El dilema de la escolar que se embaraza
( Publicado en Revista Creces, Septiembre 1991 )

El embarazo en adolescentes que aun cursan la enseñanza media conlleva diversos problemas de variada índole, empezando por los obstáculos absurdos con que la sociedad dificulta la continuidad de sus estudios a estas jóvenes. Es hora de enfrentar este dilema con apertura de criterio y sentido común.

El problema

El embarazo en una adolescente que se encuentra en el colegio implica que se inició su vida sexual y por lo tanto el embarazo es sólo una consecuencia de actitudes y conductas sexuales. En diferentes estudios nacionales publicados entre 1978 y 1991, se revela que nuestros adolescentes escolares relatan haber tenido experiencia coital antes de terminar el cuarto medio, en proporciones que varían de 31% a 40% en los varones, y de 15% a 23% en las mujeres, según los diferentes investigadores.

Por otra parte, se ha demostrado también, en diferentes estudios, que el embarazo en las adolescentes escolares y no escolares se asocia a ignorancia y falsas creencias sobre el proceso de reproducción y la sexualidad. Definitivamente, la ignorancia o los conocimientos parcelares o asistemáticos o adquiridos en la práctica en reproducción y sexualidad, no protegen del inicio precoz de la actividad sexual y del embarazo a edad temprana. Por el contrario, la mayor ignorancia en sexualidad y reproducción humana en escolar se asocia a conceptos menos integrales y responsables de la sexualidad y a separar la sexualidad como un componente normal integrante de nuestra personalidad. La ignorancia genera una disociación de la sexualidad normal del individuo. Negarla subrepticiamente y en forma sistemática de los conocimientos de los escolares, obliga a éstos a adquirirlos por las vías menos adecuadas, pues los medios de comunicación de masas estimulan sus naturales inquietudes, las cuales se resuelven por medios asistémicos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En los estudios realizados por el Centro de Medicina Reproductiva del Adolescente (CEMERA, del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile), se ha comprobado que de las embarazadas adolescentes que se han controlado en los diez años de trabajo de este Centro, (más de 3.000), el 50% de ellas estaban estudiando al momento del embarazo y otro 10% a 15% habían abandonado las aulas escolares muy poco tiempo antes del embarazo.

Nuestros estudios de seguimiento de las que se embarazaron estando en el colegio, un año después encontraron que sólo el 5% de ellas continuaban sus estudios a pesar de los esfuerzos profesionales del Centro para reinsertarlas en el medio escolar. Cabe mencionar que la mayoría de las parejas de estas adolescentes era otro escolar cuyo seguimiento revela que abandona la pareja y no visita a su hijo en alrededor del 60% de los casos. En otro volumen importante el padre-adolescente debe abandonar el colegio para enfrentar las responsabilidades de manutención del recién nacido.

Si hacemos una simple proyección de estos guarismos con los nacidos vivos de mujeres de 19 años y menos del año 1989, con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas, tenemos: Nacidos vivos de mujeres de 19 años y menos 39.834. De éstos el 59,8% fueron ilegítimos, es decir corresponden a una madre soltera, lo cual da 23.820 nacidos vivos. Si aplicamos el indicador de escolaridad entre estas adolescentes-madres, según lo encontrado por CEMERA (50%), tenemos un total de 11.910 adolescentes que estaban estudiando al momento de su embarazo. De este total sólo 596 habrían continuado estudiando (5%), y 11.314 abandonaron sus estudios, entrando en el círculo vicioso de más dependencia - menos instrucción - más pobreza - embarazos repetidos - descuido de la prole - desnutrición - mayor mortalidad infantil de sus hijos - abandono de los sobrevivientes - mayor indicador de delincuencia infanto-juvenil y del futuro adulto con síndrome de deprivación de afecto. Se completa así el círculo de respuesta social negativa. Lo que parece una novela kafkiana, se confirma con los estudios e información del Servicio Nacional del Menor (SENAME), del Servicio de Gendarmería y de los Centros de Recuperación de niños desnutridos (CONIN).


Vías de solución

La lógica más elemental dice que es preferible prevenir que curar. Por lo tanto, el objetivo ideal es prevenir los embarazos no deseados en adolescentes solteras escolares y no escolares.

Para lograr este objetivo existen solamente dos caminos:

El primero es retrasar el inicio de la vida sexual hasta el momento en que el individuo pueda enfrentar responsablemente la formación de una pareja y sea capaz de socializar a su prole con los valores culturales de la sociedad que lo rodea.

El segundo camino es la prevención del embarazo para aquellos que inician su vida sexual sin tener aún la responsabilidad y capacidad para ser padres.

Ambos caminos tienen un solo instrumento: La educación integral del hombre. En esta solución toda la sociedad asume la responsabilidad: La Familia, La Escuela, Las Religiones, Los Grupos de Opinión, El Estado y La Comunidad a través de sus grupos organizados. Aparece de inmediato la necesidad de servicios de salud para los jóvenes.

