Cuando y como llego el hombre a América
( Publicado en Revista Creces, Agosto 1997 )

No esta clara la fecha en que llegaron los primeros colonizadores a América. Según diversos antecedentes, la fecha podría variar entre 15 mil y 30 años atrás. En todo caso, colon llego mas tarde y por otro lado. Los primeros habrían cruzado desde Asia, por el norte, a través de Beringia (hoy estrecho de Bering), en alguna época en que se derritieron los hielos.

De donde partieron

Todo parece indicar que los ancestros más inmediatos del hombre, habrían aparecido en la Tierra hace dos y medio millones de años. Las primeras huellas de su existencia se han encontrado en el continente africano, donde evolutivamente se separó de su antecesor, el "austrolopitecus" (Los antepasados de la especie humana ) . Se trata del genero "Homo", que ya con un cerebro de mayor tamaño y con la capacidad de construir herramientas, comenzó a dominar sobre las otras especies y extenderse por el continente. Este género incluye por lo menos a tres especies diferentes: el Homo habilis, el Homo erectus y el Homo sapiens. No se sabe si estas especies se sobrepusieron en el tiempo y espacio o fueron siendo reemplazadas unas por otras. El hecho es que las especies más evolucionadas fueron capaces de desplazarse desde Africa a otros continentes, como Asia y Europa.

El Homo sapiens probablemente vivió hasta hace 50 mil años, y desde allí la historia se confunde hasta llegar al hombre moderno actual, que paulatinamente fue colonizando Europa, Asia, China, Japón y Australia.
Todo parece indicar que este género Homo, nunca llegó a América, ya que geográficamente no era fácil debido a la separación de los océanos. Probablemente, en la época en que el movimiento de las placas tectónicas separó los continentes aun no existían los homos, ni los austrolopitecus, como para que hubiesen quedado en este continente.

Los arqueólogos creen que más tarde el hombre moderno, ya con sus habilidades desarrolladas, y con las capacidades de construir herramientas y armas, fue capaz de adaptarse a las duras e inhóspitas condiciones de Siberia, y desde allí, cuando los hielos se fundieron, entraron por el extremo norte a América. Hace tiempo que los arqueólogos y estudiosos de la prehistoria se dieron cuenta que el continente "América", fue el último en ser poblado por la especie humana (figura 2).

Por más de dos mil años, durante el Pleistoceno, en el extremo norte, Eurasia había estado unido con América, por un territorio que se llamó Beringia, un puente que ahora está sumergido bajo el mar (Estrecho de Bering). Así parece indicarlo al menos la semejanza de la flora y fauna que existe entre Siberia y Alaska.

Según esto, los primitivos pobladores de Alaska habrían migrado a través de Beringia, y desde allí habrían colonizado lentamente desplazándose hacia el sur en el continente americano. El paso habría estado condicionado tanto por condiciones climáticas favorables de un determinado momento, que lo convirtió en una pradera, como por las necesidades de seguir la caza del mamut, el bisonte, y una especie de caballo que allí entonces existía. Probablemente, rápido y simultáneamente cruzaron varios pequeños grupos, lo que explica que no hayan dejado huellas en su paso por este corrector (Frederick Had-leigh: American Beginning: The Prehistory and Paleoecology of Beringia. Editado por: University of Chicago Press. 1997).

Pero ¿Cuándo sucedió esto? Esta interrogante es motivo de acalorados debates entre los diversos especialistas. Hasta hace unas pocas décadas parecía estar todo claro, en base a los descubrimientos y estudios arqueológicos realizados en el lugar denominado "CIovis", en Nuevo México. Allí el análisis de los restos arqueológicos encontrados daban una data de 11.200 años, de modo que según ellos, los primeros colonizadores debieron haber cruzado aproximadamente hace 11.500 y 12.000 años.

Sin embargo, las fechas se contradicen cuando se utilizan otros métodos que ha ido desarrollando una nueva especialidad, "la paleoantropología". Uno de ellos es el análisis del "DNA mitocondrial". Como se sabe, normalmente el DNA está en el núcleo de nuestras células y en él se combina el DNA proveniente de la madre y del padre. Pero se ha descubierto otro DNA, que está en las mitocondrias (el lugar de las células donde se produce la energía), y éste proviene sólo de la madre, ya que lo aporta el óvulo y no el espermio. Cualquier cambio de él, que se trasmita de generación en generación, es sólo el resultado de mutaciones randomizadas. A su vez éstas suceden con mucha regularidad, a un ritmo de 2 a 4% por millones de años. De modo que el estudio del DNA mitocondrial y sus mutaciones se ha convertido para los investigadores en un verdadero reloj genético. De acuerdo a ello, conociendo el número de mutaciones que han ocurrido, se puede saber cuánto tiempo ha transcurrido hacia atrás, en que habría un ancestro común. Tad Schurr, del Emory University Laboratory of Genetics, ha examinado el DNA mitocondrial de varias generaciones de poblaciones nativas de América, contando las mutaciones del DNA en cada linaje para calcular el tiempo en que ellas comienzan a divergir a partir de un ancestro común. Sus resultados indican que los nativos de América pertenecen a cuatro distintos linajes, y que el momento común en que los primeros cruzaron Beringia, tendrían que haberlo hecho entre 21.000 y 42.000 años atrás (Discover, Octubre 1993, pág. 92). Otros estudios basados en el análisis de la evolución del lenguaje, en función del tiempo, señalan que por lo menos ha habido dos o tres migraciones diferentes y que los esquimales serían una de las más recientes (Science, Vol. 274, Noviembre 1996).

