Cae un dogma: el cerebro humano puede generar neuronas
( Publicado en Revista Creces, Enero 1999 )
Desde el tiempo de Ramón y Cajal, el célebre investigador español, se sostiene que el cerebro es inmutable. “sus células se pueden destruir, pero jamás regenerar”. Se afirma que el ser humano nace con un número definitivo de neuronas que deben durar por toda la vida. Las neuronas serían las únicas células que no se pueden regenerar, lo que es lógico pensar, porque en ellas está almacenada nuestra personalidad, nuestras vivencias y nuestra memoria.
Hasta ahora el dogma sostenía que las neuronas del cerebro humano con el tiempo se pueden destruir o envejecer, pero nunca se pueden regenerar. Ahora parece que este dogma se desmorona. Dos neurocientistas, uno americano y otro sueco, han aportado las primeras evidencias que el cerebro maduro, y aún el cerebro de los viejos pueden crear cientos de neuronas adicionales, por lo menos en una parte importante del cerebro, en una sección del hipocampo que se denomina "giro dentado". La publicación aparecerá próximamente en la revista "Nature Medicine".
Los autores afirman que no saben qué hacen estas nuevas neuronas, como tampoco saben si este mismo proceso de neurogénesis ocurre o no en alguna otra región cerebral. Aunque el descubrimiento no tenga por ahora aplicaciones médicas, sin duda que es importante por sus proyecciones.
Por más de dos años, Fred Gage, del lnstituto Salk en San Diego, y Peter Ericksson del lnstituto Clínico de Neurociencia en la Universidad de Goteborg, deseaban desarrollar un experimento en este sentido, lo que parecía imposible. Para ello necesitaban tejido cerebral humano fresco y la región indicada para él era el hipocampo, que es donde se sabe que normalmente se reproducen neuronas en los animales inferiores. Una biopsia allí es imposible, ya que el hipocampo está ubicado profundamente en el lóbulo temporal. Además, "esta zona es muy frágil", ya que allí se almacena la memoria de largo plazo. Por razones éticas, no se podía ni pensar en una biopsia.
Por otra parte, estaba el inconveniente de que para el único método sensible para detectar la posible neurogénesis (producción de neuronas), se deben usar sustancias químicas que son tóxicas para los humanos. El método usado consiste en inyectar timidina tritiada o bromodeoxi-uridina (BrdU), sustancias químicas que sirven para construir las bases de DNA. Si hay producción de nuevas neuronas, éstas incorporan estos marcadores a su propio DNA y ésta se puede detectar por fluorescencia al microscopio. Esta experiencia se puede hacer en animales, pero no seria ético hacerlo en seres humanos.
Sin embargo, el BrdU se usa en clínica, en casos muy especiales. Se trata de pacientes con cáncer de la lengua o de la laringe. En ellos los médicos inyectan BrdU, porque les permite monitorear si el tumor está o no creciendo. Si hay células que están incorporando BrdU, es señal que las células tumorales se están multiplicando. Frente a esta información, los investigadores se pusieron en contacto con los cirujanos que estaban tratando a estos pacientes y les solicitaron que si algunos fallecían, les avisaran inmediatamente para examinar un trozo de su cerebro. En cinco ocasiones sucedió el desenlace fatal, y obtuvieron la autorización de los parientes para tomar una muestra inmediata del cerebro. Los pacientes fallecidos tenían entre 57 y 72 años.
La muestra la tiñeron con NeuN, que es un marcador, que hasta donde se sabe, sólo tiñe las neuronas. Luego realizaron numerosos cortes del tejido cerebral observando que las neuronas se teñían de rojo por el NeuN. Algunos de ellos contenían neuronas que se teñían de verde y que se podían visualizar por fluorescencia (foto). Ello era debido a que se habían teñido con el BrdU que se les había inyectado durante el tratamiento. El captar las células con el BrdU, era una señal inequívoca de que se trataba de neuronas nuevas, que habían captado estas sustancias para producir su propio DNA. Con esto demostraron que efectivamente se producía una neurogénesis (neuronas nuevas) en el cerebro adulto. Más aún, observaron que la neurogénesis se producía a lo largo de la vida, ya que uno de los pacientes había recibido el BrdU 781 días antes de su muerte. Tampoco el proceso era un fenómeno aislado, ya que en cada milímetro cúbico del "giro dentado", había entre 100 a 300 nuevas neuronas.
Esto significaría que el cerebro, al menos en esta zona, está continuamente reparándose. Lo que no está claro, es si estas nuevas neuronas son realmente útiles, para lo que deben tener la capacidad de conectarse con sus vecinas a través de dendritas. El trabajo sólo se refiere a una zona especifica del cerebro, "el giro dentado". No se sabe si las nuevas neuronas pueden aparecer también en otras regiones como el cerebelo, la corteza cerebral o el tálamo, que son las zonas que más se dañan por lesiones o enfermedades. Pero en todo caso este hallazgo sugiere la posibilidad de encontrar algún factor que estimule la producción de células neuronales nuevas, lo que evidentemente tendría una importante aplicación clínica.
Según Ericksson, esto permitiría pensar en la posibilidad de cultivar neuronas para trasplantes. Ya se sabe, por ejemplo, que las células fetales trasplantadas reducen los síntomas de la enfermedad de Parkinson y prolongan su sobrevida. Sin embargo, hay problemas éticos para usar neuronas de fetos abortados. Ahora en cambio, podría pensarse en usar neuronas de adultos.
El trabajo sin duda es importante, aunque su aplicación clínica sea aún dudosa o esté todavía muy lejana. También habría que saber mucho más acerca de estas probables células progenitoras que existirían en el cerebro, y qué sustancias químicas las inducen a diviirse, y que determina que algunas puedan llegar a ser neuronas y otras sólo tejidos de sostén. También, para darle un crédito definitivo, hay que esperar que otros investigadores confirmen los mismos hallazgos de Gage y Ericksson.
(Scientific American, Noviembre 1998, pág. 11).