El sueño de viajar a Marte
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1997 )

Desde que el hombre llegó a la Luna, ha estado soñando con llegar también a Marte, pero el planeta está demasiado lejano. Para llegar y volver, tomaría más de un año. El problema está en que habría que llevarlo todo desde casa. Desgraciadamente el hombre está atado a la Tierra por la gravedad, y pretender llevarlo todo en este viaje es prácticamente imposible, porque el costo de propulsión sería demasiado elevado. Tantas son las dificultades, que algunos piensan que el hombre nunca podrá llegar a Marte. Otros son más optimistas y siguen trabajando.

La NASA ha afirmado que será posible el viaje a comienzo del siglo XXI. Sin embargo, tiene claro que la principal limitante está en vencer la gravedad, con el enorme volumen de carga que ello significaría. Si se quiere reducir la carga, un primer problema sería el abastecer a la tripulación con el oxígeno y alimentos, ya que las provisiones tendrían que programarse por lo menos para dos años. Otro problema es el combustible necesario, no sólo para vencer la gravedad de la Tierra, sino también para el largo viaje y su posterior regreso, que significa a su vez desprenderse de la gravedad del planeta Marte.

En cuanto a los alimentos, al menos teóricamente, sería posible producirlos en la misma nave, utilizando la energía solar y un ambiente muy eficiente y perfectamente controlado (Preparándose para viajar a Marte). En un sistema cerrado, sería también posible pensar en reciclar el CO2 y proveerse de oxígeno, dentro del mismo sistema. El problema, que es más difícil de resolver, es el del combustible necesario para la vuelta, que debiera necesariamente producirse en el planeta Marte.

El punto de partida para producir este combustible en Marte, sería el CO2, que constituye el 95% de la delgada atmósfera del planeta. A partir de este gas y probablemente, con el agregado de otros ingredientes llevados desde la Tierra, se podría llegar a producir ese combustible y también el oxígeno necesario para quemarlo. Hay grupos de investigadores que están buscando la solución a este problema. Para sus investigaciones han recibido fondos de la NASA, que tiene que decidir en definitiva por la opción más viable. En todo caso, para no correr riesgos, el sistema debiera comprobarse antes de que el hombre llegara a Marte. Es decir, en viajes no tripulados, hay que conseguir enviar una máquina liviana, que permita fabricar el combustible en la superficie marciana, y que luego esta misma sea capaz de volver con muestras del suelo marciano, ya impulsada por ese combustible. Sólo entonces se podrá arriesgar el envío de una tripulación humana.

David Kaplan, ingeniero aeroespacial del Space Center en Houston, Texas, es quien está encargado de decidir cual sería esa máquina que produzca combustible marciano, lo que debiera estar decidido para el año 2001. Por ahora se inclina por una célula de zirconia, desarrollada por Steven Crow y sus colaboradores de la Universidad de Arizona en Texas. Según Kaplan "si aparece una solución mejor, estamos listos para evaluarla". Pero no parece fácil producir allá un combustible con capacidad de propulsión semejante a la del hidrógeno, que es el combustible utilizado actualmente en la propulsión de las naves espaciales (New Scientist, Junio 28, 1997, pag. 24).

El zirconia u óxido de zirconium, es una cerámica que se puede utilizar como un electrólito sólido. Su superficie está cuajada de excavaciones, que puede perfectamente refugiar los iones oxígeno. La célula dentro de un sándwich de electrodos porosos, se ha barnizado con yttrium para aumentar el número de cavidades. El CO2 difunde a través del cátodo, donde una combinación de alta temperatura, junto al libre suministro de electrones, logran separar los átomos de oxígeno, que llegan a transformarse en iones. De aquí ellos migran a través de la red de cavidades hacia el ánodo, donde el exceso de electrones se combina para formar moléculas de oxígeno.

Ya esta célula zirconia ha sido rigurosamente ensayada en una simulación de atmósfera marciana, y Crow afirma que ya puede pensarse en ella para su envío a Marte en el año 2001. Allí se podría ver como funciona realmente en la superficie marciana, asegurándose que esta sea capaz efectivamente producir oxígeno puro en Marte.

El aparato liberaría monóxido de carbono, que aún estando lejos del ideal, podría usarse como combustible. Pero su impulso específico es sólo la mitad de lo que se podría lograr con el hidrógeno líquido, que es el que se usa actualmente para las naves espaciales. Es decir, la solución del problema no se ve fácil.

Tal vez no ha llegado aún la hora de que el hombre viaje a Marte, hasta cuando no se disponga de otras tecnologías que permitan propulsar una nave, sin significar un gran volumen y peso. Algunos piensan en la energía de fusión, que es la misma que utiliza el sol para calentarnos. Sin embargo, aún cuando se sabe que esta sería la energía ideal, el hombre no ha logrado aún dominarla (Creces, Agosto, 1996). Es posible que por ahora haya que seguir soñando y buscando.


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