Como detectar el maltrato infantil
( Publicado en Revista Creces, Enero 1999 )

En la medida en que se ha estado investigando el maltrato infantil, se ha sabido que es más elevado de lo que se pensaba. El problema está en que es muy difícil comprobarlo. La mayor parte de las veces los padres aseguran que las lesiones producidas han sido causadas por un accidente. Frente a ello los médicos no tienen pruebas para afirmarlo o negarlo. Sin embargo, investigaciones recientes de científicos de la Universidad de Pittsburg (Escuela de Medicina) afirman que se pueden encontrar pruebas bioquímicas del maltrato.

Patrick Kochanek ha estado analizando el liquido cefalorraquídeo de niños y adultos. El compara el líquido de pacientes que han sufrido un trauma grave en la cabeza con el de pacientes que han necesitado ese examen por otras causas.

Algunos de los niños estudiados habían sido víctimas de maltrato por parte de sus padres y ellos así lo reconocían. Evidencias preliminares muestran que las víctimas de abusos presentan varias alteraciones bioquímicas detectables en el líquido cefalorraquídeo. Sus estudios incluyen varios parámetros bioquímicos, como aminoácidos, señaladores inmunológicos, llamados citoquinas y ácido quinolínico. Este último es producido por las células inmunológicas y una vez liberado tiene la particularidad de infiltrar lentamente el cerebro, y por lo tanto el liquido cefalorraquídeo.

"Cualquier metabolito que estudiemos en las víctimas de maltrato, lo encontramos elevado", dice Kochanek. "Creo que ello es un reflejo de cuán grave ha sido la lesión", agrega.

"Los altos niveles de ácido quinolínico parecen ser el indicador más sensible en el niño maltratado", afirma Kochanek. Por lo general, los adultos que maltratan a los niños no los llevan inmediatamente al hospital. Por el contrario, ellos los llevan después de mucho tiempo, previo haber inventado una historia atribuyendo el hecho a un accidente. Debido a que el ácido quinolínico se acumula lentamente en el cerebro traumatizado, el encontrarlo elevado comprueba la falsedad de la historia, ya que los padres afirman que la lesión fue reciente. De igual modo, niveles muy elevados del mismo ácido indican palizas anteriores, lo que significa una historia de abusos.

Kochanek y sus colaboradores estudiaron también el ácido quinolínico en el liquido cefalorraquídeo de 40 pacientes adultos con lesiones, pero que ingresaron al hospital antes de las 24 horas de ocurrido el accidente, no encontrándolo elevado (New Scientist, Noviembre 28,1998, pág. 21).

Por otra parte, en un trabajo que Mel Heyes del National Institute of Mental Health, publicará próximamente en el Journal of Critical Care, afirma que 2 de 17 niños con traumatismos craneanos tenían altos niveles de ácido quinolínico, y esos 2 habían sido producto de abuso de los padres.

También el equipo de investigadores descubre que niños que han sido golpeados violentamente en la cabeza, tienen niveles de aminoácido glutamato elevados en el liquido cefalorraquídeo, lo que más tarde incrementa el daño de las neuronas. Randall Alexander, Vicepresidente del US Advisory Board on Child Abuse and Neglect, afirma que los niños maltratados siempre llegan con mayor daño que los que han sufrido un golpe accidental en la cabeza.

Con todo, Kochaneck está consciente que sólo un examen bioquímico no puede ser suficiente prueba para certificar el abuso. Pero estos exámenes, junto con los rayos X, constituyen una evidencia importante para sospechar el abuso.



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