Dislexia: una enfermedad cerebral
( Publicado en Revista Creces, Abril 1997 )

Durante los últimos años grandes avances se han logrado para entender que es lo que funciona mal en el niño disléxico que, en definitiva, retarda un adecuado proceso de aprendizaje. El trastorno es de gran importancia, ya que de acuerdo a un informe de National Institute of Health de Washington, el problema se presenta en uno de cada cinco niños. Hoy los especialistas afirman que esta dificultad esta radicada en el cerebro y que necesita de ayuda para su corrección. El no hacerlo, trae graves consecuencias que pueden persistir durante toda la vida. También el mismo informe enfatiza en la necesidad de pesquisar la alteración lo mas temprano posible, ya que mientras antes se intervenga, mayores son las posibilidades de compensación y menores serán los traumas y frustraciones a que se somete el niño.

La alteración fue descrita hace ya cien años atrás, cuando Pringle Morgan, un médico de Sussex en Inglaterra, describió por primera vez el cuadro clínico en el "British Medical Journal", y lo denominó dislexia. En esa ocasión, él describió el caso de un niño de 14 años, que siendo muy inteligente y muy rápido para cualquier juego, fue incapaz de aprender a leer.

Desde entonces está paradoja, que se ha confirmado cada vez con mas frecuencia, no ha encontrado explicación. Los psicólogos y educadores tienden a correlacionar la facilidad con que un niño aprende a leer y su capacidad intelectual. Mucha gente asume que si el niño es inteligente y está motivado, rápidamente aprende a leer. Sin embargo, la experiencia de millones de niños disléxicos, que siendo inteligentes y motivados, no aprenden a leer, demuestra lo contrario.


El modelo fonológico

Hasta hace poco tiempo se pensaba que el problema del niño disléxico radicaba en algún trastorno visual en que se veían las letras o palabras al revés. En los últimos años se ha insistido que el problema no corresponde a un defecto visual, sino que a una alteración ubicada en el cerebro, y que afecta al sistema del lenguaje. Esta es la que limita la capacidad del cerebro para almacenar, procesar y producir información, lo que se traduce en menor capacidad para escuchar algunos sonidos, para leer, para escribir y también para los cálculos matemáticos. Por lo general se trata de niños con inteligencia normal o superior, pero debido a su alteración tienen bajo rendimiento escolar.

Mas específicamente, la dislexia se debe a una deficiencia en el procesamiento de las distintas unidades lingüísticas, llamadas "fonemas". Para entender como el modelo fonético funciona, antes hay que considerar la forma en que el lenguaje es procesado en el cerebro. Los investigadores conceptualizan el sistema del lenguaje como una serie jerárquica de módulos o componentes. En el nivel más alto de esta jerarquía están los componentes comprometidos con la semántica (vocabulario o significado), la sintaxis (estructura gramática) y el discurso (conexión de frases). Al nivel más bajo de esta jerarquía están los módulos fonológicos (fonemas), que están dedicados al procesamiento de los distintos elementos del sonido que constituyen el lenguaje.

El fonema se define como las partes más pequeñas en que se puede segmentar el lenguaje. Así, por ejemplo, la palabra "rata", contiene cuatro fonemas, que en este caso corresponde con las cuatro letras: rr(r), aa(a), tt(t) aa(a). En condiciones normales, antes que la palabra pueda identificarse, entenderse o almacenarse en la memoria o retirarse de ella, hay un proceso del módulo fonético del cerebro, de quiebre o parcelación de la misma en sus unidades fonéticas.

En el lenguaje hablado, este proceso ocurre automáticamente a un nivel de preconciencia, ya que el lenguaje es instintivo y los seres humanos solo necesitan exponerse a él para aprenderlo. Es decir, existe la condición genética que ensambla automáticamente los diversos módulos fonéticos para construir las palabras y frases del que habla. Del mismo modo el que oye, a su vez vuelve a descomponerla en los módulos fonéticos para entenderla.

Para leer también se necesita el proceso fonológico, pero con respecto al hablar, hay una diferencia muy importante: el hablar es natural, mientras que leer no lo es. La lectura es un invento humano y por lo tanto tiene que aprenderse a nivel consciente. En este proceso, el objetivo del lector es transformar la percepción visual de la escritura alfabética, en sonidos de lenguaje, es decir reconstruir los grafemas (letras) en los correspondientes fonemas. Para lograr esto, el que comienza a leer debe primero tomar conciencia de la estructura fonológica externa de la palabra hablada. Después, debe darse cuenta de la ortografía (secuencia de las letras en la página) que representa esta fonología. Esto es precisamente lo que sucede cuando un niño aprende a leer.

Lo que sucede en un disléxico, es que existe un déficit en el sistema del lenguaje que le dificulta segmentar las palabras escritas en los componentes fonológicos.