Cuando el embarazo se ha producido, es necesario proteger la nueva vida, tal como lo establece nuestra Constitución. Esto se hace a través de la protección del más desvalido o vulnerable, en este caso específico la adolescente embarazada escolar o no escolar. Su dependencia futura será la base para el cuidado del niño y para no repetir un nuevo embarazo en el corto plazo. La toma de responsabilidades por el escolar adolescente-padre es fundamental para el futuro del niño, lo cual no implica la ejecución de matrimonios forzados de resultados inciertos.

Para alcanzar estos objetivos es indispensable la Educación Integral y los Servicios.

En conclusión, la Educación es el instrumento indispensable para enfrentar este problema. Esta verdad, que nadie niega, sólo confirma sus principios fundamentales:

  • Es un derecho y no se pierde en ninguna circunstancia.

  • No discrimina a los seres humanos

  • Es reflexiva, integral y adaptada al medio cultural donde se imparte.

  • Su objetivo es el ser humano.

  • Es el camino a la verdadera independencia.

  • Es alternativa: da posibilidades a diferentes grupos.

    En cuanto a las relaciones entre embarazo y educación, se pueden resumir en los siguientes hechos:

  • El derecho a la educación no se pierde con el embarazo.

  • La protección del niño se basa en una adecuada educación materna.

  • La prevención de futuros embarazos se inicia con la educación.

  • La decisión de vida de una adolescente-madre es protegida por la educación.


    Mitos y falsas creencias

    Hay una serie de creencias referentes a la presencia física de una adolescente embarazada escolar y su contacto con otras adolescentes escolares no embarazadas.

    Una primera objeción se basa en la imagen de la "manzana podrida" o de la "rama infectada", que es necesario cortar. Este primitivo concepto, aplicable a la agricultura y a la era miasmática de la enfermedad en los seres humanos, es de discutible aplicación a los seres humanos desde el punto de vista de las ciencias sociales. Que el embarazo cunda como epidemia en un colegio por el hecho de tener dos o tres embarazadas por curso no ha sido demostrado en ningún estudio serio y sólo son historias anecdóticas de los adultos que no están preparados para enfrentar el problema. Se incluyen educadores, otros profesionales y padres de familia con inadecuada información y temor por sus hijos, con los cuales la comunicación es seguramente muy deficiente.

    Curiosamente, esta creencia se da en los medios socioeconómicos altos con más frecuencia que en los bajos. Fenómeno asociado a la respuesta social cultural del "qué dirán" y de la menor aceptación del embarazo en la soltera por la sociedad de poder económico que por la más desvalida, donde el embarazo en estas circunstancias es más aceptado. Es un problema cultural negativo muy profundo que obedece a otras raíces y que es necesario considerar en las soluciones, pues no cambia por decreto.

    En la extensión al ser humano de este concepto, corresponde el castigo al pecador. En este caso, a la embarazada-soltera, que es la imagen misma del quiebre de una norma de la sociedad. La interpretación sería que ningún pecador puede salvarse y que el castigo debe incluir el producto de la deshonra, el recién nacido que no pidió venir a este mundo. No cabe la menor duda que esta forma de pensar es irracional e inhumana y falta de los principios cristianos más elementales.

    Una segunda creencia se refiere al mal ejemplo que una adolescente escolar daría a sus compañeros. Es la actitud de proteger a la sociedad de un "escándalo". Frente a esta situación aparece el doble discurso. "No importa cómo actúes, lo importante es que no se sepa".

    En estas circunstancias, la adolescente escolar que interrumpe su embarazo con un aborto clandestino voluntario no tendrá objeciones para la integración en el grupo. No es un mal ejemplo mientras no se sepa. La que hace una decisión de muerte es protegida y la que hace una decisión de vida es acusada. La lógica del doble discurso mantiene las formas de la sociedad.

    Para el adolescente escolar que embaraza, sin embargo el mal ejemplo tiene diferente connotación. Si la adolescente a la cual embarazó no es del mismo colegio, aunque se sepa o sospeche que él es el progenitor, constituye un mal ejemplo en términos relativos. Lo que para ella constituye un baldón, para él casi llega a ser un galardón. La diferencia la hace el útero, que llega a 32 centímetros de altura.

    En el post parto la responsabilidad que toma un adolescente como padre se enfrenta a la mofa de sus compañeros, que lo consideran un tonto o un engañado, y a la falta de cooperación de sus propios padres que en la mayoría de los casos consideran que "una muchacha suelta lo engañó". En nuestra experiencia en CEMERA vemos con inusitada frecuencia la repetición de los embarazos en diferentes alumnas por un mismo adolescente varón considerado como "muy macho".

    Los que usan el argumento del mal ejemplo no dudan en discriminar en contra de una adolescente, expulsándola del colegio aunque ella desee y sea capaz de continuar. Sin embargo, la misma fuerza no se utiliza para reclamar por la violencia, las imágenes de muerte, a que hemos estado expuestos, y que se nos repiten cada día en los medios masivos de comunicación. Paradojalmente, una decisión de vida en circunstancias tan adversas es condenada.

