¿Producen daño los teléfonos celulares?
( Publicado en Revista Creces, Julio 1999 )
Se estima que ya son mas de 2000 millones las personas que utilizan teléfonos celulares en el mundo. Últimamente se ha levantado un rumor de que ellos, por el tipo de radiaciones que emiten, podrían ser dañinos para la salud. Sin embargo, por ahora se puede afirmar que no hay evidencias que estas dañen la memoria o que induzcan cáncer cerebral.
A poco que se popularizaran los teléfonos celulares comenzaron a aparecer los detractores, quienes argumentaban que las microondas producidas por ellos podrían ser dañinas para el cerebro lo que se podría traducir en dolores de cabeza, alteraciones en la memoria o hasta cáncer. Roger Coghill, científico inglés, dijo haber efectuado una investigación en la que demostraba que en estudios realizados en ratas sometidas a microondas por un tiempo prolongado (en concentraciones equivalentes a las que se emitirían por el uso de un teléfono celular durante 20 minutos diarios) se producían lesiones cerebrales (Creces, Abril1 988, pág.10). También se anunció en la prensa, en Febrero del presente año, que un estudio aún no publicado demostraba que el teléfono celular producía pérdida de la memoria. Todo esto ha producido una natural alarma, y estos anuncios han tenido demasiado eco en la prensa.
¿Pero qué hay de cierto en todo esto?. Desde luego, para calmar los espíritus, hay que señalar que no existen estudios publicados en que se haya demostrado fehacientemente que el teléfono celular produzca cáncer. Lo que sí ha habido son algunos resultados que señalan que las emisiones de los teléfonos celulares producen en los tejidos una variedad de efectos extra-ños que podrían ser semejantes a los que produce la radiación biológica (New Scientist, Abril 1999, pág. 22).
Alan Preece y sus colegas de la Universidad de Bristol han publicado recientemente un estudio tendiente a observar el efecto de las microondas sobre la memoria (International Journal of Radiation Bio/ogy, vol. 75, pág. 447, 1999). Ellos sometieron a voluntarios a un aparatito que simulaba la emisión de microondas similares a la de teléfonos celulares, fueran éstos análogos o digitales. Después de las exposiciones aplicaron a los voluntarios diversos test que medían la memoria de palabras previamente aprendidas, comprobándose que no había ningún efecto que permitiera afirmar que ésta se afectaba. Los investigadores concluyen que no se evidenciaba ningún efecto inmediato sobre las capacidades cognitivas. Con todo, los hicieron notar que no podían descartar que esos efectos se pudieran producir por una exposición crónica, durante años, cosa que ellos no investigaron.
Pero en la misma experiencia observaron una pequeña anomalía que no esperaban. Cuando se aplicaban las microondas se producía una disminución en el tiempo de la respuesta del orden del 4%. Es decir, los voluntarios mejoraban la velocidad de la respuesta. Los investigadores piensan que las microondas podrían aumentar la velocidad de las señales eléctricas a través del área de la corteza cerebral, llamada "girus angular", que es la que conecta las áreas del cerebro entre visión y lenguaje.
Este descubrimiento se suma a una lista creciente de hallazgos de efectos inesperados relacionados con las microondas. Uno de estos efectos que más ha llamado la atención lo describió David de Pomerai y sus colaboradores de la Universidad Nottingham. Ellos han estado estudiando la aplicación de microondas a un pe
queño gusano nemátode, cuya biología celular conocen muy bien.
Entre una serie de experimentos ellos sometieron las larvas de estos gusanos a las exposiciones de microondas durante toda una noche. Observaron que ellas se retorcían menos, pero que crecía a una velocidad de un 5% superior con relación a las larvas del grupo control no expuesto. Frente a estos resultados ellos sugieren que las microondas aumentan la velocidad de división celular.
Actualmente los investigadores están observando si el mismo efecto de crecimiento de división celular, por exposición a microondas, se produce también en células de mamíferos. De ser así, habría una razón para sospechar que ellas pudieran potencialmente inducir un cáncer. Hasta ahora no tienen los resultados, pero para tranquilidad de todos, afirman que los efectos observados con la exposición de toda una noche de larvas de gusanos a microondas (dada la longitud de su vida) equivaldría a toda una década de vida del ser humano.
De Pomerai está tratando también de averiguar el mecanismo por el cual estas microondas afectarían la biología del gusano. Ha podido demostrar que en las células expuestas se induce la producción de proteínas de "shock de calor". A pesar de su nombre, las "proteínas de shock de calor" no sólo son producidas por un calor excesivo, sino por cualquier stress que dañe las proteínas. El calor generado por las microondas en los experimentos de Pomerai fue demasiado pequeño como para que estimulara su producción, de modo que él piensa que las microondas hacen algo más que inducir stress.