De acuerdo a esta teoría, este déficit circunscrito en el procesamiento fonológico, altera la decodificación impidiendo la identificación de la palabra. Este defecto básico que es especial en la función lingüística, bloquea el acceso a los procesos superiores, y por lo tanto no pude encontrar sentido al texto. De este modo, aún cuando en el proceso del lenguaje comprometido en la compresión y entendimiento está intacto, el sistema no funciona porque a él se puede acceder solo después que la palabra ha sido identificada (Scientific American, Noviembre 1996, Pág. 78). Así, por ejemplo, a un niño disléxico se le coloca enfrente de la palabra "apocalipsis". El entiende su significado cuando lo oye y hace uso correcto de ella, sin embargo no la puede reconocer en la hoja que está escrita.


¿Dónde esta la lesión?

El modelo fonológico asume un esquema modular de los procesos cognitivos, en el cual cada uno de los componentes usados en la identificación de las palabras no realiza una red específica de células nerviosas. Esta hipótesis se ha podido ir comprobando al disponer del aparato de "resonancia magnética funcional", que puede medir gráficamente la actividad metabólica del cerebro mientras el individuo está desarrollando actividades cognitivas. De este modo, el instrumento es ideal para hacer un mapa del cerebro en el momento que se expone a un estímulo como es el leer. Con esta metodología Sally Shaywitz y colaboradores (Scientific American, Noviembre 1996), sugieren una arquitectura cerebral para el proceso de leer una palabra impresa: la identificación de las letras se ubicaría en la corteza extraestriada dentro del lóbulo occipital. El proceso fonológico tiene lugar dentro del giro frontal inferior y el acceso al significado llama a un área entre el giro temporal medio superior (ver figura). Sin duda que esta identificación de sitios dedicados al proceso fonológico es de una gran importancia futura, ya que posiblemente va a permitir hacer diagnósticos más precisos en la dislexia.

Estudios de Nina kraus de la Universidad de Northwester, midiendo las ondas cerebrales de niños en el momento que son expuestos a diferentes fonemas, encuentra diferencias significativas entre los niños normales y los niños disléxicos (Science, Vol 273, Pág. 971, 1996).


¿Cuál es la causa?

Aún cuando las causas de este trastorno cerebral no se conocen, se puede evidenciar una marcada influencia genética. Con mucha frecuencia se encuentra el antecedente de dificultades en el aprendizaje, ya sea en los padres, hermanos o tíos. Otros factores parecen tener mucho menor importancia. En estudios de gran número de casos de niños disléxicos se han identificado algunos factores de riesgo, como desnutrición, ingestión de alguna substancia tóxica, traumatismos del cráneo, maltratos infantiles, etc. También desde el punto de vista estadístico se han señalado como posibles factores causales a hechos ocurridos en torno al embarazo, tales como la ingesta por parte de la madre de alguna droga, alcohol o el hábito de fumar. También parecería influir el bajo peso al nacer, los partos prolongados o la falta de oxígeno durante el mismo.

Lo que si parece estar claro es que la dislexia no tienen nada que ver con defectos en la visión o audición, ni con ninguna otra anomalía física o motora. Por último, tampoco la dislexia se acompaña de déficit mental o con deprivaciones socio culturales. Sin embargo es frecuente que el niño disléxico también es hiperactivo (20% de los casos) (AAP News, Vol. 12 N°9, Septiembre 1996).


Urgencia del diagnóstico

La Asociación Americana de Pediatría enfatiza el rol del pediatra en el diagnóstico de esta entidad. Según afirma esta institución, el pediatra no debe esperar que la familia le traiga al niño porque ha notado una dificultad en el rendimiento académico del mismo. Por el contrario, el pediatra debe adelantarse a buscar el diagnóstico antes que la anomalía se haya hecho demasiado eficiente, ya que el éxito de una ayuda eficaz depende de la precocidad con que esta se implemente. Por otra parte hay que prevenir en el niño las frustraciones y pérdida de su autoestima, que pueden tener consecuencias muy negativas en su edad adulta.

También el profesor debe conocer la alta frecuencia y la naturaleza de esta afección. Todo ello porque en la práctica la mayor parte de las veces se diagnostica tardíamente, cuando ya el niño tiene 8 o 9 años de edad.

Hay que tener presente que en las primeras etapas, dado que estos niños son inteligentes, pueden compensar su dificultad. Pero en la medida que transcurre el tiempo, se ven sobrepasados, haciéndose evidente el retraso en el aprendizaje y sus secuelas psicológicas.

Según Nel Levine, Director del centro Clínico para el Estudio del Desarrollo y Aprendizaje de la Escuela de Medicina de la Universidad de North Carolina, el pediatra debe tener una actitud más activa. El recomienda que en toda visita médica siempre debe preguntarse acerca de como le va al niño en la escuela y si le agrada o no asistir a ella. También debe averiguar buscando antecedentes de dificultades similares en los padres, hermanos, tíos, etc. El diagnostico debe corroborarse consultando a especialistas en aprendizaje.

