El problema de los desechos radiactivos
( Publicado en Revista Creces, Noviembre 1996 )
La eliminación de los desechos radiactivos, provenientes de los reactores o de bombas atómicas, constituyen uno de los más serios problemas de contaminación ambiental. La radioactividad puede persistir por cientos o miles de años y en cualquier momento pueden destruirse sus contenedores y pasar al ambiente afectando seriamente la salud de las personas. Por ello tratan de enterrarse en lugares aislados, pero nadie asegura que con el tiempo, ya sea por olvido o porque cambien las condiciones geológicas, ellos lleguen a contaminar el ambiente. No es raro entonces que nos haya provocado una justificada alarma el anuncio que Argentina quiera enterrar sus desechos atómicos en el sur del país, cerca de la frontera chilena.
Este problema es común en muchos países y todos buscan lugares seguros para deshacerse de esos desechos. Estados Unidos ha decidido enterrarlos en una profunda mina de sal subterránea, ubicada en Nuevo México. Ello porque se piensa que el lugar es geológicamente estable y porque allí no hay agua subterránea que pueda eventualmente contaminarse y escurrirse.
Sin embargo parece que este lugar no es seguro, ya que se ha encontrado un tipo de bacteria que es capaz de vivir en lugares salados, y a grandes profundidades del subsuelo. Además se ha comprobado que ellas absorben material radioactivo que parecen no dañarlas. No se puede excluir el riesgo que con el tiempo estas bacterias transporten material radioactivo fuera del lugar, y que con ello contaminen gravemente el medio ambiente.
Betty Streitelmeier, microbióloga del Laboratorio Nacional de los Alomos de Nuevo México, ha aislado estas bacterias y las ha expuesto a elementos radioactivos: plutonio-239, neptunium-237, americium-243 y torium-232. Encuentra que cuando se exponen a grandes dosis de americium-243, estas lo absorben y parecen no afectarse en absoluto su sobrevivencia. Frente a los otros elementos radiactivos, se retarda algo su crecimiento, pero persisten vivas. Cualquiera que sea el elemento radioactivo, si estas bacterias se escapan de estos depósitos, pueden contaminar el agua con su radioactividad, lo que sería indudablemente un riesgo para la salud, que esta o las próximas generaciones no nos perdonarían.
(New Scientist, Septiembre 7, 1996, pág. 12).