China se quema por dentro
( Publicado en Revista Creces, Diciembre 1998 )

En el norte de China, un archipiélago constituido por cientos de minas de carbón subterráneas, se está incendiando. Con ello, cada año se consumen entre 100 y 200 millones de toneladas de carbón. Algunas han estado consumiéndose bajo fuego lento desde la edad del hielo, pero la mayor parte se ha incendiado en el proceso de extracción minera durante los últimos cincuenta años. Los costos por la pérdida de este recurso, se elevan a miles de millones de dólares, pero el daño ambiental que esto está produciendo, es aún mayor. Se estima que los incendios espontáneos de las minas de carbón de China son los culpables de un 3% del incremento del CO2 atmosférico que está produciendo el efecto invernadero.

Es muy fácil que una mina de carbón se incendie. Cuando se deja abandonada una de éstas quedando expuesta al oxígeno, reacciona éste produciendo CO2 y calor. En la medida que se incrementa el calor por el roce en la mina, sólo es cuestión de tiempo para que se inicie el fuego. Cuando ello sucede, necesita muy poco oxígeno para mantenerse y expandir el fuego horizontal y verticalmente. Muchos incendios viajan profundamente en la tierra y no producen llamas ni humos visibles. Por ello el mayor problema para combatirlos es saber dónde se han producido.

John van Genderen, geólogo del International Institute for Aerospace Survey and Earth Science, en Enschede (Holanda), ha estado trabajando por 25 años con los chinos para extinguir estos incendios. Según él, la mayor parte de los incendios se inicia en pequeñas extracciones mineras. Cuando ya su extracción no es económica, simplemente las abandonan, dejando grandes espacios llenos de carbón y aire.

Durante la última década, con el objeto de ubicar los principales incendios, se han utilizado satélites, aviones a sensores térmicos manuales. Para apagarlos se han usado tres alternativas: a.- tapar las minas con algunos metros de tierra fina; b.- mojar el fuego con barro y agua o, c.- crear un contrafuego, extrayendo el carbón no afectado.

Según Genderen, muchas veces, dependiendo de cada situación, hay que combinar algunos de estos tres métodos.

Robert Chaiken, especialista en accidentes mineros, del National Institute for Occupational Safety and Health, es escéptico y afirma que los incendios de las minas de carbón son extraordinariamente difíciles de controlar con cualquiera de los métodos ya descritos. Según él, cuando éstos se produjeron muy frecuentemente en Estados Unidos durante la mitad de este siglo se ensayaron estos mismos tres métodos, con resultados muy pobres. El sofocarlos tomó más de treinta años. Las excavaciones realizadas alrededor de las minas son peligrosas y muchas veces exacerban el fuego. Con ellas también aumentan los riesgos que se filtren gases y que se produzcan explosiones.

En la actualidad los chinos de la región de Xinjiang pretenden apagarlos bombeándoles agua del Río Amarillo, que está a una distancia de 50 kilómetros. Pero esto tiene un riesgo: que se acumule tal cantidad de vapor de agua subterránea que llegue a provocar una gran explosión capaz de destruir una ciudad entera. La conclusión de todo esto, es que es más fácil prevenir que los incendios se produzcan que tratar de apagarlos una vez producidos.


(The Sciences, Diciembre 1997, pág. 12).*



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