Como ayudar a la familia. Una metodología de intervención
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1997 )

Se habla mucho de la familia y se legisla diciendo que se le quiere proteger proponiendo la disolución de ella. Pero no hay ninguna proposición que vaya precisamente a ayudar a la familia en el momento oportuno, sino cuando ya se ha llegado a la crisis y sin solución . ¿Por qué la sociedad no previene estas rupturas? ¿Por qué insiste en creer que deshaciendo la familia el problema se soluciona? ¿Ha pensado la sociedad, en este caso las mayorías, el daño que sufren los hijos cuando los padres se separan, cuando una madre o un padre abandona la familia?. Ciertamente NO. No se han detenido a pensar lo que eso significa en el desarrollo afectivo, emocional, social y aún en la salud física de los niños, en la madre abandonada o en el padre abandonado, porque esto también ocurre. Por qué no buscar efectivamente algo que realmente contribuya a que esto no suceda.

No se trata de un problema económico sino de un problema de relaciones humanas.

Sin embargo otras, teniendo grandes ingresos, desarrollan un clima nefasto para el desarrollo de sus miembros. Esto significa que un buen pasar permita no tener que vivir, además, con otros problemas adicionales.

No hay que olvidar que todos pertenecemos a una familia y si un miembro está enfermo, todos los demás se resienten. Es por esto que no se puede parcelar la atención de la familia a cada miembro en particular, sino hay que considerarla como un todo funcional. No se puede enfocar la atención en un miembro, porque ese miembro pertenece al sistema y si no se toma en cuenta todo el sistema, es muy difícil lograr un cambio en dicho sistema Actualmente existen ayudas parceladas, a la familia, pero en gran medida son de tipo económico y no llegan estas intervenciones a descubrir siquiera lo que está sufriendo, ni menos aún, logran rehabilitarla.

La experiencia realizada en la rehabilitación de 100 familias con hijos menores bajo régimen de protección simple de SENAME, permitió aplicar a asistentes sociales una metodología de intervención intensiva que dio como resultado la rehabilitación del 67% de las familias. En esa experiencia se incluyó a dos familias cuyos padres sufrían de trastornos mentales y se hizo a propósito, con el fin de mostrar que la metodología tiene limitaciones y esas limitaciones significan que hay familias que deben ser atendidas por especialistas (psiquiatras, psicólogos), pero son las menos. El grueso puede perfectamente ser atendido por un asistente social.

Dado que la experiencia realizada en SENAME fue exitosa, se propuso a la Ilustre Municipalidad de Las Condes aplicar dicha metodología en familias con problemas de esa comuna, a través de egresadas de la Escuela de Trabajo social de la Universidad Santo Tomás. La finalidad de esto era prevenir daños futuros (internación de menores, adolescentes, delincuentes u otros...) y evitar la ruptura de las familias. En esta realidad se trabajó con 40 familias (21 con hijos menores y 19 con hijos adolescentes problemas) y los resultados indicaron que se rehabilitó al 80% de ellas en un lapso de 4 meses.

Pero veamos en que consiste la metodología para lograr esta rehabilitación. El primer contacto puede ser por cualquier miembro de la familia, fundamentalmente los padres o un hijo adolescente. Como todo síntoma requiere de diagnóstico, se realiza este a través de la aplicación de una serie de instrumentos. Estos permiten conocer a través de la relación diádica ( marido - mujer, padre - hijo, madre- hijo- padre, hijo -madre ) cómo son dichas relaciones en él área de: la toma de decisiones (marido- mujer), la comunicación, satisfacción en la vida familiar, las manifestaciones de cariño, consumo de alcohol y drogas, sexualidad, actividades compartidas; en el hijo con sus padres: la comunicación, la comprensión, la permisividad, la manifestaciones de cariño, consumo de alcohol y drogas, la satisfacción de su vida familiar y las actividades compartidas. Otro instrumento permite conocer la vida pasada de los padres desde su infancia hasta el fin de la adolescencia o hasta que forman su propia familia. En éste se puede ver los modelos parentales recibidos; la afectividad positiva o negativa que hayan vivido. Otro instrumento permite codificar todos los problemas actuales y en que día fueron detectados y en que forma fueron tratados durante el período de intervención. Finalmente, se aplica una encuesta socioeconómica para confirmar si el NSE es problema y un ecomapa para conocer las redes de apoyo con que cuenta la familia y en especial cada miembro tratado.

Una vez realizado el diagnóstico que dura no más de dos o tres sesiones, para lograr entrevistar a los padres y al hijo problema, se procede a configurar él esquema de intervención a través de os problemas detectados. Con la propia familia se abordan dichos problemas a fin de que cada uno de los miembros vaya, compro metiéndose semana a semana a cumplir algo elegido por ellos que apunte a la solución de alguno de éstos. La idea es guiar primero hacia compromisos fáciles de cumplir y que puedan tener éxito a fin de mejorar la autoestima de cada miembro y paulatinamente los compromisos se van haciendo más difíciles. Esto se va siguiendo semana a semana, se analizan los compromisos cumplidos y no cumplidos y se ve por qué no pudieron realizarse. Esta se hace durante 4 meses y la propia familia va reconociendo sus logros y cada vez va viendo cómo es posible remediar lo que creían era imposible. De esta manera, la mayoría de las familias a los 4 meses se las puede dejar porque estarían bien, como también hay unas pocas que con menos tiempo se pueden recuperar. Sin embargo, donde existe alcoholismo o drogadicción se requiere a lo menos de un apoyo de 6 o más, incluyendo, la intervención de especialistas.

