La circuncisión femenina
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1998 )

Una tradición subterránea, difícil de erradicar

"Nunca me voy a olvidar de mi circuncisión, que me la hicieron hace cuarenta años, cuando yo tenía seis años de edad. Una mañana, durante las vacaciones de verano, mi madre me dijo que íbamos a visitar a su hermana en Halfayat (Sudan). Fuimos a su casa, pero después me llevaron a "la casa de ladrillos". Mientras mi madre golpeaba la puerta, yo trataba de leer el nombre escrito en la puerta. De repente me di cuenta que se trataba de la casa de Hajja Alamin. Ella era la persona encargada de hacer la circuncisión en nuestro vecindario. Quede petrificada y luego trate de arrancar, pero me agarraron entre mi madre y mi tía. Ellas decían que allí me iban a purificar. Hajja era la persona más cruel que yo había conocido... Ordenó a su empleada que fuera a comprar una gillet al almacén cercano. A la fuerza me tendieron en una cama con un hoyo al centro y me ataron a ella. Grité con toda mi garganta. La mujer me dijo: ¿Quieres que venga la policía?. Después de esto y sin anestesia, me hicieron la circuncisión. Durante los tres días siguientes no pude comer ni beber. Recuerdo que el tío que supo esto, increpó a mi tía. Mi madre y mi tía se asustaron y decidieron llevarme de nuevo donde la mujer. Con una voz fuerte, me ordenó que me agachara en el piso y que orinara. Me costo mucho por el dolor, pero lo logré. Por mucho tiempo, esto fue muy doloroso. Me demoré mucho en normalizarme. Pero entiendo los motivos de mi madre, que quería purificarme".

Relato de Abdel Majib, profesora de una escuela de Sudan.

La circuncisión femenina, llamada también mutilación genital, es una práctica común en más de 20 países africanos. Desde Mauritania y la Costa de Marfil, pasando por Egipto, Somalia y Tanzania, la práctica atraviesa toda Africa. El ritual también se realiza en algunos grupos étnicos de Asia. Este se practica sin anestesia, ya sea con un cuchillo o con una botella quebrada. El dolor y el sangramiento es intenso, y a veces algunas niñas mueren por complicaciones médicas posteriores. Frecuentemente las relaciones sexuales se hacen dolorosas, y no es raro que se dificulte el parto, naciendo los niños con daño cerebral o muertos.

Se calcula que en la actualidad, entre 100 y 130 millones de mujeres han sido mutiladas. Cada año, dos millones de niñitas, son circuncidadas. Se han hecho esfuerzos por erradicar esta bárbara costumbre, pero no con mucho éxito. Recientemente se ha prohibido en Egipto, donde la legislación la castiga con cárcel. Pero se estima que no por ello se va a dejar de practicar, ya que la tradición está demasiado arraigada. Para las madres, es esto "un acto de amor para con sus hijas".

La mutilación de los genitales externos en la mujer, en la sociedad africana, se considera como un aspecto esencial de su identidad, variando su justificación de un país a otro. Así por ejemplo, en Nigeria se piensa que si la mutilación de la niñita no se hace, se expone a que sus hijos nazcan muertos. En otros países se piensa que si no se corta el clítoris, este continuará creciendo, hasta alcanzar el tamaño del pene. Otros piensan que la secreción vaginal, producida por las glándulas de los genitales femeninos, es sucia y además mata a los espermios. Otros la realizan para que la mujer no experimente placer con el acto sexual, para que de este modo se mantengan castas. De hecho, la extirpación del clítoris, impide el orgasmo. Las mujeres que no se someten a este ritual, se consideran promiscuas y cazadoras de hombres.

En un tiempo pasado, todas estas absurdas creencias, no sólo eran propias de Africa. Es así como durante el siglo XIX, también se practicaba la circuncisión genital en Inglaterra y Estados Unidos, como una cura para la masturbación, la ninfomanía y los problemas psicológicos de las mujeres.


¿En que consiste?

La cirugía genital varía con las diferentes costumbres regionales. En ocasiones se extirpa sólo el clítoris, lo que se ha llamado la clitoridectomía. En otras ocasiones se secciona no sólo el clítoris, sino también los labios menores. En otras regiones, la operación es más drástica. Se corta el clítoris y los labios menores, y luego los labios mayores los cosen, para que se recubra la piel. Posteriormente se abre un nuevo orificio, para que por allí pase la orina, las secreciones menstruales, y también para las relaciones sexuales. El proceso se denomina infibulación, y se realiza en Malí, Sudan, Somalia y el norte de Etiopía y Nigeria. En caso de embarazo, previo al parto, se abre quirúrgicamente para que el niño nazca y posteriormente se vuelve a cerrar.

Todo este proceso lo realiza la partera, ya sea en la casa de la niña, o en otros casos en grupos de niñas, como parte de ceremonias iniciales. Obviamente estas matronas, carecen de preparación quirúrgica. Por ello las infecciones son frecuentes, ya que no se toman medidas de asepsia, ni tampoco se esterilizan los instrumentos. Son frecuentes el tétano y otras infecciones e incluso el SIDA. El sangramiento es profuso, y como no se utiliza anestesia, el proceso es muy doloroso.

