El calcio y los huesos
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1992 )

Más del 99%del calcio del organismo se encuentra depositado en el esqueleto. Resulta obvio, entonces que cualquier alteración del equilibrio entre la ganancia y la pérdida de calcio (tarde o temprano) redundará en un problema óseo.

La casuística indica que son las mujeres las que mayor riesgo corren en esto de la pérdida de masa ósea atribuible a desmineralización. En efecto, luego de la menopausia (o precisamente a raíz de ella) se produce en la mujer una peligrosa pérdida de calcio que origina la fragilidad ósea causante de fracturas (especialmente de caderas) que tan frecuentemente sufren las señoras.

En la actualidad los endocrinólogos tratan precozmente el desbalance hormonal secundario a la menopausia y con ello, previenen gran parte de los problemas. Pero eso no es todo. También se ha generado evidencias que han permitido darle un abordaje nutricional a este problema. Así se ha sugerido que el fortalecimiento de la masa ósea en la juventud mediante una adecuada ingesta de calcio previene la pérdida de masa de la edad madura, lo que se manifiesta en una mayor densidad ósea o un menor riesgo de fracturas. Investigaciones realizadas en EE.UU, por R.B Sandler y cols, han demostrado que el consumo de leche en la niñez y adolescencia fortalece efectivamente el sistema óseo en la edad madura. Previamente, V. Matkovic encabezando un equipo de investigadores yugoslavos pudo comprobar que la masa ósea de mujeres que vivían en regiones productoras de leche era muy superior a la de aquellas que vivían en otras regiones de su país. En líneas generales, se ha sugerido que una adecuada ingesta de calcio unida a la práctica deportiva durante la juventud, son medidas que previenen gran parte de esos males.

Veamos las cifras. Se ha establecido que el requerimiento diario de calcio para la mujer es de aproximadamente de 800 mg., el que sube a 1000 mg. Cuando está próxima a la menopausia, y esto siempre y cuando está sometida una terapia de sustitución por estrógenos, en caso contrario los requerimientos suben a 1500 mg. Estas cifras hay que contrastarlas con el consumo real que, al menos en Estados Unidosk, no excede los 550 mg.

También es interesante hacer notar que el aumento de la ingesta de calcio produce efectos beneficiosos fundamentalmente cuando se produce en edades tempranas, siendo bastante más difícil la recuperación de un adecuado status óseo cuando se interviene en forma tardía.

Finalmente digamos que la tecnología permite hoy mirar este problema con mayor optimismo: por una parte, existen formas farmacéuticas del calcio, elemento que permite una buena terapia de apoyo (entre éstas probablemente las más utilizadas son las tabletas de 500 mg. que permiten cubrir un porcentaje alto del requerimiento de una sola vez), y por otro lado hay disponible una técnica que permite una muy adecuada aproximación a los valores reales de la mineralización ósea. La puesta en funciones de estas nuevas técnicas no invasivas de evaluación de la densidad ósea permitirán, seguramente, afinar las teorías propuestas y además, proponer nuevas medidas terapéuticas que permitan aliviar la pérdida de masa ósea.



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