Uno de los factores que facilitan la recuperación de la familia es el haber tenido un pasado cuyo recuerdo es positivo, es decir, imágenes parentales donde las cualidades del padre o de la madre son posibles de imitar (cariñoso(a), formador(a, responsable, etc.), donde el efecto percibido fue grande y por lo tanto existiría capacidad de entregar lo mismo a los hijos y al cónyuge. Este es uno de los aspectos que la ruptura de una familia deja una huella imborrable en el ser humano, sea niño o adolescente y va a cargar con ésta cruz durante toda la vida si la experiencia fue negativa. Todo lo que un niño vive durante su infancia y adolescencia deja una marca, y depende de cómo sea ésta, el efecto que tendrá cuando adulto.

Otro factor que ayuda a la recuperación de la familia es cuando van tomando conciencia de sus propias capacidades para llevar a término lo que se han propuesto. La mejora de la autoestima es un aspecto sorprendente en la recuperación de la familia. También contribuye cuando existe un sistema de comunicación directo y claro, y por tanto es más fácil analizar los problemas en conjunto.

Un aspecto que dificulta la recuperación de las familias son los modelos parentales negativos, porque se está repitiendo inconscientemente la mismas conductas que han sido criticadas. No hay capacidad de desdoblar ese modelo, de revertirlo. Cuesta mucho.

Y esto no es un problema detectado en ese momento, es la forma que siempre ha existido en la familia y por lo tanto, cuesta enormemente que los padres tomen conciencia que deben cambiar si quieren lograr modificaciones en la conducta del adolescente. Son ellos tos primeros que deben cambiar y no exigir al hijo que modifique su conducta cuando ellos no son claros en las normas quedan. Hoy esto es castigado y mañana, no. Otros padres tan permisivos que han criado a los hijos de forma que al llegar la adolescencia no acepta normas ni prohibiciones, porque nunca antes lo había vivido, entonces, como se cree adulto, no está dispuesto a recibir órdenes ni menos limitaciones (horarios, amistades, beber más de la cuenta o drogarse, no ir a clases, etc.) ni aceptar un castigo. De allí derivan los grupos de esquina, de adolescentes desadaptados que terminan con conductas antisociales.

Existe un falso concepto del amor a los hijos. Creen los padres que no castigando o no poniendo límites los quieren más. No se dan cuenta que lo único que quiere el hijo es que lo consideren y una forma de esto es precisamente llamándole la atención, pero en forma afectiva, no con una crítica violenta ni con golpes. Todo es cuestión de saber comunicarse y en el momento oportuno. Por esta razón hay que apoyar a los padres con hijos pequeños a fin de evitar que cuando sean adolescentes presenten problemas de muy difícil solución. Que aprenda a imponer normas y que lo que se dice se cumple, que ambos padres estén de acuerdo y no que el padre dice A y la madre B, por tanto el hijo hace C. Es preferible que uno de los padres se equivoque, pero nunca que el otro se lo haga ver delante de los hijos. Eso se habla en privado para evitar cometer equivocaciones. Cuando los hijos ven que los padres están de acuerdo, es muy difícil lograr hacer algo que va en contra de ellos. Existe un respeto y una seguridad que se los hará sufrir y ante eso, pueden dejar de actuar erróneamente.

Simplemente pensemos en lo económico: doble vivienda, disminución del nivel de vida, doble gastos en servicios, disminución del rendimiento laboral, del rendimiento académico; en lo afectivo: trastornos psicológicos en los hijos y en los propios padres que cuesta tiempo y dinero cuando se logran solucionar; en la repetición del modelo. recibido, es decir, familia incompleta, falta del modelo materno o paterno para que el hijo pueda identificarse con su sexo al momento de la adolescencia. En fin, un sin número de costos que bien podrían considerarse, porque a la larga, éstos los paga la sociedad. Si la familia es de mala calidad, todo lo que ella produzca será de esa calidad y es el país como un todo el que lo resentirá.

No se trata de un desarrollo económico espectacular silo que está fallando es la base: la familia, donde se produce ese recurso humano que la sociedad tanto necesita para crecer. Entonces, seamos creativos y démosle a la familia lo que ella necesita en una sociedad de cambios tan rápidos, donde la tecnología no deja pensar en lo humano, pero se olvidan que esa tecnología es manejada por los humanos y si éstos fallan, también fallará aquella.

Entonces, lo que la sociedad requiere es realmente «Centros de Atención Familiar» que estén al alcance de todos y de fácil acceso. Centros donde cualquier miembro de la familia pueda pedir ser atendido y de allí se pueda derivar a todo el grupo familiar. Estos Centros podrían existir a nivel comunal y ubicados donde más se los necesite.

La capacidad de un asistente social para aplicar esta metodología en un área delimitada es de 80 familias al año, dedicada a esta labor en forma exclusiva y el beneficio que significa para la comunidad es mucho mayor que el gasto que pueda significar el haber contratado un asistente social para este fin.



Muchas veces se piensa que los problemas económicos llevan a descalabros en la familia, pero no es tan cierto, existen familias cuyos ingresos son precarios, pero su armonía y buen entendimiento hacen sobrellevar las falencias de manera ejemplar.






María de la Luz Alvarez M.

Escuela de Servicio Social
Universidad Santo Tomás



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