Joseph Castellano y sus colegas de la Universidad de California han estado tomando muestras de sangre humana durante diferentes etapas de la vida. En ellas, luego de separar el plasma, lo inyectaron a ratas maduras, que, en términos humanos, tendrían el equivalente a 50 años de edad.
En aquellas que recibían el plasma del cordón umbilical, observaron efectos notables: aprendían más rápidamente, incrementaban la capacidad de memorización y manifestaban una mayor actividad a nivel del hipotálamo (la región cerebral responsable del aprendizaje y la memoria).
Paralelamente encontraron que el plasma del cordón tenía niveles elevados de una proteína llamada TIMP2. Inyectando ratas viejas con TIMP2, observando que se potenciaba la actividad del hipocampo, evaluado por el desempeño en el test del laberinto (Nature, doi.org/b522).
Los autores señalan que no tienen una explicación clara para esta mejoría, pero sospechaban que ello podría ser beneficioso en la enfermedad de Alzheimer. Castellano piensa que el TIMP2 podría recuperar la declinación de la actividad cognitiva.
Ya anteriormente, en 2015 se había descrito que la administración de sangre joven en ratas, lograba revertir el envejecimiento (
Sangre joven revierte el envejecimiento).