Si se confirma la deficiencia, debe crearse un sistema de educación especial con expertos que entiendan el problema y se hayan preparado para ello. Se pueden aplicar algunos tests que son muy sensibles para diagnosticar dislexia. Se pide al niño que separe fonemas específicos de las palabras. Luego pedirle al niño, por ejemplo, que diga la palabra gato, pero quitándole el sonido "g". Para ello el niño disléxico tiene dificultades, porque le es difícil decodificar las palabras.

Existen métodos para entrenar al niño disléxico en el proceso fonológico, con lo que se pueden lograr progresos notables. Es fundamental también la colaboración de los padres, para que desarrollen juegos que hagan este proceso entretenido. Es también importante evitarle frustraciones y sensaciones de menor valía. Desgraciadamente, frente al bajo rendimiento escolar, muchas veces los padres apabullan a sus hijos con castigos y frases hirientes, "tu no vas a llegar a ser nadie", o "eres tonto diferente a tus hermanos". Con ello solo se consigue agravar el problema y crearles tremendas inseguridades que van a repercutir en el desarrollo de su personalidad.

Muy por el contrario, los padres deben apoyar y tratar de convencerlo que él es tan inteligente como los demás y que, simplemente, su cerebro trabaja en forma diferente. Hay también que insistir en el sentido que ellos pueden compensar esta alteración, pero que necesitan mas trabajo y, sobre todo, perseverancia. Las notas en la escuela son algo importante, pero aun cuando no sean óptimas, no quiere decir que ellos vayan a fracasar. Basta recordarles que Albert Einstein tuvo las mismas dificultades de aprendizaje y que sus profesores lo creían tonto. Son muchos los ejemplos de disléxicos que han triunfado y que han alcanzado altos grados. En resumen, el defecto puede compensarse, pero no curarse. Diversos estudios de seguimiento, demuestran que la alteración fonética sigue hasta la edad adulta.


Consecuencias

Según estadísticas del National Center for Learning Disabilities de Nueva York, cuando las dificultades del aprendizaje no llegan a reconocerse, y por lo tanto no se interviene para compensarlas, las consecuencias pueden ser graves en la edad adulta. Así:

a) El 80% de los adultos que han tenido problemas de aprendizaje cuando niños, persisten con dificultades en la lectura por toda la vida.

b) EI 70% de los delincuentes juveniles, coinciden en haber tenido dificultades en el aprendizaje.

c) EI 60% de los drogadictos y alcohólicos, también han tenido dificultades en el aprendizaje durante su niñez.

Estas cifras parecen indicar que las frustraciones y la pérdida de la autoestima, no solo significan problemas en la edad escolar, sino también serias dificultades para incorporarse a la sociedad. Por ello se requiere que padres, profesores y pediatras reconozcan esta enfermedad para prevenir esos daños.



Se identifica en el cerebro defecto de aprendizaje

Quienes se dedican al estudio de las dificultades de aprendizaje de los niños, hace tiempo que se han dado cuenta que muchos retrasos de él, al igual que los retrasos en el aprendizaje de la lectura, reside en dificultades para distinguir ciertas sílabas conocidas como "fonemas". Ahora, un grupo de investigadores dirigidas por Nina Kraus de la Universidad Northwestern, han encontrado que en este tipo de problemas puede existir también una base biológica. Mediante una medición de las ondas cerebrales, ellas comprobaron que, en algunos de estos niños, el sistema auditivo del cerebro no es capaz de reconocer sílabas como diferentes. (Science, Vol. 273, pág. 971, 1996). Según ellas, estos niños serían diferentes de aquellos que desarrollan el lenguaje y la lectura normalmente.

Lo interesante es que los nuevos juegos de computación destinados a enseñar a niños con dificultades para distinguir ciertos sonidos, puede ayudarlos significativamente en su dificultad.

Según estas investigaciones, los niños que tienen problemas en distinguir algunos fonemas, tienen un defecto primario que no es a nivel de la audición, sino mas bien en el procesamiento cerebral de los sonidos, que estaría localizado antes que estos alcancen los centros de lenguaje del cerebro. Los resultados no fueron enteramente uniformes, pero ciertas combinaciones de sonidos, como "da" versus "ga", eran las dificultades mas frecuentes.

Para ubicar el sitio de la dificultad, los investigadores compararon las ondas cerebrales de niños que confundían el "da-ga", con las de niños normales. Con los electrodos colocados en distintos puntos de su cráneo, estudiaban su respuesta frente a estos fonemas al exponerlos a juegos de video especialmente preparados. Así pudieron comprobar las fallas de respuestas cerebrales entre uno y otro grupo y su ubicación cerebral.

Los autores creen además que el tipo de respuesta es diferente a lo que ellos han observado en niños disléxicos.



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