica.
Organización Mundial de la Salud (1972). Informe Técnico Nº 506.
Environmental Protection Agency (1974): "Health consequences of Sulphur oxides". EPS-650.
Melia, R.J. y col. (1977). Brit. Med. I.;2:148.
Air quality criteria for photochemical oxidants (1970). U.S. Department of Health, Education and Welfare. AP. 63.