    En este punto, es importante preguntarse si realmente una escolar embarazada es un mal ejemplo. La experiencia nos dice que una adolescente escolar embarazada con salud mental normal, NO recomienda que otra haga lo mismo que ella.

    Apenas experimenta la realidad no esperada y siente el abandono de su pareja y el impacto en sus padres y compañeros, se convierte en la primera comunicadora para que otras adolescentes no repitan la experiencia. De hecho, son abundantes las referencias que recibimos en CEMERA de adolescentes con riesgo de embarazo enviadas por otra adolescente embarazada o ya madre. Por lo tanto, el problema es de los adultos que no saben manejar el problema o de sus barreras culturales que recomiendan ignorar los conflictos antes que asumirlos.

    También cabe preguntarse si realmente cuando ocurre un embarazo en una escolar, ¿No será el momento de reflexionar acerca de la Educación Sexual y de introducirla en los maestros y familias como parte integrante de la enseñanza para la vida?.

    Una tercera creencia se refiere al riesgo de que otras adolescentes repitan la experiencia al estar en contacto con la compañera embarazada.

    Esta hipótesis es muy poco posible que pueda ser demostrada, pues los mecanismos y medios de comunicación son de tal magnitud que siempre se conoce del caso específico y de sus motivaciones o causales por las cuales se produjo un embarazo. Parecería más lógico pensar que en presencia de un accidente que conlleva tantos problemas, como los que debe enfrentar una adolescente escolar embarazada, sea un ejemplo para no seguirlo.

    Si la comunicación vivencial de la escolar embarazada, y la mayoría de las veces abandonada, es captada en toda su realidad, es muy difícil imaginarse que una adolescente con familia sana y con adecuada educación valórica y conocimientos sólidos de la biología básica, se transforme en una copiadora e interprete a su compañera de 12 ó 17 años embarazada como un modelo ideal.

    En la alternativa de que este fenómeno se diera, el problema tendría una mayor gravedad que la esperada, pues traduciría una tremenda debilidad de las barreras familiares y sociales, al no ser capaces de absorber el embarazo de una adolescente que decide tener su hijo. No cabe la menor duda de que si otra adolescente copia el modelo será la consecuencia de problemas previos que esa escolar ya tiene, y que necesariamente se relacionan con su modelo familiar y no con su compañera embarazada.


    Modelos alternativos

    La lógica recomienda que si una adolescente se embaraza no pierda el derecho al estudio y que se la trate sin discriminación. La continuidad de sus estudios regulares sólo debería estar condicionada al deseo de la escolar embarazada y de su familia o por razones de salud. Sin embargo, hay barreras culturales a la aceptación de este modelo y pasará algún tiempo antes de sobrepasar este conflicto.

    En el intertanto deberían existir varias alternativas para asegurar la continuidad de las escolares embarazadas en el sistema regular de estudios. Estos modelos se pueden resumir en la siguiente forma:

    1. Continuidad en el mismo colegio donde estaba estudiando. Sin embargo, puede haber factores que hagan más difícil la estadía de la adolescente en el mismo establecimiento y sea necesario buscar otra alternativa.

    2. Continuidad en colegios que acojan sin problemas a las adolescentes embarazadas, donde además hay adolescentes de ambos sexos sin embarazos. Este modelo tiene la ventaja de no producir incomodidades innecesarias a la escolar ya en difícil situación.

    3. Colegios de enseñanza especial donde se concentren las adolescentes embarazadas, sin perjuicio de que otros escolares de ambos sexos decidan continuar sus estudios en ese colegio. Aunque podría interpretarse a este tipo de establecimientos como un ghetto, habría que examinarlos desde otro punto de vista, especialmente si las otras alternativas también coexisten.

    Como ventaja estaría que el curriculum sería dirigido especialmente a las embarazadas con una verdadera enseñanza para la vida en la cual la educación sexual es parte integrante. Además incluiría las enseñanzas referentes al cuidado del embarazo y a la puericultura. Los roles de la familia deberían ser parte integrante del curriculum, incluyendo a la pareja y su familia.

    Como muchas adolescentes tendrán a su hijo cursando el octavo año básico, primero o segundo medio, éstos tendrán 3 ó 4 años al momento del egreso. Este hecho significa la necesidad de contar con salas-cunas para el cuidado integral de las adolescentes-escolares-madres y de sus hijos, como asimismo la implementación de un jardín infantil prekinder y kindergarten. Los niños podrían continuar en el mismo colegio si así lo desearan. Es fácil pensar que al cabo de algunos años la enseñanza de esos niños sería muy integral y dando las posibilidades de un seguimiento más acucioso para prevenir los abandonos y prestar servicios de salud necesarios para madres y niños.

    En resumen, es necesario considerar una variedad de posibilidades con el fin de abrir las alternativas a poblaciones con diferentes tipos de respuestas culturales y manteniendo el respeto a los derechos de la familia y de las personas.



    Profesor Dr. Ramiro Molina Cartes.

    Director Centro de Medicina Reproductiva del Adolescente,
    Departamento de Obstetricia y Ginecología.

    Hospital Clínico Universitario.
    Facultad de Medicina. Universidad de Chile. (1991)



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