Son también frecuentes las complicaciones a largo plazo. Son frecuentes los trastornos que provoca la eliminación de la orina y los flujos menstruales, todo lo que lleva a trastornos crónicos de la pelvis e infecciones urinarias, haciendo además muy dolorosas las relaciones sexuales.

A ello se agregan las dificultades del parto, cuando la cabeza fetal presiona sobre el periné (que corresponde a la capa muscular entre la vagina y el ano). Como consecuencia de ello no es raro que la orina penetre al útero, o que más tarde se produzcan fístulas muy dolorosas.


El ceremonial de iniciación

La circuncisión es una fiesta, y frecuentemente después de ella, a la niña se le dan regalos y se le enseña a cocinar, a realizar artesanías, se le instruye sobre el cuidado del niño y el uso de las hierbas. A poco tiempo de realizada la circuncisión, la niña ya es casable y se le permite usar joyas y atavíos atractivos. En algunos lugares, como en las tribus Massai en Kenia y Tanzania, el soportar la intervención sin quejarse, constituye un signo de bravura y una prueba de que serán capaces de soportar el dolor en el momento del parto. El hecho es que la circuncisión es un signo de estatus para las niñas, y sus madres se sienten muy orgullosas por ello.

Por el contrario, si una mujer no es circuncidada, es mal vista por la comunidad y se la considera indigna para desempeñarse en las labores públicas propias de la mujer, como servirles a los más viejos u otras actividades comunitarias. Cualquiera que sea su edad, son consideradas niñas, y como tales les está prohibido hablar en las reuniones sociales.



Las raíces de la tradición

Esta tradición es tan fuerte, porque sus raíces son ancestrales. El folklore asocia sus inicios con el antiguo Egipto, aún cuando el estudio de las momias no corrobora esta creencia. Los mitos del antiguo Egipto, se cimentaban en la bisexualidad de los dioses, y es por esto que se piensa que la práctica se introdujo allí, para diferenciar a la mujer. En todo caso, sus orígenes históricos se detectan ya hace mil años. En el siglo VIII, el poeta Farazdak describe una tribu de Azd en la península arábica, en que las mujeres que no eran circuncidadas, se consideraban como de inferior calidad.

En el Africa actual, la circuncisión femenina se practica, cualquiera que sea la religión: musulmanes, cristianos y judíos etíopes. Muchos musulmanes creen que ello es una obligación religiosa. Sin embargo, la circuncisión femenina, no se menciona en el Corán y no se practica en la mayor parte de los países musulmanes. Sólo ha sido más tarde, cuando musulmanes y cristianos llegaron a Africa, que estos asimilaron estos rituales que allí ya existían.

En todo caso, la circuncisión ya se practicaba en el siglo XVI, según consta en los escritos del Cardenal Pietro Bembo, que las describió después de su visita a muchas regiones habitadas por negros en las cercanías del Mar Rojo. Más tarde, muchos otros viajeros europeos que visitaron Africa, hablan también de la mutilación genital femenina. Sin embargo, el problema se ha hecho más evidente sólo ahora, cuando se han iniciados los movimientos feministas de la Región.

Más recientemente (1979), la Organización Mundial de la Salud, publicó un artículo de denuncia sobre el tema. Posteriormente se han comenzado a organizar movimientos femeninos africanos para tratar de combatirla. En 1984 en Dakar, Senegal, se conformó un comité Contra las Prácticas Tradicionales que Afectan la Salud de la Mujer. En 1994, la Conferencia Internacional de Poblaciones y Desarrollo celebrada en el Cairo, aprobó el primer documento internacional condenatorio, afirmando que la mutilación genital femenina constituye una violación básica de los derechos humanos. Con todo, se piensa que no va a ser fácil erradicar esta arraigada tradición, aun cuando los gobiernos traten de tomar las medidas condenatorias, ya que las madres creen que están haciendo un favor a sus hijas...


Contrasentidos

En Africa, muchos hombres tienen más de una mujer y frecuentemente tienen relaciones sexuales extramaritales. Olayinka Koso-Thomas, médico de Nigeria, señala que la imagen social aceptable de una mujer, es aquella que ha sido circuncidada, que es además dócil, fertil, trabajadora, asexual y obediente.

Pero la gran contradicción, es que los hombres prefieren tener relaciones sexuales con mujeres no circuncidadas. En un estudio de 300 hombres sudaneses que tienen una esposa mutilada, 266 afirman que prefieren tener relaciones sexuales con una mujer no mutilada. Otro estudio señala que un 50% de las mujeres mutiladas se divorcian o son abandonadas por sus maridos.

En general no son los hombres los que estimulan la tradición, sino que por el contrario, son las mismas mujeres. La mayoría de los hombres sostiene que debería prohibirse y castigarse esta práctica. ¿Pero por qué las mujeres son partidarias de ella?. La respuesta general es que ellas creen que con ésta se garantiza la virginidad, que es muy apreciada para que las mujeres encuentren marido y estos las respeten. La verdad es que mientras más se estudia el problema, más compleja y obscura es la solución, y lo probable es que la circuncisión femenina se mantenga aún por muchos años.



Bibliografía

Rogaia Mustafa Abusharaf: Unmasking Tradition.

The Science, Marzo-Abril 1998.


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