La adicción a las drogas es demasiado fuerte
( Publicado en Revista Creces, Julio 1996 )
La experiencia indica que quien llega a la drogadicción, es casi imposible que logre salir de ella. A pesar de los esfuerzos que muchos de los pacientes realizan para prenderse de ellas, las estadísticas señalan que más del 80% recaen antes de un año (New Scientist, Octubre de 1994). La verdad es que el viaje a la droga es casi sin retorno. Casi siempre la víctima pasa a ser esclava de ella, condenándose a una vida muy miserable. Hasta hace muy poco se está logrando entender por qué esta atadura es tan fuerte.
La adicción a las drogas no es buena. Muy por el contrario, su uso se pierde en la nebulosa de los tiempos. En todas las civilizaciones primitivas está descrito el uso de sustancias vegetales que producían diversos estados de ánimo y sensaciones. Más aún, parece que este hábito no está restringido sólo a la especie humana, sino también se puede comprobar en algunas especies de animales. A los búfalos les gusta ramonear en los campos de amapolas, al igual que los elefantes parecen deleitarse consumiendo fruta fermentada. En un laboratorio es posible entrenar ratas para que se auto administren drogas y en ellas se provoca también una adicción. Se les enseña por ejemplo, a apretar un botón que automáticamente les inyecta cocaína. Al poco tiempo se hacen dependientes de la droga y aprietan el botón que continuamente, observándose una disminución progresiva del peso con compromiso del estado general, que termina inexorablemente con la muerte del animal.
Ya son muchos los investigadores que han demostrado que drogas como cocaína, heroína e incluso el alcohol, producen en el cerebro serios daños muy duraderos o permanentes. Según ellos la adición a las drogas no se debe a una falla en la voluntad o en la moral del individuo, sino que puede ser atribuida a una verdadera enfermedad cerebral crónica, tal como la esquizofrenia u otra enfermedad mental.
Las sensaciones que inducen las drogas no son mas que el resultado de una acción tóxica de ellas sobre el tejido cerebral. Estas actúan interfiriendo o bloqueando el normal funcionamiento de las neuronas (células cerebrales), hasta impedir el uso de la propia razón, desconectando al individuo de su realidad, hasta dejar de ser quien es.
Recientemente Edyth London, investigadora del National Institute on Drug en Baltimore (U.S.A.), describió una interesante investigación donde establece que los drogadictos presentaban una zona del cerebro con reacciones anómalas. Utilizando un moderno equipo denominado "Tomografía de emisión de positrones", demostró que se podía observar una zona de la corteza cerebral que presentaba una mayor actividad. Precisamente en esa zona se origina el proceso del juicio y es la misma que condiciona el comportamiento de búsqueda de recompensa.
Esta mayor actividad, incluso se podría observar en los drogadictos que habían sido tratados y curados. Lo que aún no tiene una respuesta clara, es que si esta peculiaridad es causa o efecto de la drogadicción.
La aclaración de esta pregunta es interesante ya que por ejemplo podría indicar que los que tienen esta mayor zona de actividad tendrían una mayor susceptibilidad para llegar a ser drogadictos. Por el contrario podría significar también que la mayor actividad fuera causada por la drogadicción.
Muchas investigaciones parecen demostrar que algunos individuos tendrían una susceptibilidad especial que los llevaría a caer en la drogadicción. Los drogadictos, dicen tienen características psiquiátricas muy típicas, como elevada prevalencia de comportamientos antisociales, frecuentes depresiones y paranoias. Pero de nuevo surge la pregunta ¿Son estas, causas o defectos de la drogadicción?.