La controversia se agudizó con un descubrimiento arqueológico realizado por Thomas Dillehay, arqueólogo americano, que en ese entonces era Director del Departamento de Antropología de la Universidad Austral de Valdivia. Ello ocurrió en el año 1977, en el lugar denominado Monte Verde en el sur de Chile a 35 kilómetros de la ciudad de Puerto Montt. Los restos estaban muy bien preservados por un feliz accidente de la naturaleza; aparentemente hace unos 2.500 años, el sitio era abierto y ubicado a las orillas de la ensenada Chichihuapi. Cuando se descubrió estaba cubierto por un bosque húmedo, pantanoso y rodeado por montículos de arena. El lugar mismo estaba cubierto por una capa de turba fibrosa, todo lo cual permitió que se preservaran perfectamente los restos, incluso sin que las bacterias los degradaran.

El hallazgo de restos arqueológicos señala que los seres humanos vivieron allí hace 12.500 años, es decir, 1500 años antes que los restos de Clovis, que se consideraban los primeros. Hay que considerar que entre Clovis y Monte Verde, hay 6.000 kilómetros de distancia. Si es que los primeros seres humanos entraron por Beringia y desde allí se desplazaron colonizando hacia el sur, el proceso migratorio debió haber tomado cientos o miles de años, a juzgar por los obstáculos geográficos que debieron vencer, y porque nadie los apuraba en las ricas tierras de abundante cacería que iban encontrando. Es decir, los hallazgos de Monte Verde parecen concordar más con los estudios genéticos del DNA mitocondrial, que señala que los primeros seres humanos que llegaron a América lo hicieron hace 15 0 30 mil años.

Otra hipótesis alternativa es que la llegada haya sido por el sur de América. Esto supone que pueblos polinésicos a bordo de embarcaciones fabricadas de madera y juncos, atravesando el Océano Pacífico hubiese llegado a América (ello es lo que se ha tratado de demostrar recientemente en la travesía del barco de juncos desde la isla de Pascua, que desgraciadamente zozobró). Los que sostienen esta hipótesis, afirman que hay muchas semejanzas étnicas entre algunos pueblos de Oceanía y comunidades precolombinas. La hipótesis podría ser valedera en los últimos dos mil años, pero no hace 12 mil años, en el período neolítico, cuando las herramientas de que disponían eran muy primitivas y no se conocía nada de navegación. Una travesía a través del Pacífico, en aquella época era casi imposible.


Un acalorado debate

Ha sido difícil que los arqueólogos de Clovis acepten los hallazgos de Monte Verde como ciertos y valederos. Según Dillehay, que actualmente es profesor de arqueología en la Universidad de Kentucky en Lexington, "la discusión no ha sido científica y en cambio ha estado muy cargada emocionalmente". Sólo muy recientemente, y después de casi 20 años, ha sido aceptada como cierta (The Science, Febrero 1997, pág 28). Es así como expertos americanos emitieron un informe en Dallas dando un respaldo definitivo al trabajo arqueológico realizado por Tom Dillehay, los mismos que antes no se aceptaban como valederos. Para ello debieron viajar previamente a Monte Verde y constatar ellos por sí mismos la veracidad de los hallazgos.

Uno de los especialistas que trabajó con Dillehay en Monte Verde, el geólogo Mario Pino, de la Universidad Austral de Valdivia, afirmó que a pesar del escepticismo siempre estuvieron seguros de la validez del descubrimiento arqueológico. Creces de la época, contribuyó describiendo en detalle los trascendentales descubrimientos ( Monte verde, sitio del hombre temprano en chile centro-sur ), los que en esa época aún estaban en dudas por los partidarios de Clovis. Según Dillehay, en Monte Verde habitó una cultura correspondiente al período neolítico, que no solo se dedicaba a cazar (como la mayoría de sus pares en esos tiempos), sino que conocían por tradición, el uso de numerosas hierbas medicinales, incluso el boldo y el natre, que aún las usan los araucanos. En la excavación se encontraron casi 700 piezas diferentes arqueológicas, y ellas todavía están siendo sometidas a estudios estatigráficos (mediciones que ubican las capas de la tierra), mediciones de radiocarbono y análisis de DNA en las muestras biológicas.

Mientras tanto se han reconstruido las viviendas encontradas junto al estuario Chinchihuapi. Estas presentaban una planta rectangular, de 45 metros de largo, por 3.5 de ancho, cuyas paredes estaban construidas con juncos amarrados, estando recubiertas sus paredes y techo con pieles de mastodontes (ver figura 5). En su interior se descubrieron restos de fogatas, artefactos de piedra y utensilios para trabajar la madera. Otras dos tiendas comunes, separadas por algunos metros, también contenían restos de fogatas y huesos de mastodontes, instrumentos de caza, además de hierbas medicinales, papas y hierbas marinas, probablemente traídas desde la costa. (Figuras 3 y 4 a, b, c y d).

Se concluyó que hace 12.500 años, diversas agrupaciones familiares deambulaban por las riberas de los ríos y orillas del Yago Llanquihue. Se alimentaban de frutos silvestres y tubérculos (papas originarias de la región) y cazaban fauna menor y mayor (mastodontes y llamas), completando su dieta con moluscos de agua dulce. En esa época la temperatura era algo más fría y menos lluviosa.

Según Dillehay, cree que existe en el propio Monte Verde, a dos metros de profundidad, otro poblamiento mucho más antiguo de 30 mil años. Pero aún no existen evidencias suficientes como para validarlo. Si ello fuera cierto, habría que desplazar aún más la primera llegada de los colonizadores a América.

Con todo esto se consolida un trabajo de 20 años, que fue necesario para convencer a sus detractores y que ahora hace pensar que los primeros habitantes de América fueron muy anteriores a los que los restos de Clovis, en Nuevo México, habían sugerido. En todo caso, Cristóbal Colón, llegó bastante después.


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