Una vacuna para las enfermedades cardíacas
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1997 )

Investigadores de una empresa biotecnológica de Massachusetts, recientemente han comunicado que han descubierto una vacuna que transforma el colesterol malo en colesterol bueno. Los ensayos los han realizado en conejos, pero si lo mismo funcionara en humanos, ésta podría administrarse dos veces al año, previniendo así el depósito de colesterol en las arterias en forma mucho más efectiva y barata que las drogas que en la actualidad se usan para bajar el colesterol.

El colesterol viaja en el sistema circulatorio formando parte de los compuestos llamados: lipoproteínas de alta densidad, lipoproteína de baja densidad y finalmente lipoproteína de muy baja densidad. Estos dos últimos transportan colesterol desde el sistema digestivo a los tejidos del cuerpo, pero en su camino pueden formar depósitos de grasas en las paredes de las arterias, lo que lleva a lo que se conoce como ateroesclerosis. Si estos depósitos llegan a bloquear las arterias coronarias (que irrigan el corazón), se produce un infarto cardiaco (figura).

Esto hace que las lipoproteínas de baja densidad y a las de muy baja densidad se les denomine colesterol malo, dadas las consecuencias que tiene su elevación en la sangre. Por el contrario, a las lipoproteínas de alta densidad se les denomina el colesterol bueno, ya que éstas tienen por función solo el transportar colesterol desde los depósitos para que en alguna forma sea eliminado.

Pero si las lipoproteínas de baja densidad y las de muy baja densidad son los villanos de la historia, es también por culpa de una enzima (llamada Proteína de Transferencia del Colesteril Ester o CETP), que le saca el colesterol a las lipoproteínas de alta densidad (las buenas) y se lo agrega a las lipoproteínas de baja densidad (las malas). Esta proteína es una desgraciada, ya que aparte de hacer esta mala jugada, no parece ofrecer ningún beneficio al organismo humano. Por el contrario, personas que tienen malos los dos genes encargados de producir esta enzima, viven perfectamente sin problemas, y no presentan riesgos de trastornos cardiacos. El único problema (que no es problema), es que tienen en su sangre un nivel alto de lipoproteína de alta densidad.

Con estos antecedentes, son muchos los investigadores que han estado buscando drogas que inhiban esta enzima (CETP), pero han fracaso. En cambio Rittershaus y sus colaboradores han buscado otro camino: fabricar una vacuna que lleve a que el sistema inmune fabrique un anticuerpo contra el CEPT y por lo tanto la inactive.

Para ello fabricaron una proteína híbrida que contiene 16 aminoácidos del CEPT y 14 aminoácidos del toxoide tetánico. Cuando esta proteína se usa como vacuna, las células T del sistema inmune ordenan a las células B fabricar un anticuerpo contra el CEPT.

Los primeros ensayos en conejos se ven como muy promisorios. En primer término, en los animales vacunados, las lipoproteínas de alta densidad en la sangre se elevan al doble. Pero lo que es más demostrativo es que los conejos tratados con esta vacuna y que reciben además una dieta rica en grasas, como para inducirles una ateroesclerosis, no la producen. En cambio los animales controles que reciben la misma dieta, pero no son vacunados, rápidamente depositan colesterol en sus arterias. Ahora falta pasar de la experimentación animal al hombre, y observar si en este caso se produce igual efecto. Ojalá así lo sea.


(New Scientist, Abril 12, 1997, pág. 18).


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