Hagamos participar al padre del escolar
( Publicado en Revista Creces, Abril 1997 )
Siguiendo en la línea de otras publicaciones, en esta Revista hemos querido mostrar la consecuencia de lo allí expuesto. Habíamos dicho que el padre ha aparecido como un factor protector ante el consumo de droga del adolescente varón, pero sucede que una de las figuras más ausentes en las familias de nivel socioeconómico bajo es el padre, no sólo de tipo físico, sino también emocional. Por esta razón se quiso rescatar este modelo parental tan deteriorado en nuestra sociedad y que tanta falta hace, porque todo recae en la madre. Muchas veces ella es la responsable de esta falta de participación del padre porque lo disculpa de su fatiga del trabajo y no le da la oportunidad de acercarse a los hijos y ella piensa que éstos son de su única propiedad. A esto se suma que los programas que se han diseñado para evitar el consumo de droga (como tanto otros programas) apuntan al consumidor y a su familia en términos genéricos y no hacia el padre que más acción directa tenga con el hijo como es este caso. Y bien sabemos, que cuando de la familia se trata, es la madre la que asume la responsabilidad de la participación y en escasas ocasiones es el padre. Por este motivo, diseñamos una estrategia que permitiera la participación del papá (o sustituto) en un taller educativo. Para esto contamos con la colaboración de la Municipalidad de Las Condes y a través de una Escuela dependiente de la Corporación de Educación, realizamos un Taller Educativo.
El primer obstáculo encontrado para lograr dicha participación fue la escasa o nula respuesta de los papás a la invitación que se les hiciera a través de la Escuela. Como esto no diera resultado, se hizo un segundo llamado a través de la madre de los escolares y ella fue el peor obstáculo, ya que ni siquiera daba la oportunidad de saber a la hora que llegaba el marido para poder hablar con él, pues decía que se perdería el tiempo, que él estaba cansado, que no se interesaba y decía "no los va a recibir", etc. Finalmente se recurrió a la invitación directa del papá, entrevistándolo en su propia casa a la hora de regreso de su trabajo, en día de semana y en las tardes, o fines de semana. De esta manera se logró el compromiso de participar durante 8 sesiones de una hora, entre las 7 y 8 pm. para conversar sobre la adolescencia del hijo y del problema de la droga.
La muestra estuvo constituida por 30 papás con un hijo varón entre 6°, 7° y 8° año, de los cuales 15 vivieron el Taller (divididos en 3 grupos) y 15 sirvieron de control pareados según curso, edad del hijo y número de hermanos, a fin de probar la efectividad de la metodología utilizada. El Taller trataba de la adolescencia como proceso de cambio, la relación padre-hijo, la influencia de los grupos de pares y la droga.
La similitud de conocimientos respecto a la adolescencia, de ambos grupos de padres, antes de iniciar el Taller es prácticamente igual. Una vez realizado el Taller, los padres que asistieron sí modificaron sus conocimientos y ahora saben que la adolescencia es una etapa de la vida que presenta problemas, que hay cambios fisiológicos, emocionales y sociales, la edad promedio cuando éstos comienzan a ocurrir (13-20 años), lo que significa la pubertad ("cambios corporales que dan inicio a la adolescencia") entendiendo que: la aparición de la primera eyaculación, la masturbación realizada en forma secreta y los cambios de ánimo que afectan la adolescencia son características propias de la etapa y no constituyen, por sí solas, una definición.
Las relaciones padre-hijo sufren graves conflictos debido al choque generacional de dos etapas críticas del ciclo vital: la adolescencia del hijo y la vida media de los padres. Por una parte el hijo se enfrenta a la búsqueda de su independencia y reforzamiento de su identidad y por otra parte, los padres están viviendo la adaptación a este nuevo ciclo de la vida familiar que es la adolescencia de los hijos y ellos se cuestionan como padres, como adultos frente al logro de sus expectativas (de todo orden: personales, económicas, sociales...). Si los padres no saben enfrentar esta etapa y resolver los conflictos que se le presentan, no podrán pasar a la otra etapa en forma madura y habrá secuelas que se dejarán sentir en la relación de pareja. ¿Cómo se daba esta relación padre-hijo en los papás estudiados?. La mayoría de ambos grupos de papás señalaron las actividades recreativas y deportivas como las que más compartían con el hijo y esto no se modificó con el Taller. Respecto a los principales problemas que los papás tienen con el hijo, estos se refieren fundamentalmente a la falta de cooperación y desobediencia en el hogar. Sin embargo, el problema de rendimiento escolar es significativamente menor en el grupo de papás que participó en el Taller que en aquellos control, tanto al inicio como al final. En cuanto a los temas de conversación entre papá-hijo, al inicio el grupo que participó en el Taller tiende a conversar menos sobre droga y significativamente menos de sexualidad que los del grupo control. En cambio, después de haber vivido el Taller estos padres indican que están significativamente mejor preparados para conversar sobre droga, sexualidad, adolescencia, y problemas personales que al inicio y aún mejor que los del grupo control donde al comienzo había diferencias.