Por otra parte, Henry Lai de la Universidad de Washington, en Seattle, cree que las microondas, incluso a una baja energía, podrían gatillar un stress bioquímico. Han comprobado que las ratas expuestas a microondas producen sustancias que inhiben el dolor, como son las endorfinas. Más aun, él ha descubierto que las microondas en ratas incrementan la producción del "Factor de Liberación de la Corticotrofina" (la hormona del stress) y, además, altera el flujo de acetilcolina en el cerebro. Este es un neurotransmisor relacionado con la memoria y los estados de alerta.
Finalmente, Michael Repacholi, investigador del Royal Hospital de Adelaide, en Australia, comunicó que después de exponer ratas durante 18 meses a microondas semejantes a las de un teléfono celular, éstas incrementaron notablemente la frecuencia de linfomas, en comparación al grupo de control que no se expuso.
Esta noticia que produjo una natural alarma no ha podido ser confirmada por otros investigadores que repitieron igual experimento. Hasta aquí está la situación aun imprecisa.
Tercia en el problema la organización mundial de la salud
Para comprobar si alguno de estos problemas realmente existe se ha formado un grupo de epidemiólogos, organizados por la Organización Mundial de la Salud y liderados por Ripacholi. Costará 4 millones de dólares y comprometerá a 3000 personas que usen teléfonos celulares, las que se compararán con otro grupo similar que no los use. Los fondos provienen de las empresas fabricantes de teléfonos celulares. La idea es ver si existe o no una mayor frecuencia de tumores cerebrales en los usuarios de éstos.
Para ello se aplicará una encuesta que pregunta acerca del tipo de teléfono que usa, cuán a menudo lo usa y por cuánto tiempo lo ha usado. Con todo, es posible que tampoco de aquí salga una respuesta definitiva, ya que puede haber también otros factores condicionantes ligados al tipo de vida de los usuarios. No cabe duda que los que pasan con el teléfono pegado a la oreja constituyen un grupo muy especial de personas, con un estilo de vida también muy especial, por lo que pueden de por sí tener mayor riesgo de cáncer. Por otra parte, el desarrollo del tumor cerebral puede tomar años, por lo que habría que hacer un seguimiento durante mucho tiempo.
Se puede predecir que este tipo de estudio epidemiológico es difícil de interpretar, porque está muy influenciado por factores emocionales. Así por ejempío, el año pasado Kjell Hansson del National Institute for Working Life de Suecia, realizó una encuesta encontrando que los que hablaban largo y frecuente por teléfonos celulares se quejaban también más frecuentemente de dolores de cabeza y de cansancio, como también de calor alrededor del oído cuando usaban el teléfono. Sin embargo, igual encuesta realizada en Noruega no dio estos resultados. Cabe destacar que en Suecia la prensa ha comentado mucho acerca de las complicaciones por el uso de teléfonos celulares, mientras que en Noruega los medios de comunicación prácticamente no se han referido al tema.
Más antecedentes
Se sabe que las radiaciones ionizantes, como los rayos X y los rayos gama, pueden quebrar uniones químicas dañando el DNA y así gatillar un cáncer. Pero las microondas no poseen tal energía como para producir este efecto.
Con sólo una milésima del poder de microondas de un horno, es poco probable que el teléfono celular vaya a cocer su cerebro. Si su oreja se calienta un poco es sólo por un ligero calentamiento de las baterías y del circuito.
¿Cómo podría entonces el teléfono celular alterar las células vivas? Los investigadores están estudiando el tema sin llegar a una conclusión. Sin embargo, Gerald Hayland, físico teórico de la Universidad de Warnwick está preocupado más que por la intensidad de las radiaciones, por su frecuencia. El cree que nuestras células producen pequeñísimas emisiones electromagnéticas a "frecuencias endógenas". Más aún, él afirma que las emisiones de las células vecinas son coherentes, o en fase de una con otra, a diferencia de la luz que produce el rayo láser. El problema con las microondas, dice Hayland, es que ellas podrían interferir con esta emisión de frecuencias endógenas, obteniéndose una interacción de resonancia. Hayland cree que estas frecuencias endógenas de las células ayudan a controlar procesos como el ritmo de división celular, lo que explicaría que éstas pudieran gatillar un cáncer. Pero el problema es que la existencia de estas frecuencias endógenas no ha sido comprobada.
Hayland cree que él también puede explicar por qué los teléfonos celulares podrían afectar las condiciones cognitivas. Ellos emiten sus microondas en pulsos, que son de alrededor 10 veces por segundo. Estos pulsos resuenan en las ondas alfa del cerebro, que tienen semejantes frecuencias. En todo caso esta idea no ha sido demostrada.