Ken Blum, un farmacólogo de la Universidad de Texas, cree haber encontrado una causa genética que explicaría la drogadicción. Él cree haber evidenciado un gen anómalo que condicionaría tanto la adicción al alcohol, como también al "crack" y la heroína. Según este autor, quien lleva este gen tendría un 75% de posibilidades de llegar a ser un drogadicto, si es que alguna vez ingiere drogas. Sin embargo para otros autores estos hallazgos no están absolutamente claros y opinan que las afirmaciones de Blum son demasiado especulativas. Con todo, la mayor parte de los expertos creen que efectivamente existiría una base genética que los predispone a caer en la adicción.
Otros investigadores han tratado de averiguar como actúan las drogas en el cerebro. Para ello han estudiado diversos neurotransmisores (substancias químicas cuya función es interconectar la red neurona cerebral) y muchos culpan a una de ellas, la dopamina. Así se ha podido observar que cuando las ratas experimentan placer, ya sea por la comida o la excitación sexual, este neurotransmisor se eleva en algunas áreas específicas del cerebro. Lo mismo se puede observar cuando a las ratas se las induce a inyectarse drogas a si mismo y se las hace adictas a ella. Según esto, la dopamina sería el mediador para las sensaciones de placer y recompensa y actuaría como un amplificador de las señales de placer. Para mantener el equilibrio de su acción, la dopamina necesita unirse a una proteína de transporte y cuando se encuentra en exceso se acumula produciéndose una estimulación de los receptores de las neuronas, activando una serie de procesos bioquímicos en su interior.
Según Blum, la carencia de un gen específico para receptores de la dopamina, sería la condicionante de la susceptibilidad genética a la drogadicción.
Todas estas investigaciones, por una parte tienden a explicar el por qué de la adicción a las drogas es tan fuerte, pero al mismo tiempo está abriendo una
posibilidad de tratamiento del drogadicto, ya que si pudiera encontrarse una antagonista específico de la dopamina en estas zonas, podría desprenderse de esta esclavitud.
El problema no puede ser mas grave
Recientemente, se ha dado a conocer un estudio de nuestro país, en el que se revela un nivel de consumo de drogas y la drogadicción muy similar al de los Estados Unidos. En ese país, el gobierno ya ha invertido más de 53 mil millones de dólares para controlar este grave problema y los resultados han sido prácticamente pobres. Desde que comenzó la campaña, han sido encarceladas 260.000 personas y lo que es peor, en el interior de las cárceles, más de la mitad de los reclusos llega a constituirse en consumidores de drogas.
En las mismas estadísticas se señala que a los 14 años de edad, el 30% ya ha probado alguna droga. A los 1 7 años, este porcentaje se eleva al 60%. Muchos de ellos pueden llegar a ser adictos.
De todos los detenidos por la policía en Manhattan en el año 1986, el 80% tenían exámenes positivos para cocaína las sobredosis de cocaína también han llegado a ser un problema grave de salud, dado que las consultas de emergencias por este motivo alcanzaron los 120.000 casos en un año. Si nuestras estadísticas son semejantes a estas como se señala en el reportaje, significa que el problema ya ha alcanzado una extrema gravedad y que no puede ser ignorado. Lo preocupante es que, de acuerdo a lo observado en otros países, por mucho que se inviertan recursos no aparecen avances significativos. Sin ninguna duda que los mayores esfuerzos tendrán que concentrarse en la prevención y la educación que debe iniciarse desde los primeros años de vida. En alguna forma hay que crear conciencia que la droga es un camino sin vuelta y que la familia debe asumir el rol fundamental en la erradicación de este problema.
Según algunos investigadores la adicción a las drogas no se debe a una falla en la voluntad o en la moral del individuo, sino que puede ser atribuida a una verdadera enfermedad cerebral crónica, tal como la esquizofrenia u otra similar.
Recientemente, se ha dado a conocer un estudio de nuestro país, en el que se revela un nivel de consumo de drogas y la drogadicción muy similar al de los estados unidos.
Sin ninguna duda que los mayores esfuerzos tendrán que concentrarse en la prevención y la educación.
Maria Eugenia Castro
Directora escuela de psicología
Universidad Santo Tomás