En la revista Science de febrero de 1997, Steward Nozette y colaboradores, del laboratorio Phillips de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Alejandra, Virginia, dicen que la sonda Clementina que viajó a la Luna en el año 1994, detectó raros reflejos del radar en el Polo Sur de ella, que podrían explicarse como reflejos de depósitos de hielo.

El agua habría llegado a la Luna, por un cometa que la habría impactado (los cometas son masas de hielo que giran por el espacio). Si ello hubiera sucedido, el agua del cometa por acción de los rayos ultravioletas del Sol, se debiera haber separado rápidamente en moléculas de oxígeno e hidrógeno, y este último debiera haber sacado rápidamente de la gravedad de la Luna. Sin embargo es posible que algo de agua pudiese haber quedado como tal, al quedar en la parte obscura protegida por los rayos solares. El fondo del cráter, perpetuamente obscuro, debiera tener una temperatura de -220° C. Se piensa que allí se podrían haber acumulado unos 50 cms. de hielo.

Con todo, los datos del Clementina no pueden tomarse como definitivos, y es por eso que NASA quiere comprobarlo enviando a la Luna el Protector Lunar. Esta sonda orbitará alrededor de la Luna, analizando el espectro de neutrones de los rayos cósmicos que se reflejan en las rocas lunares. Si hay agua, los neutrones transferirán energía al núcleo del hidrógeno del hielo, lo que sería diferente al resto de las rocas lunares. Si hay agua, vamos a la Luna para tomarnos un whisky con hielos lunares!.