Sitio arqueológico en La Serena reconstruye vida de Diaguitas.
Sitio arqueológico en La Serena permite reconstruir la vida cotidiana de los diaguitas. Domesticaban llamas y guanacos, consumían alucinógenos y fabricaban flautas de hueso como las de los bailes chinos.
Cuando en 2013, operarios de la empresa Sacyr hallaron una serie de osamentas humanas de origen prehispánico durante las obras de ampliación de la Ruta 5, en el sector de El Olivar, a la entrada norte de La Serena, difícilmente imaginaron que cuatro años después se habrían rescatado desde allí 212 esqueletos, de los cuales 102 corresponden a lactantes y 25 a niños.
Entre la tercera y cuarta década del siglo pasado, el arqueólogo Francisco Cornelly había realizado excavaciones en el área, pero había privilegiado los objetos de alfarería, descuidando su contexto fúnebre. En cambio, el intensivo trabajo desarrollado allí desde 2015 por un equipo de 70 investigadores -liderados por los arqueólogos Paola González y Gabriel Cantaruti- ha permitido contar con un panorama preliminar, pero preciso, de la vida cotidiana de la cultura diaguita desde su llegada a la zona, en el año 800 d.C., hasta su convivencia con los incas.
Niños vulnerables
"Esto no es un cementerio, hay que entenderlo como una aldea que tenía áreas fúnebres intercaladas", explica González.
La alta presencia de restos de lactantes y niños da cuenta de una alta mortalidad infantil. Los antropólogos físicos lo asocian a que era muy difícil y duro el período del destete, porque al abandonar la leche materna quedaban vulnerables a bacterias y otro tipo de enfermedades que no dejan evidencia en los huesos. Por ello tampoco es fácil saber la causa de su deceso.
Uno de los aspectos más llamativos es que el consumo de alucinógenos era muy generalizado en la población, lo que pone en duda la existencia de un chamán que tuviera la exclusividad de su empleo, como ocurre en otros pueblos, dice González. De todos los entierros excavados, cerca de 39% de los hombres y 18% de las mujeres tenían artefactos para consumir alucinógenos.
Esto también se vincularía con el tipo de arte visual que desarrollaron en sus cerámicas. "En poblaciones amazónicas se ha comprobado que eso está muy ligado con las visiones que tenían al consumir los alucinógenos".
Las características de su arte abren la posibilidad de que su origen esté en la cultura Mojocoya, del oriente boliviano. Cuando llegaron a Chile se encontraron con la cultura Molle. No los desplazaron, sino que probablemente coexistieron con ellos.
Uno de los hallazgos revela una conexión con el presente. Se trata de un par de flautas de hueso, cuyos extremos son muy semejantes a las que se emplean todavía en los bailes chinos, indica.
Junto a buena parte de los entierros encontraron animales, principalmente camélidos andinos. De acuerdo con el análisis de los especialistas en arqueofauna de la U. de Chile, Patricio López e Isabel Cartagena, corresponderían a tres tipos distintos: llamas, guanacos silvestres y unos guanacos más pequeños. Estos últimos serían animales probablemente criados al lado de la comunidad. "Su tamaño es menor, porque ya no corren libremente buscando su alimento. El análisis de isótopos ayudará a saber qué comían. Si era maíz, muy probablemente estaba domesticado o en camino de serlo", opina la especialista.
Los investigadores también hallaron los restos de tres perros. "Esto es muy interesante porque el registro de perros domésticos prehispánicos es muy escaso", dice González. Estos restos presentan rasgos morfológicos parecidos a los de otros cánidos del noroeste argentino. Uno de los animales fue enterrado en el área fúnebre como un individuo más, probablemente como parte de un ceremonial. Incluso, es probable que uno de ellos estuviera cubierto con pigmento rojo.
También se han encontrado huesos de cetáceos, lobos marinos y chungungos, que habrían formado parte de la dieta.
Todavía quedan varios muestreos por hacer, como los fechados radiocarbónicos, análisis de ADN e isótopos estables, que ayudarán a tener una mayor comprensión del período.