Resulta imposible saber con certeza cuándo, cómo o quién inventó la rueda. Sin embargo, sabemos que ya existía hace más de 5.500 años, gracias a restos arqueológicos encontrados entre los ríos Tigris y Éufrates, en la antigua Mesopotamia. Fabricada de madera, fue inicialmente empleada por artesanos alfareros para producir recipientes de barro con mayor presión y rapidez. No obstante, los restos arqueológicos más primitivos de una rueda utilizada para el transporte datan de 3500 a.C. y fueron encontrados en un pantano al sur de Liubliana, capital de Eslovenia. Conocida como la rueda de Ljubljansko Barje, fue descubierta por un grupo de arqueólogos en 2002 y tiene un radio de 70 cm, un grosor de 5 cm y un eje de 20 cm. Por otro lado, la primera representación gráfica de una rueda de transporte data de 2500 a.C. y se puede apreciar en el Estandarte de Ur -pequeña caja de madera elaborada con incrustaciones de conchas y piedras, que muestra el perfil de soldados montados en carros tirados por onagros, un animal parecido al burro doméstico-, preciado ejemplar hallado en la ya mencionada ciudad, situada al sur de Mesopotamia y cuyas ruinas hoy forman parte de Irak. Con el propósito de economizar material y alcanzar mayores velocidades, los egipcios introdujeron en la rueda los primeros rayos, alrededor de 2000 a.C.; los griegos, los travesaños, y los celtas las fortificaron con una capa de hierro, hacia el 1000 a.C. Con el tiempo, diferentes civilizaciones contribuyeron a su avance, hasta que el veterinario escocés John Boyd Dunlop desarrolló el primer neumático, con cámara de aire, en 1887, hallazgo que acrecentó su producción, ocasionando a la vez un formidable éxito comercial. Una invención 100% atribuible al ingenio humano que, aunque parezca muy simple, cambió radicalmente nuestra existencia.