Dado que la etapa crucial para el inicio del consumo de droga es la preadolescencia y la adolescencia, se quiso tratar este tema más con profundidad en el Taller. Lo primero que se preguntó a los padres es ¿qué piensan sus hijos sobre la droga?. Más de la mitad de los papás, que asistieron al Taller al inicio "no sabían lo que pensaban sus hijos" contra la minoría de aquellos que no asistieron. En cuanto a la opinión de los papás según lo que piensan los hijos de considerar la droga "mala" y que "causa daño a la salud", los que asistieron al Taller lo dicen menos que los que no asistieron. En cambio, después de haber vivido el Taller, la totalidad conoce la opinión de los hijos frente al tema. Respecto a la opinión de los papás sobre el consumo de droga no se modificó en ninguno de ambos grupos, tanto en lo que se refiere a las causas que llevan al consumo de drogas como a los efectos de ella. Sin embargo, hay que resaltar que tienen conciencia de quién es la responsabilidad de prevenir el consumo de droga en los hijos. La casi totalidad de los padres de ambos grupos antes de iniciar el Taller dice que esta prevención la deben hacer los padres, más de la mitad dice que corresponde al gobierno y menos de la mitad, al colegio. En cambio, los papás que vivieron el Taller, después señalan significativamente menos la responsabilidad del gobierno y también menos que el grupo control. Importante es destacar que ambos grupos atribuyen la responsabilidad de la prevención al consumo de drogas a los padres, por lo tanto, las otras instancias tienen menos valor para ellos. La forma cómo los padres que asistieron al Taller lo expresaron fue diciendo: "esto se logra siendo responsable y coherente entre lo que uno hace y le dice al hijo", "lo más importante es la comunicación y el diálogo con el hijo", "hay que entregar valores positivos".
Finalmente, la importancia de los grupos de pares es vital en la adolescencia, pues en ellos el adolescente realiza la mayor parte de sus experiencias y actividades. Cuando llega la adolescencia hay un descenso en el interés por la vida familiar y un distanciamiento en la comunicación y relación con sus padres, y un aumento de la participación en la vida en grupos de amigos. El grupo sirve para afirmar sus propios valores, el respeto hacia los otros, afianzar su personalidad y diferenciarse de los otros. Por esto se preguntó a los padres la influencia que tendrían los amigos en el hijo. Los padres que asistieron al Taller señalaron al inicio una muchísima menor influencia de los amigos en su hijo que los del grupo que no asistió. Pero ambos grupos mayoritariamente consideran que pueden influir en: las relaciones con el sexo opuesto, en la conducta del colegio; más de la mitad dice que influye en: las salidas, la música que escuchan, el rendimiento escolar, la conducta en el hogar, las decisiones con respecto al futuro; y menos de la mitad piensa que influye la vestimenta. Sin embargo, los papás que vivieron el Taller, después consideran que el grupo de pares influye significativamente menos en el comportamiento en el hogar y en uso de una determinada vestimenta.
La vivencia de este Taller demostró que cuesta entusiasmar al papá para que participe en este tipo de actividad, pero no es imposible. Si se sabe que el padre tiene gran importancia en el hijo varón principalmente durante la adolescencia, ¿por qué no se ha intentado llegar a él?. Estamos de acuerdo que son más difíciles de pesquisar para que participen, pero si se diseñan acciones entretenidas como Talleres de no más de 8 sesiones y de 1 hora (en esto hay que ser muy respetuoso del tiempo de los demás), estamos seguros que los papás asistirán, porque ellos también quieren lo mejor para sus hijos. Ellos están abiertos a aprender para lograr que sus hijos sean más que ellos en todo sentido y uno de éstos es llegar a ser un adulto completo y equilibrado.
La metodología aquí utilizada fue muy creativa: videos, papelógrafos, cartillas, discusiones vivenciales de manera de hacer muy dinámica cada sesión y recapitulando en la nueva sesión lo que aprendió en la anterior y así lograr la participación de los papás. Al inicio hay mucha timidez, como es natural donde no se conocen las personas, pero al final, todos los participantes pidieron que estos Talleres se continuaran con otros temas, que se invitara a otros papás. Expresaron que les había servido de mucho y que reconocían haber mejorado la relación con el hijo, principalmente en lo que se refiere a sexualidad y droga. Esto último es muy importante, porque se demuestra que el padre, en este caso, es el mejor educador de la sexualidad del hijo, como lo sería la madre en la hija.
Lo que nosotros consideramos que podría hacerse en una réplica futura es tener alguna sesión en la cual también participarán los hijos con los papás, tal vez eso habría enriquecido a futuro la comunicación padre-hijo en todo sentido.
Aquí se deja lanzada la idea de que esto se puede hacer y que sólo se necesita de voluntad, pero no pedirle a los profesores que hagan todo. Se requiere de otros profesionales que participen a nivel escolar, como podrían ser los asistentes sociales, como fue en este caso. En este esquema no se altera el ritmo habitual de la vida familiar, porque se respeta el horario y dar una hora para el Taller no es demasiado y los frutos son muy superiores.
Ma. de la Luz Alvarez
Prof. Universidad Santo Tomás.